La economía peruana presenta malos resultados con los dos años del régimen de Dina Boluarte

Al cumplirse dos años del régimen de Dina Boluarte, los indicadores económicos presentan un panorama aterrador. El promedio anual del crecimiento económico alcanza solo un 1,2%. Esto equivale a un crecimiento per cápita de apenas un 0,2% anual, lo que prácticamente significa un estancamiento en base a cifras del INEI y otros reportes económicos.

Aunque se prometió que Perú sería uno de los países con mayor crecimiento en la región, los datos del Banco Mundial muestran que ha quedado rezagado. En el mismo período, Bolivia creció 6,7%, Brasil 5,9%, Colombia 7,9% y México 6,9%, más del triple que Perú.

Según un artículo del economista Pedro Francke, en el contexto regional, los resultados de 2023 colocan a Perú en el puesto 31 de 33 países en crecimiento económico, superando únicamente a Argentina y Haití. Además, según un informe reciente de la CEPAL, el país lidera en aumento de pobreza y pobreza extrema en la región.

Focalizando en 2024, sectores clave como la agricultura, que emplea a casi una cuarta parte de los peruanos, registraron una caída del 1,7% en el tercer trimestre, según el INEI. La manufactura decreció un 3% respecto a 2023 y la construcción sigue sin recuperarse de la recesión anterior. Este deterioro económico contribuyó al rechazo masivo hacia Boluarte en el CADE, donde el 97% de los empresarios expresó su desaprobación a su gestión y al de su gabinete.

En contraste, en 2021, el crecimiento económico alcanzó un 13,3% bajo un enfoque de mayor recaudación fiscal y control del déficit. Sin embargo, el deterioro en 2023 y 2024 ha afectado incluso al empresariado que inicialmente respaldó al gobierno, pese a los conflictos sociales y las numerosas muertes en el sur del país.

El impacto en el empleo es igual de preocupante. Según el INEI, en 2024, los empleos en empresas con más de 11 trabajadores crecieron apenas un 0,7%, un aumento insignificante frente al crecimiento de la población en edad de trabajar. En las grandes empresas (más de 50 trabajadores), los empleos disminuyeron en 33%.

Además, el número de trabajadores con seguro de EsSalud se redujo en 5,000, reflejando un retroceso en empleo digno y formalidad, con serias consecuencias para las familias peruanas.

Asimismo, el régimen ha tomado medidas que exacerban esta situación: exonerar a los agroexportadores de cientos de millones de soles en contribuciones a EsSalud, perdonar deudas tributarias por 12 mil millones de soles a grandes empresas, detener reformas fiscales que exigirían una contribución justa de las trasnacionales mineras y los sectores más ricos, mantener congelado el salario mínimo y debilitar las ya limitadas regulaciones ambientales, entre otras medidas.

Este retroceso ocurre en un contexto de altos precios internacionales de metales como oro y cobre, que generan enormes ganancias para las empresas trasnacionales, pero dejan poco para el Perú. El precio del cobre en Perú en mayo de 2024 se ubicó en un nivel que no se había visto hace dos años.En contraste, durante el boom de precios entre 2004 y 2013, aunque con desigualdad y contaminación, se logró reducir el déficit fiscal y aumentar el crecimiento económico.

«Ya teníamos un modelo económico que genera alta desigualdad, concentra beneficios en pocos grupos, mantiene salarios deprimidos, niega derechos sociales y laborales fundamentales, descuida la educación y la salud pública, invierte poco en carreteras y comunicaciones y produce serios daños ambientales. Esto se ha agravado», señaló el economista Pedro Francke.

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