Luego del azote del fenómeno del Niño costero ocurrido el verano de 2017, las regiones de Piura y Tumbes enfrentan ahora la pandemia del COVID-19 con hospitales y centros de salud con una infraestructura deteriorada y sin servicios básicos, como el acceso a agua potable. A nivel nacional, ya son 635 personas con COVID-19, de los cuales 79 están hospitalizados y 19 en cuidados intensivos, mientras que el Ministerio de Salud ya lleva 10 mil 65 muestras realizadas.

Luego de Lima, que concentra 468 casos confirmados de COVID-19, la región con más infectados por esta enfermedades Piura, con 20 contagiados y un fallecido. Tres años atrás, un fenómeno climático que generó inundaciones por exceso de lluvias y huaicos dejó a su paso 20 mil viviendas dañadas y 270 centros de salud con parte de sus infraestructuras destruidas.

Según un informe del portal Ojo Público, el gobierno regional de Piura ha habilitado el hospital regional Cayetano Heredia de Essalud, una zona de carpas y cuartos de drywall ubicada frente al hospital Santa Rosa, y el nosocomio Señor Cautivo, para recibir a los pacientes diagnosticados de COVID-19. Todas ellas con poca capacidad de atención por falta de camillas, infraestructura en malas condiciones y poco personal médico.

La realidad de los hospitales del norte del país se plasmó en informe de la Defensoría del Pueblo de Piura de 2018, en donde se concluyó que “siendo el segundo departamento más poblado del país (…) Piura no cuenta con capacidad de atención para su población. Su nosocomio de mayor capacidad es el Hospital Santa Rosa de nivel ll-2, con un presupuesto de S/34’163,761, es decir, 19 soles anuales por persona”.

Por su lado, la región Tumbes también arrastra las mismas deficiencias. Y es que de los 43 centros de salud, la Defensoría del Pueblo observó que 21 de ellos no tenían servicio de agua potable las 24 horas, mientras que otros no cuentan con sistema de desagüe y se abastecían a través de pozos percoladores sin certificado de seguridad ni mantenimiento.