Por Amanda Meza
Mientras veías a Perú en el Mundial y te electrizabas con el juego de las otras selecciones internacionales, en el Congreso hacían de las suyas nuestros otoronguismo de siempre. Pero, además, solo entre el 18 y el 19 de junio antes de que culmine la legislatura, se presentaron hasta 42 proyectos de ley de variado contenido. Muchos de la bancada fujimorista que siempre nos hace sospechar.
El Congreso se aprovechó del corazón futbolero con la mirada puesta en Rusia y repartió a diestra y siniestra sus proyectos de ley. Y, claro, sin contar a los parlamentarios que abusan del derecho a la licencia (que debería ser solo en situaciones de emergencia bien sustentadas), para irse al país de Putin.
Así las cosas, no hay que perder de vista las peores leyes que se presentaron en tres semanas de tensión y angustia de la hinchada. Leyes con nombre propio, con bancada propia. Y que quede como Memorex. Haciendo una lista tenemos:
Ley Mulder: que prohíbe la publicidad estatal en medios de comunicación privados. Una ley presentada por el aprista Mauricio Mulder, pero apoyada en votación mayorista por los fujimoristas. TC admitió a trámite demanda del Ejecutivo para anularla.
Ley Chlimper: ampliar beneficios hasta el 2031 para las grandes empresas agroexportadoras. Hoy, hay más de 270 mil trabajadores bajo el régimen laboral agrario. Sin embargo, la situación de los trabajadores no es nada buena. Ganan en promedio 1,400 soles, pero sin derecho a gratificaciones sin CTS ni la mitad de vacaciones, lo que para ese salario implica por cada trabajador una pérdida de 4,900 soles anuales en favor de las empresas.
Ley Karina Calmet: que pretende controlar los contenidos y producción de las películas nacionales. El proyecto de la fujimorista fujimorista María Melgarejo, prohíbe que en los concursos organizados por el Ministerio de Cultura sean seleccionadas películas que incurran en “apología al terrorismo”. Y propone la creación de una mesa de trabajo en la que participaría un congresista. Pero, ¿quién define que es apología? ¿Los mismos que atacaron La Casa Rosada? ¿Más Donayres? ¿Más Karinas Calmets?
Ley Letona: contra control a las cooperativas, proyecto que buscaba aprobar la creación de la Superintendencia de Entidades Solidarias para fiscalizar al sector, cuando esa tarea le corresponde a la Superintendencia de Banca, Seguros y AFP (SBS).
Ley Chatarra u octógonos: Después de cinco años, finalmente el Ejecutivo publicó el manual de etiquetado para los alimentos procesados, con la finalidad de impulsar en la ciudadanía un mejor hábito alimenticio y contrarrestar las cifras de obesidad en niños y jóvenes. Los fujimoristas proponían etiquetado semáforo que, según expertos, no motivaba el cambio de hábito e impedía al consumidor saber si el producto era beneficioso o no.
Ley Keiko: contra Julio Guzmán y Verónika Mendoza, insistiéndose en que queden fuera de carrera. Proyectos impulsados por Mauricio Mulder y Richard Acuña buscan militancia mínima de tres años en un partido para postular al Congreso o a la Presidencia.
Ley Clayton: proyecto del parlamentario fujimorista Clayton Galván en alianza con el Colegio de Periodistas del Perú que pretendía colegiatura obligatoria para profesionales de Ciencias de la Comunicación, pese a que es inconstitucional. Finalmente, ante la crítica, fue retirado.
Ley Día Nacional del Fútbol: No faltaba más que el Congreso quisiera subirse al coche de la fama de la Selección. La fujimorista Yesenia Ponce tuvo que retirar su proyecto que no solo fue pifiado sino que, además, se le acusó de plagiar partes de artículos de Internet.
Ley que crea Día de la aceituna: Presentado por el fujimorista Guillermo Martorell al término de la legislatura, el jueves último, lo que demuestra que las prioridades de los parlamentarios con los problemas del país están siempre alejados.
Así las cosas hay que prepararnos para un vendaval de kortinas que irán surgiendo en estos meses en los que comienza a encender la pradera de las elecciones municipales y regionales. Sin Perú en el Mundial, nos queda concentrarnos ahora, en un partido difícil de cara al 2021. Ese año que el gobierno impulsa como si fuéramos el mejor país del mundo cuando tenemos serios conflictos de democracia, pobreza, seguridad, trabajo, migración, medio ambiente, derechos humanos y demás.
Es un tiempo de vigilancia ciudadana. Y de actuar para evitar luego el lamento.