El parlamentario fujimorista Clayton Galván ha retirado su proyecto de ley que pretendía obligar a los periodistas a colegiarse. Una iniciativa que produjo en alianza con el Colegio de Periodistas del Perú (CPP) y que fue rechazada por muchos/as colegas. Era de esperarse que no prospere.
El congresista planteaba que solo los colegiados ejerzan periodismo, apenas un día después de aprobarse con insistencia la cuestionada ‘ley Mulder’, que aquí también hemos criticado además de los monopolios periodísticos. Dos leyes antiprensa en una semana.
Galván es administrador y no está colegiado. El año pasado la Comisión de Ética acordó suspender por 90 días tras conocerse la denuncia por no haber consignado en su hoja de vida una sentencia judicial vigente por una deuda a la Caja Rural de A y C Mantaro. Pero el Pleno lo salvó.
Cuando se habla de la colegiatura de periodistas, la opinión pública podría pensar que se busca que los periodistas se colegien y no haya más historiadores, economistas, personas dedicadas a farándula o perfectos desconocidos que de un día para otro aparecen y se hacen llamar periodistas y desde esa tribuna manipulan la información. Es cierto que esas situaciones ocurren, pero no lo es que la colegiatura acabará con esa práctica. Un título, un cartón profesional, no es garantía de buenos periodistas. Es más creemos que el CPP hace mucho que debería evaluar a sus integrantes y sus propias acciones.
Lo cierto es que en la historia del Perú y el mundo hay personajes valiosos que no se licenciaron ni colegiaron como periodistas. Allí están María Jesús Alvarado, el nobel Mario Vargas Llosa, Clorinda Matto de Turner, Gabriel García Márquez, Teresa Gonzales de Fanning, César Vallejo, Truman Capote, Ernest Hemingway, por citar algunos. Ejercieron periodismo y llenaron con talento, conocimiento y ética aquellos vacíos que hasta hoy no pueden llenar periodistas de profesión, aquellos que temen perder sus empleos si contradicen sus líneas editoriales fijadas por empresarios. Eso, es una constante en el Perú, por lo que muchos periodistas que se atreven a llevar la contraria o a trabajar en investigación han pasado a las listas de desempleados o han tenido que incursionar en alternativas digitales para hacer valer su libertad de expresión.
Es vergonzoso que el Colegio de Periodistas del Perú (CPP) desconozca el fallo de la Corte Interamericana de Derechos Humanos (Corte IDH), que va en contra de la obligatoriedad de la colegiatura. Y también que le Tribunal Constitucional ya emitió un fallo señalando que la obligatoriedad de la colegiatura va en contra de la Constitución.
El Colegio de Periodistas ha sido proactivo en aliarse con un congresista fujimorista para sacar una ley que los beneficia, pero no lo es para proteger y defender a los periodistas en riesgo, a los que son amenazados, desempleados, hostigados; ni para defender las permanentes vulneraciones a la democracia desde un Congreso cuestionado y con tan baja credibilidad.
El CPP no es una institución representativa para muchos periodistas. Por el contrario, es una institución atrasada en conocimientos y oferta de actualización profesional. Es silenciosa frente a problemas que aquejan al país como violencia de género y homofobia. Es casi nula en la promoción de debate de los periodistas sobre temas de actualidad. Y hace poco su decano anunciaba en redes sociales la construcción de una galería de fotos en la que pondrían a todos los periodistas que, según ellos, no actuaban con ética y responsabilidad. Bajo esos argumentos, ¿a quienes quería perseguir? ¿a periodistas no colegiados?
Por qué deberíamos los comunicadores/periodistas afiliarnos a una institución sin oferta profesional. Por qué tendríamos que solventar la supervivencia de una institución con la que no compartimos objetivos ni visión. Por qué sumarnos a su persecución de quienes ejercen periodismo sin ser colegiados. No nos gusta que invadan nuestra profesión, pero tampoco necesitamos cacerías interesadas.
El alma del periodista es la libertad. No acepta autoritarismos de ninguna clase. Ni condicionamientos vengan de donde vengan.
Somos periodistas y somos libres, seámoslo siempre.