A propósito de las declaraciones de la ministra Rosario Sasieta respecto a que es un “tema de conciencia” hablar de la interrupción del embarazo de las niñas y que el tema de la adopción de niñxs por personas LGTBIQ es un “tema de alcoba”

Es muy peligroso que de un tiempo a esta parte los temas referidos a derechos sexuales de las mujeres -sean estas niñas o adultas- no se puedan hablar no solo por razones de ‘conciencia personal’ como diría la ministra de la Mujer, Rosario Sasieta, sino que hay un fondo mucho más perverso en el silencio de las autoridades.

Primero fue el propio presidente Martín Vizcarra, quien parecía no poder decir la palabra «género», cuando se le exigían políticas eficaces para la erradicación de feminicidios en pleno debate público propiciado por los sectores religiosos más extremistas del país, tanto desde los católicos como evangélicos, muchos de ellos simpatizantes, aliados e integrantes de la campaña Con mis hijos no te metas que se opone y mal informaba intencionalmente sobre el enfoque de género en las escuelas.

Ahora, conocemos la tambaleante opinión de la ministra Sasieta que no toma una postura clara sobre el derecho de las niñas que son violadas sexualmente a recurrir a la interrupción del embarazo, que pone en peligro su salud y sus vidas. Y a la pretensión de ‘retornar al clóset’ el tema de las adopciones por personas lesbianas, gays, trans; cuando la orientación sexual o identidad de género no descalifica a nadie para afrontar la responsabilidad de una familia.

Es curioso cómo para evitar la confrontación con los grupos extremistas discriminadores o no chocar con lo que piensan los fanáticos religiosos y los políticos oportunistas que usan la religión para lavar sus entuertos; se siga condenando a niñas, mujeres y otras poblaciones vulnerables a la exclusión, la discriminación y la muerte.

Ese silencio es cómplice de un sistema de justicia que no avanza y sigue sentenciando a muerte no solo a niñas, sino a miles de mujeres.

Es cierto que las niñas son prioridad y ni siquiera deberíamos estar discutiendo que accedan al aborto, porque su derecho es tener una vida libre de violencia y no condenarlas a la marginación y la pobreza que viene con una maternidad precoz. Ya ni siquiera tendríamos que estar discutiendo tampoco el aborto terapéutico que se aprobó hace casi un siglo. Y más bien deberíamos estar hablando en voz alta del acceso al aborto en todos los casos de violación, de niñas y mujeres adultas, porque todas, todas, son vulnerables de morir por abortos practicados en condiciones de terror.

El protocolo del aborto terapéutico también se ha quedado corto, teniendo como requisito que una Junta Médica apruebe o rechace las solicitudes de niñas y mujeres que deben recurrir a él. ¿Y si esos médicos por cuestiones religiosas no les da la gana de aprobar la intervención? ¿Y si piensan como la ministra Sasieta que es un tema de ‘conciencia’? Se necesita poner fin a esos obstáculos.

Este silencio o hablar de lo ‘políticamente correcto’ o de no chocar para no confrontar, es lo que sigue cada día matando mujeres.

Es también lo que no ha permitido hasta ahora conocer qué piensa el presidente de la República, Martín Vizcarra, sobre el acceso al aborto legal, gratuito y seguro. Y le hago la pregunta desde esta tribuna, ya que para realizar una pregunta en sus conferencias de prensa, el ‘sorteo’ al que estamos sometidos lxs periodistas es casi como sacarse la Tinka.

Queremos respuestas claras y posturas firmes. Si vamos a seguir siendo un país que habla ‘por lo bajo’ y cómplice de muertes; entonces asumamos esa responsabilidad. De lo contrario dejen de proclamarse defensores/as y aliados de los derechos humanos. Que para show ya tenemos bastante.