Quemar para destruir, para aniquilar, para que no quede nada.

Quemar en una sociedad que valora extremadamente la belleza. Porque la mujer es un objeto sexual. Un objeto valorado por una belleza que la sociedad le atribuye según cada quien.

Los agresores atacan a sus víctimas para castigarlas. Quemar hasta desfigurar, deformar, causar dolor y matar o sobrevivir con dolor.

El ataque en los casos de Eyvi Ágreda y Juanita Mendoza nos lleva a una necesaria reflexión sobre una sociedad patriarcal y machista. Desde el 2017, la Defensoría del Pueblo ha reportado 17 casos de mujeres atacadas cruelmente con combustible. Y, como siempre, ojo, debemos considerar que no son las cifras reales porque muchos casos se desconocen ya sea porque no hay denuncia o por la lejanía de los pueblos, y otras circunstancias.

Nos preguntamos ¿Por qué quemar a una mujer? Psiquiatras, psicoanalistas, abogadas nos lo pueden explicar.

Por su parte, el psicoanalista Jorge Bruce, en entrevista para Cuarto Poder, precisa que quemar a una mujer “es una forma particularmente cruel, porque el quemar a una mujer garantiza que sufra mucho y quede marcada. Estos feminicidas quieren, incluso, que quede viva y arruinada porque ahí está el espectáculo del poder masculino”.

“Aterra a estos varones asustados, porque sienten –y tienen razón- que el poder masculino está resquebrajado y el deseo de la mujer es cada vez más libre y manifiesto. Esto pone en jaque a los varones cuya estructura psíquica interna se basa en la dominación de la mujer y en la dominación de todo aquello que no es ‘el hombre’, el hombre como la referencia, el uno”, agrega Bruce.

Jeannette Llaja, abogada asociada a Demus, señala que “en una sociedad machista donde se valora tanto la belleza fundamentalmente la feminidad y en la medida en que las mujeres son consideradas objetos sexuales que tienen un valor según la belleza, el quemarlas resulta ser un castigo, un escarmiento, para desfigurarlas, destruirlas, no solo matarlas sino infringirles sufrimiento, porque el agresor quiere castigarla y que sufra”.

Examinando las declaraciones del agresor de Eyvi Ágreda, quien se refería a quemarla porque él consideraba que ella usaba su belleza para ‘atraer’ a otro hombre, es claro que “había una intención concreta de destruirla”, señala la abogada.

La psiquiatra Marta Rondon se remite también al uso del fuego  que en el imaginario de muchos agresores “aniquila y borra todo lo que ella representa”.

Quemar a una mujer para destruirla. Violarla para destruirla. Golpearla para destruirla. Matarla y destruirla. Que cada vez nos vaya quedando más claro que el machismo lo destruye todo.

Una educación con enfoque de género para detener la dominación, la idea de superioridad, de que la mujer un adorno, una subordinada, un objeto que puede ser desechado. Educación con enfoque de género para dar herramientas a las niñas y mujeres para ser libres para decidir, sin imposiciones religiosas o morales, porque tienen derecho a una vida libre de violencia.