Por Graciela Tiburcio

El año pasado, se registraron 8 mil 63 casos de abuso sexual, de los cuales 6 mil 724 víctimas fueron niñas entre 0 y 17 años, según el registro oficial del Ministerio Público.

Las cifras demuestran que las niñas no están seguras ni en sus propios hogares. El 79.4% de agresores eran parte de su entorno familiar. Además, el 59% de abusos ocurrieron en la vivienda del agresor, de la víctima o en ambas casas y más del 12.7% de abusos fueron reiterativos hasta en 8 ocasiones.

¿Qué impide a las niñas denunciar las agresiones? Patricia Garrido de la Unidad de Atención integral del programa nacional contra la violencia familiar y sexual del Ministerio de la Mujer y Poblaciones Vulnerables (MIMP), comentó que los agresores aprovechan la familiaridad con la víctima para chantajearla y someterla.

“El abusador usa el vínculo afectivo que tiene con su víctima para engañarla y manipularla”, sostuvo Garrido. La psicóloga, precisó que los agresores amenazan a las niñas diciendo “si tú le cuentas a tu mamá, yo la voy a matar, si le dices a alguien me voy a ir preso, entonces la niña aprende a vivir con este secreto”.

En muchos casos, cuando el agresor es el papá, hermano, abuelo o algún otro pariente cercano de la niña o adolescente, la familia oculta el hecho por vergüenza o tratan de manejar la situación en el ámbito privado.

La situación empeora cuando la víctima no encuentra soporte en la familia. “Cuando la víctima no tiene apoyo o una red de soporte, lo más probable es que termine retractándose”, agregó la representante del Ministerio de la Mujer.

Según el Centro de Emergencia Mujer, solo el año pasado, 395 niñas entre 6 y 17 años, resultaron embarazadas producto de violencia sexual.

Para cambiar el peligro y violencia constante en el que viven las niñas y adolescentes “es importante generar en las niñas las capacidades y herramientas que les permitan reconocer situaciones de violencia y que no tengan miedo a denunciar”, enfatizó Patricia Garrido.

De la misma forma, la viceministra de Gestión Pedagógica del Ministerio de Educación, Susana Helfer, señaló que el rol de las escuelas es primordial para prevenir este tipo de situaciones. “Las niñas tienen que saber cómo actuar en casos de acoso o en caso de que se esté dando algún tipo de atentado contra su integridad”, declaró para Wayka.

Los dos ministerios sostienen firmemente que uno de los factores clave para cambiar esta realidad es la educación.

Al ser los hogares uno de los núcleos que implican más riesgo para la seguridad de las niñas, adolescentes y mujeres, el rol del colegio y los maestros se vuelve fundamental para prevenir la violencia de género y ayudar a que las niñas aprendan a identificar las situaciones de violencia y que no tengan miedo de denunciar.