Juan Mandamiento, Alonso Chero y Juan Zapata registraron las manifestaciones del 9 al 14 de noviembre de 2020. Sus fotografías son testimonios de la violencia policial que resistieron miles de jóvenes para que Manuel Merino abandone el poder que usurpó.

Nicol León

Juan Mandamiento -27 años, delgado, de cabello rizado- no veía con detalle las fotografías que registró de las protestas contra Manuel Merino desde que las entregó a la Fiscalía encargada de hallar a los responsables de los asesinatos de Inti Sotelo, Bryan Pintado, y de las lesiones de otros 80 ciudadanos. Ha transcurrido casi un año desde entonces. Sentado en el pasadizo de un hotel de Miraflores, cuenta que hace unos días volvió a observar sus registros del 9 al 14 de noviembre de 2020 porque el área de Comunicaciones de la Coordinadora Internacional de Derechos Humanos (CIDH) le propuso publicarlos para denunciar que aún hay familias que no obtienen reparación ni justicia.

Hace unos días, también volvió a escuchar los audios que grabó durante las protestas. Al reproducirlos, escucha su voz detrás del micrófono.

—Me escucho y no puedo creer a veces lo tan cerca al peligro que estuvimos todos en realidad —reflexiona mientras se despide de los familiares de Inti y Bryan, que se retiran del hotel donde dieron una conferencia de prensa.

Pero hay otras 9 fotografías que sí volvió a ver con detenimiento. Son las imágenes que capturó del momento en que Bryan Pintado era asistido por otros manifestantes y brigadistas, segundos después de que recibió 10 impactos de perdigones de plomo en la cabeza, cuello, tórax y brazos. Dice que esto le permitió entender y sobreponerse a toda la violencia de la que fue testigo hace un año.

—La historia, como dicen, siempre va a estar detrás tuyo —asegura.

La noche del sábado 14 de noviembre de 2020, Bryan Pintado recibió 10 proyectiles de plomo. Brigadistas intentaron mantenerlo con vida. Créditos: Juan Mandamiento.

Tras revisar sus archivos, Juan Mandamiento comenta que no recordaba que los policías habían sido tan violentos con los manifestantes la noche del lunes 9 de noviembre, horas después de que el excongresista Manuel Merino de Lama había usado el recurso de la vacancia presidencial para usurpar el Poder Ejecutivo. Esto con el apoyo de parlamentarios de Acción Popular, Fuerza Popular, Alianza para el Progreso y Somos Perú, fuerzas políticas que aún tienen representación en el Congreso.

El fotoperiodista no regresó esa noche a su casa, en San Martín de Porres, por temor a contagiar el coronavirus a sus familiares. Con sus amigos, una brigadista y un desactivador de bombas, fue al departamento de uno de ellos, en Surquillo.

—Ellos estaban preocupados por mí porque no soy prensa ni nada, no estaba acreditado —dice con las manos apoyadas sobre las rodillas—. No conocía a nadie. Ese es un factor que creo que me exponía un poco más al peligro.

En esas condiciones, el sábado 14 de noviembre de 2020, Juan Mandamiento llegó al cruce de las avenidas Abancay y Colmena, cerca de las 5:30 de la tarde. Llevaba una máscara de gas, un casco, agua con bicarbonato, su cámara fotográfica y un equipo con el que registraba los sonidos del ambiente.

Juan Mandamiento durante la manifestación pacífica organizada el sábado 13 de noviembre de 2021 para exigir justicia y reparación para Inti Sotelo y Bryan Pintado. Créditos: Juan Zapata.

UNA CANICA DENTRO DE UN CUERPO

La mañana del jueves 12 de noviembre de 2020, Alonso Chero, fotoperiodista del diario El Comercio, recibió la noticia de que ya estaba completamente recuperado del coronavirus. Su médico lo atendió en la Clínica Internacional, donde horas después regresaría herido por el impacto de una canica de vidrio en la espalda, que recibió mientras registraba las protestas contra Manuel Merino.

—Había ido a manifestaciones fuertes. A la de Huaycán, la de construcción civil. Construcción civil para mí fue una experiencia alucinante porque los manifestantes iban con palos, piedras. Fue una manifestación brava. La protesta contra la Ley Pulpín también, pero la Policía nunca actuó como lo hizo ese día —cuenta aún desconcertado.

Ese jueves llegó a la plaza San Martín entre las 4:30 y 5 de la tarde. El recorrido fue el de siempre: inició en la avenida Nicolás de Piérola, continuó en Inca Garcilaso de la Vega, paseo Colón, Grau y culminó en Abancay. En este punto, Chero recuerda que estaba fotografiando a los manifestantes, cuando escuchó que los policías empezaron a lanzar bombas lacrimógenas. No tenía puesta la máscara de gas. Se ocultó afuera de la galería El Hueco. Ahí vio a Marco Cotrina, fotoperiodista del diario La República.

La represión policial del jueves 12 de noviembre de 2020 inició en el cruce de las avenidas Abancay y Colmena. Créditos: Alonso Chero/El Comercio.

—Chero, mejor ponte la mochila adelante porque pueden herirte los órganos blandos. En cambio, la espalda puede aguantar un poco —, le dijo Cotrina mientras alrededor todo ya era humo blanco.

Alonso le hace caso. Coloca su mochila adelante y se tapa con una casaca. Ya con la máscara de gas, se dirige al sardinel que divide las vías de la avenida Abancay. Desde ahí, observa a manifestantes que cogían las bombas lacrimógenas para introducirlas en bidones de agua con bicarbonato, algo que no había visto antes. Lo registra hasta que siente un golpe en el pie izquierdo.

—Justo en los dedos. Siento que me roza algo en el pie izquierdo —cuenta y permanece en silencio —. Me hizo hasta llorar de dolor y me siento en el sardinel.

Así permaneció hasta que se percató de que ya no había manifestantes a su alrededor. Decidió ir hacia la entrada de la jirón Inambari, cerca de donde se había ocultado al principio para evadir los gases lacrimógenos. Esta vez se esconde en un kiosko verde.

Un año después del jueves 12 de noviembre de 2020, el fotoperiodista Alonso Chero recuerda momentos antes de que le dispararan una canica de vidrio en la espalda. Créditos: Juan Zapata.

No pasa mucho tiempo, cuando un chico se le acerca. Le pregunta si es periodista y le enseña su abdomen.

—Mira lo que me han hecho, no sé qué están disparando — grita. Era una hinchazón, como una bola.

Alonso le siguió los pasos a este manifestante luego de que vio cómo más de 100 policías se acercaban. Caminó encorvado hasta que escuchó un disparo. Dio otros pasos y sintió un golpe en la espalda. Una canica de vidrio lo había impactado. En ese momento, quizás por la adrenalina, sintió como si le hubiesen lanzado una piedra.

Regresó al cruce de la avenida Abancay y el jirón Leticia, donde volvió a ver a Marco Cotrina.

—Marco, siento algo caliente en la espalda. Me ha caído algo. Revísame — pide.

—Chero, tienes un agujero en la espalda. En tu casaca, mira, sácate — responde Marco.

Se tocó la espalda y sintió la misma hinchazón que vio en el abdomen del manifestante con el que había huído de la represión policial minutos antes, cerca de la jirón Inambari. Hasta ese momento, no imaginó que dentro de su espalda se alojaba una canica. Los brigadistas lo auxilian. Le piden que vaya a una clínica. Su caso se viraliza en redes sociales.

Alonso Chero en la Clínica Internacional, horas antes de que lo trasladen a la Clínica Centenario Peruano Japonesa para que le extraigan la canica de vidrio de la espalda.

EL ASESINATO DE BRYAN PINTADO 

La tarde del sábado 14 de noviembre, Juan Zapata, fotoperiodista de Wayka, llegó al cruce de Abancay y Colmena junto al Bloque Hip Hop, quienes llegaron con escudos acrílicos y se posicionaron frente a la Policía. Juan recuerda que dos hileras de rejas separaban a ambos bandos. Alrededor, cerca del parque Universitario estaban los brigadistas; en medio de la avenida, los jóvenes que desactivarían los gases lacrimógenos.

Minutos después, la represión policial inició.

—Estaba foteando hasta que una ráfaga de explosiones empezó. Empezaron a disparar bombas lacrimógenas hacia todos lados. Empiezan a caer y todo se llena de humo. Todo estaba blanco. Me fui a la izquierda porque me estaba ahogando.

Jóvenes resistieron abuso policial en el cruce de las avenidas Abancay y Colmena el sábado 14 de noviembre de 2020. Créditos: Juan Zapata.

Desde entonces, los disparos de gases lacrimógenos no dejaron de sonar. Alrededor, Juan recuerda que escuchaba gritos de manifestantes y disparos de bombas lacrimógenas y perdigones. Estas bombas eran distintas a las que había visto en otras manifestaciones. Volvió al punto de choque entre policías y manifestantes. Los gases nublaron todo y se ahogó una vez más.

“Sentí que iba a desmayarme. Alguien, no recuerdo quién, me sacó de la berma central, y me echó bicarbonato en la cara. En ese momento, volteo y veo a un chico caer. La gente comienza a correr detrás de él. Es Bryan, no lo sabía en ese momento. Lo veo caer y tapándose el cuello. La gente lo empieza a ayudar. Caminan una cuadra y lo echan en el piso”, narra.

Brigadistas auxiliaron a Bryan Pintado antes de que llegue a emergencias del Hospital Nacional Guillermo Almenara Irigoyen. Créditos: Juan Zapata.

Cerca, Juan Mandamiento también intentaba recuperarse de los efectos de los gases lacrimógenos. Vio a Bryan Pintado y tomó fotografías. Un manifestante le increpó por qué lo hacía. Mandamiento le respondió que era importante registrarlo.

—Nos miramos y entendió —afirma.

Una de las fotos que tomó con su celular la compartió en un grupo de WhatsApp, donde junto a otros periodistas corroboraban información que circulaba por redes sociales. Al lado, escribió el texto: ‘Está sangrando’.

“Creo que me preguntaba a mí mismo también en ese momento ‘¿de verdad está sangrando?’”, comenta.

Juan Mandamiento envió a un grupo de WhatsApp la foto de Bryan Pintado herido a las 8:01 de la noche. Habían pasado unos minutos desde que lo vio ensangrentado. Cortesía: Juan Mandamiento.

Juan Zapata envió a Wayka la foto del herido. La indicación fue esperar a que se confirme el estado de salud de Bryan. Aún no lo habían identificado. En tanto, esperaba en medio de la avenida Nicolás de Piérola.

—Fue como quedarse un rato en una suerte de limbo. No sabía si regresar a la marcha, que estaba a media cuadra. Los policías seguían reprimiendo. La gente seguía aguantando la represión. La policía nunca dejó de disparar mientras pasaba todo lo que he contado —lamenta.

Caminó hacia la avenida Azángaro hasta que llegó al jirón Lampa, cerca del Jurado Nacional de Elecciones. Juan dice que un policía le apuntó. El perdigón cayó muy cerca de su abdomen, lo que le originó una herida que tardó en curar una semana. A su alrededor, decenas de ciudadanos quedaron heridos. Uno de ellos, Inti Sotelo, falleció producto de una descarga de perdigones.

Los manifestantes también fueron reprimidos con violencia en el jirón Lampa. Créditos: Juan Zapata.

Juan Zapata recuerda que antes de que asesinaran a Inti, los policías habían lanzado una ráfaga de gases lacrimógenos y perdigones que causó que se destruyeran las lunas de la estación Colmena del Metropolitano.

“Ahí se confirma la muerte de Bryan. Un montón de gente retrocede. Ya no quieren quedarse. Muy pocos se quedan ahí en Lampa hasta que asesinan a Inti. Todos retrocedimos hacia Palacio de Justicia. Cuando se confirma la segunda muerte, pensé ‘no la hago, me voy’”, cuenta.

EN BUSCA DE JUSTICIA

En diciembre de 2020, un mes después de las protestas contra el régimen de Manuel Merino, Juan Mandamiento entregó al Ministerio Público las fotografías que registró entre el lunes 9 y el sábado 14 de noviembre de 2020. Estas imágenes son una de las muchas pruebas que la fiscalía recabó para pedir las sanciones penales y reparaciones que necesitan los familiares de las víctimas de la represión policial.

El fotoperiodista Alonso Chero también entregó a la fiscalía la canica de vidrio que le extrajeron de la espalda y que la Policía Nacional, mediante varias visitas a su casa, intentó conseguir. Junto con esto, las prendas que usó esa noche.

“Las únicas personas que estaban detrás de mí cuando me dispararon fueron los policías. Hay personas que han quedado paralíticas. Hay personas que ahora no pueden ni levantarse, tienen secuelas peores que las mías, que los han matado, que los han asesinado prácticamente. Sus familiares necesitan saber la verdad, necesitan tener la justicia adecuada”, exige.

Pero la justicia es lenta y la reparación económica del Estado aún no llega.

Composición: Juan Zapata.

El pasado viernes 12 de noviembre, el ministro del Interior Avelino Guillén reveló que Inspectoría Policial absolvió de responsabilidad a los once efectivos que habrían tenido participación directa en el asesinato de Inti Sotelo y Bryan Pintado, así como de otros 80 ciudadanos heridos por disparos de perdigones. Las sanciones disciplinarias para estos policías quedaron en manos del Tribunal de Disciplina Policial, cuyos integrantes decidieron que la investigación inicie de nuevo.

Ronald Gamarra, abogado de la familia de Bryan Pintado, comentó: «Se acabó la impunidad. Tribunal de Disciplina Policial declara nulidad de disposición de inicio del procedimiento administrativo contra miembros de la Policía Nacional por hechos de noviembre de 2020, y de resolución de Inspectoría General que los absolbió. Ordena que todo inicie de nuevo».

Composición: Juan Zapata.

En tanto, en el Ministerio Público, se siguen dos investigaciones que están lideradas por una fiscalía provincial y el área de Enriquecimiento Ilícito y Denuncias Constitucionales de la Fiscalía de la Nación.

La primera ya formalizó investigación preparatoria contra los once efectivos policiales mencionados. La segunda espera que la Subcomisión de Acusaciones Constitucionales del Congreso apruebe la acusación constitucional presentada por la Fiscalía de la Nación contra Manuel Merino, Antero Flores Aráoz y Gastón Rodríguez, por los presuntos delitos de homicidio y lesiones graves y leves.

La justicia para los jóvenes del Bicentenario llegará si el Parlamento así lo quiere.