“Ménage à trois” es una frase en francés que se suele usar para describir tríos amorosos y sexuales, usualmente de personas que viven bajo el mismo techo. El cine está plagado de historias de a tres, desde Jules et Jim de Francois Truffaut hasta Y tu mamá también del mexicano Alfonso Cuarón, o del clásico de Jean Eustache, La mama y la puta, donde el romance entre tres tiene su correlación con la transformación social del Mayo del 68, hasta el film Los Soñadores de Bernardo Bertolucci, donde Eva Green vive un acuerdo doméstico con Louis Garrel y Michael Pitt, teniendo como telón de fondo la misma revuelta política.
Los romances de a tres en el cine suelen mostrar un modo distinto de abordar las relaciones humanas y de pareja, sobre todo para hacer énfasis en una moral antiburguesa y libre de prejuicios. Más que triángulos amorosos en crisis, lo que los tríos muestran es la exploración física y la caída de barreras de diverso calibre. Así, los “ménage à trois” se vuelven un ejemplo del poliamor, es decir, de relaciones amorosas entre varias personas de manera simultánea y consentida.
Que una película peruana, Sobredosis de amor, se promocione como “tres amigos + mucho alcohol + una cama”, ya prometía abordar un tópico poco explorado en el cine nacional. Escapar del estereotipo Danny Trejo + Lindsay Lohan + Dina Lohan de Machete, es decir, ir más allá de la versión peruana del mafioso o narco metido en una tina con dos voluptuosas rubias como puesta en escena del popular “trío”, (sino recordar Django, sangre de mi sangre), para centrarse en la historia de una joven que por fin se metía en la cama con dos tipos, ya parecía algo revolucionario para las pacatas pantallas peruanas. Sin embargo, el desarrollo del film ofreció otra cosa.
En la comedia Sobredosis de amor de Jesús Álvarez Betancourt, que sigue en cartelera, se aborda el tema del trío pero de un modo discreto o conservador; es más, podría decir que se trata de una “estafa” de trío. El film juega más bien a la ambigüedad, que es un recurso muy típico de la comedia de enredos, el hecho de jugar a ver si algo sucedió o no el famoso trío, a optar por un juego de apariencias. Y allí no radica su gran problema.
La puesta que elige Álvarez Betancourt es la de la comedia romántica, apelando a un tipo de humor ingenuo, donde la protagonista se muestra indecisa de casarse tras tomarse unos tragos y amanecer en la misma cama con sus roommates. Así, el film pasa de la fórmula del stand up comedy al drama telenovelero, de la mano de diferentes recursos visuales que van acorralando al film (vale recordar las escenas de los preparativos para la boda supuestamente ostentosa y del año, para luego ver una ceremonia deslucida de apenas media docena de invitados y un cura con guiños a algún apóstol). Y conforme avanza el metraje, la moraleja del film llega de modo fácil y resumido: el poliamor no existe, o es demasiado moderno para un mundo donde el amor solo se puede dar entre un hombre y una mujer. Es decir, el “ménage à trois” hubiera sido demasiado.
En Sobredosis de amor estamos lejos de las escenas orgiásticas de Bala Perdida, el film de Aldo Salvini, que mostraba a un grupo de limeños en un viaje de tonos lisérgicos por el Cusco. Ese no es su propósito claramente, de ser un film que despega tras una noche de alcohol o drogas al estilo de la comedia estadounidense ¿Y qué pasó ayer?, pero lo señalo porque el recurso del “ménage à trois” se vuelve en un falso “jalador” de la película, que aborta cualquier posibilidad de goce sin culpas, para convertirse en un caso de triste y simple infidelidad más culpa.
Para el personaje de Gianella Neyra, el hecho de acostarse con dos tipos a días de su noche de bodas es impensable a menos que se trate de una revelación de amor. Así, conforme avanza el metraje se borra violentamente la posibilidad de una relación de a tres, y que el cineasta se encarga de desmantelar a punta de lugares comunes y notas cómicas esperpénticas (como el personaje de Pietro Sibille) que ya ni quisiéramos recordar.
EN CARTELERA
Ready Player One: Comienza el juego. Hace poco tuvimos una película de Steven Spielberg en cartelera, The Post, Los oscuros secretos del Pentágono, que permitió ahondar en la faceta del cineasta dentro del drama histórico. Pero esta vez se trata de un film fantástico de realidad virtual que apela mucho a la nostalgia, como suele mandar la moda. Harto guiño cinéfilo en un film que cumple su propósito: ser un cóctel de algunos motivos de la ciencia ficción de entretenimiento.
Puntuación: 4
Basada en hechos reales. Roman Polanski vuelve a las salas limeñas. Esta vez con un film reverso de El escritor oculto, uno de sus anteriores filmes, puesto que los motivos del escritor y su fantasma creativo aquí son recuperados pero desde roles femeninos. Un thriller que adapta la novela de Delphine De Vigan, en un guion del gran Oliver Assayas y del mismo Polanski. Como en Mujer soltera busca, Emmanuelle Seigner conoce a Eva Green y entablan una relación extraña y atosigante desde un tono con sabor a déjà vu.
Puntuación: 3