¿Gana un anfibio latino maltratado por el poder gubernamental o una madre que busca justicia en un EE.UU. sureño de policías racistas? ¿Un modisto neurótico y exquisito de Londres o un afroamericano sometido a las reglas de un entorno enrarecido de blancos de clase alta? Cada edición anual de los premios Oscar es toda una experiencia para medir los criterios que priman en los miembros de la Academia para definir a las favoritas de la temporada. Desde hace algún tiempo que el Oscar no se caracteriza por premiar a las mejores películas por sus valores cinematográficos, sino que su propósito parece marcar la pauta sobre qué temas o marcos morales deben gobernar el cuerpo de las películas. No se premia, digamos, el aire fresco en el cine, sino a los argumentos más edificantes, a aquellos que apuesten por transformar algunos sentidos comunes sobre modos de ser y actuar: la salvaguarda de la familia, el poder de la amistad, la tolerancia como vital valor social. Se premian manuales de conducta antes que proezas fílmicas; se enaltecen propuestas que hagan de Hollywood un espacio de oportunidades para hacer de la sociedad un espacio de mejor convivencia. Mientras un film narre las vicisitudes de un personaje sufriente en una sociedad cerrada y castradora, más serán sus posibilidades de lograr una presea.

¿De todas las principales nominadas este 2018, cuáles son las que tienen más posibilidades de ganar bajo estos preceptos temáticos? Sin duda, La Forma del Agua de Guillermo del Toro sería la favorita de los miembros, pero no necesariamente por tratarse de un film que evoca las fórmulas del cine clásico o porque esté lleno de guiños al musical y las viejas glorias de la televisión americana desde el género fantástico, sino porque la víctima mayor en la película es un ser anfibio que proviene de Sudamérica. En tiempos en que la política xenófoba de Donald Trump viene ya haciendo mella en las políticas migratorias y sociales en EE.UU., que una estadounidense de apellido Esposito y de clase obrera se meta a una base militar y científica para raptar a un “dios” latino se vuelve en el mensaje aleccionador para los políticos que viven en contra de los Dreamers y demás desclasados e ilegales. ¿La Academia se fajaría por resaltar la injusticia contra los migrantes? Más bien pondrán énfasis en la necesidad de amar al otro a pesar de que se trate de un monstruo sexy con cuerpo de Adonis. Es decir, el migrante ya no tiene que ser representando como un chicano, un “coyote” que cruza la frontera, o alguien exotizado como la latina que tiene un sombrero de frutas o baila mambo. Ahora el latino tiene el aspecto del mito y la metáfora, de un dios esbelto, un macho reptiliano y con poderes, que va al cine, que cura y cae bien.

Más allá de algún mensaje ecológico o de tolerancia a la otredad, lo que la nominación y posible triunfo de La Forma del Agua propone es resaltar que el poder gubernamental que trabaja con las reglas de los bajos fondos recibe su merecido.

El efecto #MeToo

Si el tema migratorio está marcando la agenda en la Academia (así como lo fue el año pasado el tema de la afirmación de identidad LGTB con Moonlight, producto también de la campaña #OscarsSoWhite o la denuncia a una iglesia católica apañadora de pedófilos en Spotlight), también lo es la agenda del #MeToo. La nominación de Greta Gerwig como mejor directora, o la inclusión de Rachel Morrison como nominada a mejor cinematografía no solo se han convertido en hitos, sino en el efecto instantáneo de la campaña contra el acoso sexual en la industria del cine.

Pero el efecto #MeToo no solo estará reflejado en los chistes de la ceremonia, en la presentación de los nominados, sino en su contradicción. Es decir, uno de los mejores films entre las nominadas, Tres anuncios por un crimen de Martin McDonagh, lograda reflexión sobre las mecánicas imposibles de la justicia en un entorno machista y racista, podría ser el más olvidado de la noche. Una película con una protagonista (Frances McDormand) que podría ser descrita como misándrica (que muestra un desprecio a los hombres ante todo), que lidia con un sistema que se resiste a hallar al violador y asesino de su hija adolescente, pondría demasiado énfasis en la putrefacción de un sistema policial, el cual sería mejor seguir manteniendo bajo la alfombra. El #Metoo para el showbiz pero no para afianzar los grandes temas de la temporada.

Las predicciones

Aquí la lista de los posibles ganadores en las principales nominaciones según el espíritu de la Academia y los que ganarían si existiera un mundo paralelo:

Mejor película: Gana La Forma del Agua pero debería ganarlo El hilo fantasma de Paul Thomas Anderson (es casi un acto sobrenatural que haya logrado nominaciones, de lejos uno de los mejores estrenos que tendrá la cartelera peruana durante este año) o la espléndida Llamame por tu nombre de Luca Guadagnino.

Mejor director: También lo gana el latino Guillermo del Toro, pero lo debería ganar como acto de justicia Paul Thomas Anderson. Aunque la Academia no suele premiar al director que gana mejor película, la otra opción podría ser Greta Gerwig (como efecto amable del #MeToo).

Mejor actor: El 95% de la actuación de Gary Oldman en La Hora más Oscura me parece producto del maquillaje, sin embargo el actor que logra dramáticas trasformaciones suele llevarse la presea. Me quedo con el último papel en el cine de Daniel Day-Lewis en El hilo fantasma.

Mejor actriz: Lo ganará Margot Robbie, por su papel en Yo, Tonya, y dejará con los crespos hechos a una impecable  Frances McDormand.

Mejor actor de reparto: Se lo lleva Richard Jenkins, por su papel de gay amable y heroico en La Forma del Agua. Pero debería ganarlo Sam Rockwell, como policía racista en Tres anuncios por un crimen.

Mejor actriz de reparto: Laurie Metcalf en Lady Bird encaja en el papel de madre sofocante que suele gustar a la academia, tanto como el de Allison Janney en Yo, Tonya. No hay mundo paralelo para esta nominación.

EN CARTELERA

El Hilo Fantasma de Paul Thomas Anderson. Si bien trata en una primera capa sobre los interiores de una casa de modas en la Londres de los años cincuenta, es más bien un film sobre el amor insano entre un neurótico maduro y una joven que encuentra la fórmula para seguir manteniendo la maquinaria de este amor extraño. De lo mejor que podrán encontrar en cartelera este fin de semana y que quizás se vaya con las manos vacías este domingo en la ceremonia de los Oscar.

The Square de Ruben Östlund. Es una de las nominadas a mejor película extranjera, y se trata de una crítica nada sutil sobre el entorno del arte contemporáneo en una Suecia sacudida por los efectos de la migración y la crisis económica en la Comunidad Europea. Queda solo en una sala, así que tomen precauciones. Lo mejor: una performance de un artista que simula ser orangután e irrumpe en una cena a beneficio de la clase alta sueca.