Tras las denuncias de acoso en el marco de los movimientos #MeToo y Time’s Up, que crecieron de modo increíble en redes sociales, el panorama del Festival de Cannes, como el de Hollywood, ha cambiado. Esta transformación se percibe incluso en el lado más frívolo del festival, que se realiza cada mayo en la Costa Azul, al comprobar que el número de fiestas y cócteles en lugares exclusivos se había reducido incluso a la mitad, debido a la fama del entorno de Harvey Weinstein, ya que varias denunciantes señalaron a este tipo de eventos como los principales sitios de acosos y abusos. Sino recordemos el testimonio en redes de la actriz italiana Asia Argento quien acusó a Weinstein de un ataque sexual en 1997, en el mismo Cannes, hecho que remarcó en la ceremonia de clausura, cuando fue invitada al escenario.

Otro cambio fue el de la implementación de una línea telefónica para que las mujeres, tanto actrices como trabajadoras del evento, puedan denunciar algún tipo de acoso. En las bolsas que da el festival, con catálogos e información, se incluyó un volante con una alerta para los hombres acreditados: “Compórtate correctamente”, poniendo así en evidencia una campaña organizada y bajo el impulso del gobierno local.

A mediados del festival, un grupo de 82 cineastas, actrices y productoras realizaron un acto simbólico, representando al número de películas dirigidas por mujeres que fueron seleccionadas para competir por la Palma de Oro, frente a los 1645 films hechos por hombres, a lo largo de toda la historia de Cannes. Este acto de protesta y visibilización, puso en agenda el tema remunerativo, pero también para solicitar mayor oportunidades de acceso, promover la igualdad de género en la industria del cine. Agnés Varga, Ava DuVernay, Kristen Stewart, Lea Seydoux, Salma Hayek, junto a Cate Blanchett, presidenta del jurado de Cannes, fueron las cabezas más visibles, y que enfatizaron, en su pliego de reclamos, que la Palma de Oro solo fue dada una vez, a Jane Campion, y que en sus 71 ediciones, solo doce mujeres fueron presidentas de jurado.

El toque de singularidad quizás estuvo en el contexto en que se leyó este texto reivindicativo, en la alfombra roja antes del estreno del film Las hijas del sol, dirigida por la francesa Eva Husson, que precisamente es una obra floja, torpe, abanderada de un falso feminismo, y cuyo valor desdice su selección para la competencia oficial. Las hijas del sol describe a partir de flashbacks y monólogos de una novelista de no ficción, las luchas personales y contra los yihadistas de una líder kurda, encarnada por la guapísima actriz iraní Golshifteh Farahani. Todo en el film parece hecho para el regodeo sentimental sobre mujeres luchadoras, pero filmado desde la visión occidental, encarnada perfectamente por el punto de vista de la narradora, una corresponsal francesa tuerta.

Las hijas del sol fue uno de los tres films dirigidos por mujeres de la selección oficial, junto a la notable Lazzaro Felice de Alice Rohrwacher, que salvó la presencia femenina en Cannes, y Capernaum de Nadine Labaki, donde la pormomiseria y el miserabilismo a partir del seguimiento a un niño por la pobreza y abandono en una Líbano brutal, la hizo ganar un premio especial del jurado. Vergonzoso.

Y las demás secciones no se quedaron atrás para graficar este desbalance entre las demandas por un festival con más equidad de género y la calidad de los films de mujeres en Cannes. En la sección Una Cierta Mirada, películas como Angel Face de Vanessa Filho, puso a Marion Cotillard como una dama de compañía loca e irresponsable que abandona a su hija de siete años, quien se vuelve alcohólica para compensar la ausencia maternal. Escenas de la pequeña tomando tragos que la gente deja como sobra en la mesa de los bares de la Costa Azul marcaron el nivel de este desbalance con creces.

Solo queda esperar que ante el pedido de inclusión de producciones hechas por mujeres, también se logre consenso sobre aquellos films que deben ser seleccionados, y den oportunidad a mujeres que sí construyen nuevos imaginarios y sentidos del lenguaje del cine, sin maniqueísmos ni chabacanería moral.

EN CARTELERA

Isla de Perros de Wes Anderson. Importante que uno de los mejores films de Anderson se haya estrenado en Lima. Sobre todo, porque confirma la versatilidad y talento de uno de los directores que se había enfrascado en un universo particular anacrónico y de marcos definidos como en Moonrise Kingdom: Un reino bajo la luna o El Gran Hotel Budapest. Aquí nuevamente en la animación como en Fantastic Mr. Fox, pero desde la historia de un grupo de canes que libra una batalla por salir de una isla basural en un país distópico donde los perros son vistos como lacras. Una banda sonora impecable, a cargo de Alexandre Desplat, y un punto de vista sublime para un film creativo y con momentos muy logrados.

Puntuación: 4 estrellas