Por José Saldaña

De tanto gritar «estudiar y luchar es deber estudiantil», el movimiento de estudiantes de la PUCP va a triunfar. Las metas son de corto, mediano y largo plazo, pero ninguna se va a lograr sin la rabia organizada que hemos visto hasta el momento.

En el corto plazo, urge un equipo jurídico que sustente legalmente la devolución de cobros ilegales por un mínimo de 10 años. Como señalan los expertos, el Código Civil (artículos 1243 y 1246) está vigente desde 1984, y limita la tasa de interés moratoria máxima antes de la Ley 29947 (año 2012). Además, se debe insistir con la vacancia de todo el equipo rectoral y del defensor universitario, así como establecer las responsabilidades civiles y penales que correspondan.

En el mediano plazo, las elecciones del próximo año son la oportunidad para renovar autoridades que devuelvan un verdadero espíritu humanista a la universidad. Necesitamos profesoras y profesores jóvenes, feministas, críticos del sistema actual, dispuestos a asumir funciones de dirección y a rendir cuentas de manera permanente. Por otro lado, se tiene que reformar el servicio de asistencia social que paradójicamente ha mostrado el rostro más inhumano de la universidad. Hay que reemplazarlo por un sistema que evalúe técnicamente pero con justicia la situación socio-económica de los estudiantes y sus familias.

En el largo plazo, toca constituir una plataforma de estudiantes, profesores, trabajadores y jubilados para plantear nuevas reglas de juego en la PUCP. No más elitismo, no más impunidad en casos de violencia de género. No más la famosa «argolla» que irrumpe en la meritocracia, rebajando la calidad académica y la responsabilidad social de la universidad. Hay que recuperar los principios humanistas de nuestra universidad y garantizar los derechos humanos a la educación, a la libertad de catedra, al trabajo y a la seguridad social.

Con el mayor respeto, hay que dejar claro que esto lo están ganando las y los estudiantes con su indignación, con su lucha, con su organización. No los decanos, no los jefes de departamento, ni sus pronunciamientos tardíos. Son las juventudes las que nos invitan a soñar con una PUCP verdaderamente humanista. Parafraseando a nuestra Chalena Vásquez, maestra e investigadora de música peruana: «Por el pan y la belleza, otra PUCP es posible».