En Otuzco, la población se organizó en contra de una minera conocida en Brasil por las dos tragedias ambientales más críticas del país.

Por Álvaro Meneses
Fotos: Juan Zapata

Cada cierto tiempo, el agricultor Olmedo Chávez Lázaro de la provincia de Otuzco, en la sierra de la región La Libertad, se traslada junto a otros campesinos a las alturas del cerro Urpillao, hasta llegar a la microcuenca Sogochan, para darle mantenimiento a sus caminos comunales y canales de agua que a duras penas los abastece durante parte del día: desde las seis de la tarde, a menos que tengan un tanque o reservorio en sus casas, el agua desaparece de sus caños hasta la mañana siguiente.

A fines de enero del 2018, cuando la temporada de lluvias llegaba a su fin, a Olmedo junto a decenas de agricultores les tocaba nuevamente hacerse camino entre la maleza que cubre la ruta para llegar a la zona alta del cerro. Una camioneta se detuvo y el conductor aceptó dejarlos cerca a la microcuenca Sogochan.

Al bajar, Olmedo -que conoce los rostros de su pueblo- reparó en que no se le hacía familiar la camioneta ni el chofer. Lo poco que pudo averiguar en ese momento fue que el sujeto era parte de un grupo de trabajadores de una minera brasilera Vale y que acababan de llegar a la zona en busca de minerales. Lo que pudo conocer después sobre esa minera, sin embargo, desató la organización de los habitantes de todo el pueblo para marchar en defensa de su microcuenca.

Cada cierto tiempo, los agricultores de Otuzco suben al cerro Urpillao para darle mantenimiento a sus caminos comunales y canales de agua. Foto: Juan Zapata.

Microcuenca en peligro

Días después de lo sucedido, un folleto verde que presentaba el proyecto de exploración de minerales ‘Eposuyay’ en Otuzco llegó a manos de Olmedo. El volante, con infantiles gráficos, afirmaba que el proyecto no se ubicaría en el cerro Urpillao ni que usaría agua de la microcuenca Sogochan, única fuente de agua del pueblo.

Con esa misma información, la minera Vale ya había realizado dos talleres informativos en varios caseríos de Otuzco. La información que se encuentra en su Declaración de Impacto Ambiental, en cambio, es contradictoria e incluso fue observada por la Autoridad Nacional del Agua (ANA) y el Ministerio de Energía y Minas: el mismo documento técnico sostiene que para el proyecto se tomaría agua de la microcuenca Sogochan como punto de captación de agua.

Con una inversión de 4 millones 551 mil 828 dólares, el proyecto ‘Eposuyay’ de la minera Vale estimó que necesitaría cerca de 18 mil 420 litros de agua por día para las 24 perforaciones que planea realizar para la exploración de minerales en Otuzco durante once meses.

La microcuenca Sogochan, ubicada en el cerro Urpillao, es la única fuente de agua que abastece al pueblo de Otuzco. Foto: Juan Zapata.

En la zona donde se harían las excavaciones también existen, por lo menos, 13 tipos de plantas incluidas en la Lista Roja de especies amenazadas de la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (UICN), 11 ubicadas en la categoría de “Preocupación Menor”, una especie calificada como “En Peligro” y otra como “Vulnerable”. Además, se hallaron especies de animales en la Lista Roja de la UICN por encontrarse “casi amenazadas”. 

El mismo estudio de impacto ambiental de ese proyecto reconoce que “este bosque alberga especies de gran importancia para la biodiversidad nacional, además de especies de flora y fauna endémicas o protegidas para la conservación”. Para Olmedo, en cambio, es más que un bosque: “Estamos en peligro de quedarnos sin agua, ellos traen un equipo que hacen huecos hondos, hondos… que podrían cruzarse con canales internos y secar, por ejemplo, un puquio (manantial), y desaparecería”.

Olmedo ni siquiera necesita salir de su región para imaginar lo que podría pasarle a su pueblo. El agricultor de Otuzco sabe que en Curgos, un distrito ubicado en la provincia de Sánchez Carrión (La Libertad), el 70% de habitantes no tiene desagüe y que hay casi 15 caseríos de zonas rurales que no conocen el agua potable. “No queremos eso para nuestro pueblo”, concluye.

El dirigente Olmedo Chávez, señalando el lugar donde se realizarían las perforaciones para explorar minerales. Foto: Juan Zapata.

Pese a los riesgos encontrados en el estudio de impacto ambiental, el documento técnico del proyecto fue aprobado por la Autoridad Nacional del Agua, mientras que el Ministerio de Energía y Minas autorizó el inicio de las excavaciones. Al enterarse, Olmedo quedó confuso, y un temor escalofriante lo invadió cuando conoció más sobre el pasado de la minera detrás del proyecto. 

El mortal pasado de Vale

Tres años antes de llegar a Otuzco, exactamente el 5 de noviembre del 2015, a las 3:30 de la tarde, colapsó el gigantesco embalse Fundao de 3,4 millones de metros cuadrados (62 veces más grande que el estadio del Barcelona), lleno de residuos mineros que lucía como lodo color ladrillo y arrasó con el pueblo Bento Rodríguez, del estado de Minas Gerais, en Brasil.

La estructura colapsada le pertenecía a la empresa Samarco, controlada por las compañías BHP Billiton y Vale. Solo en la primera media hora de la tragedia ambiental, el derrame cargado de arsenio, cadmio, plomo, cromo, niquel, mercurio y otros metales pesados y tóxicos, dejó 19 muertos y continuó su curso por el río Doce, hasta llegar a los pueblos Paracatu de Baixo y Gesteira. Cientos desaparecieron junto a sus casas.

Trayecto del derrame de residuos mineros que contaminó las aguas de por lo menos tres pueblos del estado de Minas Gerais, en Brasil.

En su momento, el gobierno brasileño calificó el accidente como un “catástrofe ambiental”. Y pudo evitarse: en 2009, la empresa Samarco encargó la elaboración de un plan de gestión de riesgos a una consultora especializada de Sau Paulo, para que realicen un monitoreo diario de la infraestructura del embalse, elaboren un protocolo de alertas para las poblaciones aledañas, construyan diques que detengan un posible derrame, instalen sirenas y monten simulacros. El servicio, con la excusa de reducir costos, finalmente no se concretó.

Dicho desastre ambiental no fue el único que salpicó sobre el nombre de la minera Vale. El 25 de enero del año pasado, desde el mediodía, una avalancha de 13 millones de toneladas del mismo color naranja ladrillo y cargado con los mismos metales pesados, inundó el pueblo de Brumadinho, también del estado de Minas Gerais.

El desastre, que dejó más de 300 víctimas mortales, desaparecidos y contaminó el río Paraopeba que abastece a 48 municipios, también pudo evitarse. Según una investigación del medio digital The Intercept, la minera Vale conocía las deficiencias de ese embalse por un informe elaborado en 2015 que enumeró fallas de seguridad como grietas y erosiones superficiales. Esa información fue omitida en el Informe de Impacto Ambiental del 2017 de esa represa.

En 2019, otro derrame de residuos mineros también arrasó con otro pueblo del estado de Minas Gerais. Foto: Mauro Pimentel/Getty Images.

El hallazgo del portal brasileño es contundente: “Lo que descubrimos, y está documentado y confirmado por el ingeniero responsable del proceso de licencia, es que la información importante sobre la seguridad de la presa quedó fuera del documento publicado por la compañía para la comunidad afectada por el proyecto”.

Por ese desastre, en enero de este año la Fiscalía presentó una acusación por homicidio con dolo y delitos ambientales contra 16 altos funcionarios e ingenieros de Vale, entre ellos el exdueño de la empresa, Fabio Schvartsman, quien semanas antes de la tragedia habría recibido un correo anónimo que le alertó: “las balsas están al límite”. Todos ellos podrían terminar con 30 años de cárcel.

A la marcha

Desde Otuzco, y con una sensación de peligro próximo, Olmedo tomó su moto y recorrió los rincones de su pueblo hasta formar el Frente de Defensa del Medio Ambiente y la Agricultura del Cerro Urpillao y sus Microcuencas. El 23 de mayo de 2018, Olmedo pudo reunir a 20 dirigentes de diferentes caseríos de Otuzco y acordar las medidas que tomarían contra Vale.


Una de las medidas pactadas fue el envío de cartas a los ministerios del Ambiente, Salud, y Energía y Minas, donde pidieron información sobre los posibles riesgos que el proyecto podría traer a la población. Solo el MINEM respondió, aclarando que la minera Vale haría exploración del lugar, mas no la explotaría.

“Pero quién invierte más de cuatro millones de dólares para solo explorar un lugar”, se pregunta Olmedo.

Otuzco. Foto: Juan Zapata.

Otuzco no era el único lugar en la mira de Vale. Solo hasta el año pasado, la empresa realizó por lo menos 18 pedidos para explorar minerales dentro de áreas consideradas reservas biológicas en Pará y el Amazonas de Brasil, según los reportes de la Agencia Nacional de Minería de ese país.

El temor de Olmedo se replicó entre sus paisanos y dio pie a la primera marcha contra el proyecto a fines de junio de 2018, que reunió a cerca de 200 agricultores de Otuzco. Recién en la cuarta marcha, el Frente de Defensa del Medio Ambiente y la Agricultura logró movilizar a más de mil locales en contra del proyecto hasta que Vale se retiró del pueblo.

Tras cuatro masivas movilizaciones, la población de Otuzco logró que la minera Vale se retire del pueblo. Foto: AMAS.

Sin embargo, la licencia otorgada por el Ministerio de Energía y Minas para explorar minerales en la zona sigue vigente. Y las alertas de Olmedo y el pueblo también.