Durante el primer mes, la casa refugio albergó a seis víctimas de violencia. El lugar funciona con apoyo de diferentes instituciones y se prepara para ser un espacio de referencia en el país, libre de discriminación.
Por Zintia Fernández, corresponsal en Arequipa
Una llamada telefónica pone en alerta a Ana Flavia Chávez. Es un adolescente que le pide apoyo, tras haber sido agredido y encerrado en su propia vivienda, luego de que revelara su identidad de género a su familia. Ella escucha su testimonio, mientras se levanta a medianoche de su cama para proceder con la ayuda. Antes de comunicar el hecho a las autoridades, el menor le pide que sea llevado a la casa refugio.
—Yo iba incluso con un patrullero, pero antes tuve que preguntar si quería hacer la denuncia porque es menor de edad—recuerda.
Ana Flavia es activista trans y una de las promotoras de la casa refugio que fue inaugurada en la región de Arequipa a inicios de 2022. La casa tiene la finalidad de brindar apoyo a las personas LGTBI que son víctimas de violencia y discriminación.
—Lo único que pude hacer es escucharlo y acompañarlo mientras resolvía el conflicto con ellos. Y si no había resultados la casa estaba con las puertas abiertas —, prosigue Ana Flavia.
En el 2021, el Movimiento Peruano Trans de Arequipa acompañó 50 denuncias de violencia similares a de este adolescente en la región. La diferencia es que ahora elles tienen un espacio para refugiarse frente a los estigmas y odios.
UNA CASA DIVERSA
Fue recién en enero del 2022 que abrieron las puertas y durante el primer mes atendieron a ocho personas vulnerables, seis de ellas extranjeras. “Para nosotros esto es heroico porque en las otras instituciones como el CEM la atención mensual llega a cuatro”, señala Ana Flavia.
Según el reporte de la Defensoría del Pueblo en su informe de enero a noviembre del 2020, 52 casos de personas LGBTI víctimas de violencia fueron reportadas por el programa AURORA a nivel nacional.
Las víctimas llegan a la casa refugio por 48 horas y durante ese tiempo esperan las medidas de protección para continuar con las diligencias de ley y evitar que convivan con sus agresores.
En lugar se adaptaron dos camarotes, cuatro camas y una pequeña cocina. De modo que, la persona que llega hasta la casa refugio pueda permanecer por más tiempo. Como asegura la activista, esta sería una opción ante el Ministerio Público, que no cuenta con espacios suficientes y adecuados para albergar a las víctimas.
“Aquí también duermen quienes llegan de otras provincias a pasar pruebas de VIH, no tienen dinero para alquilar en hospedaje. Arriban principalmente de Camaná y Caravelí”, remarca. Esta última provincia queda a ocho horas de Arequipa.
Además, la infraestructura de la casa está acondicionada para talleres programados que se realizan cada domingo sobre derechos y apoyo en situaciones de riesgo.
La mañana del domingo se reunieron para conocer las funciones de la Policía Nacional sobre cómo proceder cuando sus denuncias no son atendidas o se vulneran sus derechos.
A la casa asisten tanto peruanos como personas de otras nacionalidades. Incluso, la comunidad que se ha creado entre elles no distingue su procedencia. “Somos una comunidad peruana-venezolana”, menciona una de las asistentes a los talleres.
‘Alejandro’ de 34 años es un asiduo participante desde que supo del espacio. Llegó de Venezuela hace 16 meses, empujado por la crisis. Su madre tiene problemas en la visión que le impide laborar, por eso él trabaja para juntar dinero y apoyarla . Los primeros meses en Arequipa fue estafado por sus empleadores. “Son personas incorrectas y groseras”, recuerda. Días antes de su cumpleaños, en enero de este año, lo apuñalaron en el abdomen.
“Me siguieron dos personas, preguntaron por los nombres de los anteriores jefes, y uno de ellos me dio un golpe en la cabeza. Quedé aturdido y después fui herido con cuchillo”, narra.
Al momento de la entrevista aún tenía los puntos de sutura. Asegura que no tenían intención de robarle porque no se llevaron los dos celulares, dinero y otros objetos de valor. Denunció la agresión, pero hasta la fecha no recibe llamada de las autoridades para seguir con el caso.
La idea de la casa refugio se planteó en el 2021 como proyecto ante la Agencia de la ONU para los Refugiados – ACNUR y fue implementada con apoyo del Grupo Cáritas del Arzobispado de Arequipa, la ONG Madre y la Organización de Lucha Contra la Sida (AHF).