«La Patria me dejó huérfano de sueño.
Desde su ventana colonial, me miró ir sin nación.
Mi sueño caminó la calle de mi comunidad
Y en un rincón humilde comía del amor de mi abuela para inspirarse”.

| Por Kevin Huamani Ochoa

¿Por qué elegir ser escritor hoy en día? Bikut Sanchium encontró un camino con luces y sombras en la literatura por donde alzar su voz sobre la realidad precaria en la Amazonía peruana. Él es economista y gestor ambiental, columnista y escritor awajún. Su último poemario “Ríos de Patria” busca reflexionar sobre la idea de una nación en el Perú desde sus fracturas, la Amazonía como territorio y lo indígena como una identidad viva. ¿Qué es sentirse peruano en la Amazonía? 

Pasaron casi dos meses desde que Bikut Toribio Sanchium Yampiag llegó a Lima tras presentar su poemario “Ríos de Patria” en el colegio Fe y Alegría N°55 ubicado en Imaza, Bagua, Amazonas. Para él ha sido un suceso contradictorio y a la vez revelador. “Hablar allá del libro es diferente. Pues, es con personas que tienen precariedad en la formación educativa, lo que limita el acceso a la comprensión con facilidad de los libros y todo lo relacionado a este. Y cuando se habla en el libro de algo propio, de que sirve como instrumento para expresarse y denunciar, la población le da valor, levanta la cabeza a partir de los escritos, una vez que saben de qué se trata y se sienten parte.”, reflexiona Bikut sobre lo que experimentó en la presentación de su poemario.

¿Eres el primer escritor peruano awajún? ¿Cómo sientes eso? Tu presencia es casi como una irrupción junto a la realidad que plasmas en “Ríos de Patria”.

No, no soy, hay otro. Está Larry Gutiérrez quien escribió la primera novela. Luego está mi persona en la poesía. También Dina Ananco, que creo es de padre Awajún y madre Wampis. Ella escribe en Wampis-Castellano, en bilingüe. Con mi escritura quiero que se sepa lo que está pasando en nuestra Amazonía. En el resto de cosas no me he puesto a pensar, en ser el primer escritor o poeta, o ser el centro de atención o acaparar pantallas. Pienso en si vale la pena lo que he hecho, si tendrá un efecto en generar interés de voltear a ver a la Amazonia, la periferia, la pobreza y la fractura que tenemos en el país. En esto ando esforzándome y observando, y viendo la problemática de la Amazonía. Todo lo que pasa en la Amazonía no me deja tranquilo, porque soy de allí, es imposible callarse porque sabes, porque has visto.

¿Qué has encontrado en la literatura?

He encontrado mucha libertad. Puedo encarar a cualquier persona a través de la literatura, no tengo fronteras, no tengo miedo. Las letras no tienen límites, son como un viento que va volando. El viento corre y las letras van igual. A partir de esto puedo hablar. Esto es lo que he encontrado, libertad. Hablar sin tener en cuenta el lugar de origen, la clase social, la ideología política. Si nos centramos en la discusión estrictamente política en el Perú, la clase política del siglo XXI no está a la altura para un debate madura y razonable, solo sabemos insultarnos. Así que, simplemente, te pueden bloquear, eliminar del escenario y te terruquean, que es la peor expresión de la mediocridad política. En la poesía hago política y me preparo en esa línea para intercambiar discusiones con diferentes miradas políticas con el interés de aportar al país, porque además más adelante nos tocará a asumir responsabilidades frente a la realidad del país.

¿Cuál es tu inspiración para “Ríos de Patria”?

Yo creo que es el dolor, el sufrimiento. Quizás algunos escritores o poetas se inspiran en alguien o musas, pero yo no. Mi cabeza a veces cuando ve y sabe lo que ocurre, no me deja tranquilo, pero eso no es suficiente. Lo que ocurre en mi cabeza al final me afecta al corazón, el dolor, el sufrimiento. He escrito más veces sufriendo, llorando o preocupado, a veces enojado. Aunque evito escribir con enojo. No es sano escribir con desprecio a las personas; no quiero violentar a alguna persona. Sabemos que las personas pobres sufrimos de hambre, sabemos cuánto duele no comer. A pesar de tener mucha capacidad y sueños, creo que morimos más de hambre porque no tenemos posibilidades. De hecho esta es una herida que nuestro país sufre. ¿A quién no le puede doler o preocupar saber todo esto? Uno de mis versos dice “escribo poemas tristes, desnudos, dolorosos”, creo que por allí hay una idea de cómo escribo. Se sufre mucho al escribir y no solo por los problemas que vas conociendo y explorando, sino porque cuesta escribir en el Perú. Yo soy pobre, no tengo dinero y nadie me paga por escribir. Este poema lo he escrito en mi pobreza cuando no tenía dinero, trabajo ni para comer, pero tenía que hacerlo, tenía mucho que escribir.

Foto: Kevin Huamani

«Un día la justicia vendrá caminando para vivir entre árboles»

Con este libro, ¿Qué ha cambiado en ti?

Cuando se es joven se piensan muchas estupideces. Por ejemplo, yo antes solo quería publicar. Luego quería ser conocido, famoso y creo que es humano pensar en eso; y después quería escribir el mejor libro. Pero fueron mentiras infantiles. Primero, cualquier persona puede publicar cualquier libro si tiene dinero, publicar no te hace un escritor. No puedes escribir el mejor libro si no has explorado la profundidad de las cosas de la vida. ¿Qué iba a decir si no había visto nada de esto? Creo que seguiría los consejos de Rulfo porque creo que funcionan en mí, hay que hacer otras cosas, o sea hay que ir a bañarse, a caminar, a cuidar a los perros, hay que cocinar; en las cosas sencillas está la tranquilidad, emoción y belleza. Quién nunca se ha sentido feliz con una comida bien sabrosa y nosotros queremos viajar a París para ser feliz. Lo que me importa de escribir es que se denuncien las cosas y se hagan las cosas. Y además, no basta tener capacidad para ser escritor si eres pobre en el Perú o Latinoamérica, no es suficiente la capacidad. Tienes que tener, posibilidades, logística, condiciones económicas e incluso políticas para poder influir.

¿Consideras que es un privilegio escribir?

Es un privilegio en el Perú, de hecho leer lo es. A veces creemos que en el Perú leemos poco porque no nos interesan los libros, Esto es media verdad. ¿Quién va a leer después de 8 horas de trabajo en Lima y luego de viajar 4 o 3 horas ida y vuelta y luego tienes que comer en una hora? Allí van 13 horas y luego a dormir. ¿En qué momento le dedicas tiempo a la familia, a cocinar, a limpiar tu cuarto y en qué momento lees? Para leer se necesita una o dos horas. Por eso, no sé cómo me he atrevido a esto, pero no me arrepiento. Con azotes he encontrado el camino, pero no lo recomendaría si no se está listo para vivir una vida difícil. Los escritores en el Perú que tienen una fácil consolidación son quienes tienen un privilegio, son quienes tienen las puertas abiertas. Y luego estamos la gente provinciana, deshierbando la chacra un poco y no todos llegamos a sentarnos en el trono de las letras. Hay que pelear, luchar y hacerse respetar.

«El camino de la República es intransitable:
Hay muertos llorando,
hay heridas incalculables,
graves enfermedades que matan caminos
y mis pies no alcanza a caminar esta montaña infante»

Como escritores, pienso en los casos de César Vallejo y su muerte en una situación de precariedad, la discriminación de la que fue víctima Clordina Mato de Turner y también los problemas que padecía José María Arguedas. De todos ellos, su obra sigue muy vigente.

Hace un tiempo recuerdo que leí el artículo “Los Libros Muertos” y pensaba mucho en los escritores de clase media alta que tienen la maquinaria comercial servida en la mesa mientras que otros tienen que ganarse eso. En ese artículo abordaban la moda de los libros y podemos hablar de Renato Cisneros, de Santiago Roncagliolo, de Alonso Cueto o de Fernando Ampuero, quienes son “la voz literaria del Perú”. Pero en un par de años esos libros, a pesar de ser bonitos, tras haber sonado, van a ir silenciándose más en Perú. Es decir, no significa que no escriban bien, tampoco no sean buenos. No es por ese lado, sino es por la línea del interés que le pongan la población a sus trabajos, hablando estrictamente como “voz literaria peruana”. Porque ellos son buenos escritores, reconocidos, con buena pluma a nivel literario. Sin embargo, donde hay desconexión con la mayoría de la población, hay abandono y olvido, simple. A la larga, la voz de la mayoría de la población le da vida larga a los escritos, a las obras con el que se sienten representados y se indentifican. Es lo que pasó con, que es lo que pasó con Vallejo, Arguedas, Clorinda Mato. De hecho Javier Heraud es un caso particular, él es de clase media alta pero se alineó con las mayorías del Perú, por eso creo que es vigente y la población lo recuerda mucho. Él era un soñador y varias veces viajó a la periferia del país, pero creo que su mensaje fue que no es necesario ir a ver para ser empáticos.

Foto: Kevin Huamani

El día que presentaste “Ríos de Patria” en la Universidad Antonio Ruiz de Montoya hablaste sobre lo nacional y los símbolos patrios. Hoy estamos en un contexto político muy conservador y represivo de parte de los poderes políticos y donde se reprime a quienes los cuestionan. “Ríos de Patria” busca entender lo nacional ¿Cómo lo hacemos?

Creo que en general estamos muy deslegitimados, empezando también por movimientos sociales en el Perú; y creo que ocurre en Latinoamérica. Las organizaciones indígenas están desarticuladas, los dirigentes están deslegitimados y la población no sabe a quién creerle. Pero, los awajún sentimos que no se meten con nosotros y esto tiene una explicación. Una cosa es que te digan que eres peruano y tú te sientas peruano. A muchos amazónicos y andinos nos dicen que somos peruanos, pero ¿quiénes se sienten peruanos? Tanto que cuando ocurre un problema en Lima, los awajún o amazónicos no se van a meter, ellos van a decir “¿yo qué tengo que ver allí?”. Esto hasta que vengan a “molestarnos” en nuestro territorio, y es cuando alzamos la voz y nos manifestamos. Nosotros (los awajún), históricamente, nos hemos enfrentado al gobierno, tanto que nos hemos dado cuenta en qué nos falta crecer, desarrollarnos o alistarnos como si de armas se tratasen. Si en este país se sienten parte y se identifican, hace rato un Awajún estaría en la primera línea en esta crisis política peruana, como sucede cuando se trata de nuestro territorio. Es decir, no hay identidad peruana construida en la república, ni antes. De lo contrario para qué van a salir. Yo me identifico con el país, lucho por él desde mi pueblo. Sé que la identificación y compromiso con ellos me hace parte de ellos y ellos de mi. Yo ando solo pero no estoy solo, estoy con mi pueblo, mi gente.

«¡Qué respeta la muerte si uno muere olvidado por su Patria!»

Además del territorio, ¿cómo defines a los awajún, qué es lo que más resaltan de su historia y su cultura viva?

A pesar de los problemas, lo que más valoro de mi pueblo es el orgullo y la capacidad reflexiva para pisar la realidad. Es como decir que un awajún está listo para enfrentarse si le afectan su casa, son valientes, aguerridos, no le temen a nada y no se van a detener. Bien decía Santiago Manuin —y yo antes no compartía esa idea— de que el gobierno tiene que pensar dos veces cuando se trata de enfrentar contra el pueblo Awajún. No hay que menospreciar a un awajún, hay que tener cuidado y no meterse con ellos. Pero la belleza más hermosa de mi pueblo es la sencillez y la humildad. Las sonrisas libres. Hay temor de reconocerse como tal, como Awajún, por todo el maltrato histórico desde la religión hasta en la calle, pero con el tiempo, así como yo me identifico como Awajún, cualquier persona de mi pueblo en cualquier lado del mundo logrará recuperar esa alma y espíritu de identidad para decir también que es del pueblo Awajún.