Extracto de la intervención de la escritora y docente ecuatoriana Cristina Burneo en el Foro: Defensoras de Cuerpos y Territorios, realizado el 12 de abril en Lima.
La denuncia está vinculada hoy a una profunda preocupación que relaciona al poder económico con la última avanzada más agresiva del fundamentalismo global, que se expresa a través de la megaminería. Ecuador no tiene todavía minería a cielo abierto. Se ha atrasado como 10 años, que es el tiempo donde estuvieron resistiendo las mujeres. Sí, hay proyectos en fase de exploración, pero no de explotación y esto gracias a la lucha de las mujeres que han tenido que resistir por la defensa de sus territorios.
A la agresión de agotar todas las fuentes de vida que están defendiendo las mujeres en primera fila, se suma la agresión a los cuerpos de las mujeres. Todo ello se está organizando internacionalmente en torno a lo que yo llamo fundamentalismos religiosos, que lo que hace es utilizar la religión organizada para controlar los cuerpos de las mujeres. ¿Y por qué? Porque ese es el cuerpo que está en primera fila resistiendo.
En Ecuador, el Estado está en una alianza abierta con capitales internacionales, sobre todo China y Canadá, y están en varias partes del país con proyectos de exploración. Estos capitales están operando en alianza con el Estado nacional que le hace de guardia privada a las mineras, porque le otorga nuevas funciones a las fuerzas policiales y militares y despliega operativos combinados que lo que hacen es vigilar los territorios. Es decir, el Estado cumple la función de guardia privado de la megaminería, pero para ello existe una alianza entre grupos de poder de la iglesia asociados con ciertos grupos empresariales.
Lo ilustro con un ejemplo: las mujeres cuando acuden a un centro de salud, para ello requieren cruzar un largo camino para después llegar a la ciudad, y cuando llegan los funcionarios del centro de salud les dicen que cualquier forma de anticoncepción está prohibida, que cualquier modo de anticoncepción crea ‘malas mujeres’ y como ellas vienen de un pueblo guerrero, entonces ‘los clanes tienen que seguir reproduciéndose’. Finalmente, terminan teniendo 8 partos en 30 años de vida, entonces esos cuerpos quedan afectados, esas vidas quedan enormemente precarizadas.
Nos vamos a quedar sin agua pura en pocos años de permitir la avanzada de las mineras y estamos ignorando las voces de científicos sociales, feministas y mujeres que están proponiendo escenarios postextractivistas para salir de estas economías.
Las que tienen esta claridad son las defensoras de la tierra que están en primera fila y nos están diciendo que nuestros propios cuerpos también se están contaminando. Nos están tratando de hacer entender cómo esos proyectos neocolonizadores, también están colonizando el cuerpo, y las nuevas formas de fundamentalismos también están pasando por nuestro cuerpo.
Somos de esas voces de nuestros territorios que llevan mil años diciendo lo mismo, la caza de brujas lleva mil años y está históricamente documentada en un libro muy importante escrito por Silvia Federicci. La lucha de nuestros feminismos llevan más de mil años y nosotras no vamos a retroceder. Por lo menos en Ecuador hay tres casos de comunidades que lograron detener la minería a través de las luchas. Ustedes pueden mirar en los casos de Molleturo, Río Blanco y Jirón, en donde se logró realizar por primera vez la consulta previa vinculante, en la parroquia de Jirón, en donde las mujeres estuvieron en primera fila.
No quería dejar de contarles esta experiencia de lucha de las mujeres. Así como hemos resistido desde hace mil años ahora, también, juntas estamos logrando resistir y se pudo detener desde la fase de exploración con el 89% de la población en contra de la megaminería.
Cristina Burneo
Escritora ecuatoriana. Docente de la Universidad Andina Simón Bolívar,
especialista en derechos humanos y género. Es autora de “Las mujeres que narran
la guerra”, donde analiza las dinámicas sociales del pueblo Shuar en Ecuador,
desde la aprobación de la explotación minera en territorio nativo. También es
co-autora del libro ‘Develando la retórica del miedo de los fundamentalismos:
La campaña Con mis hijos no te metas en Colombia, Ecuador y Perú’.