El 2013, alrededor de 20 niños no soportaron el bullying en la escuela a causa de su orientación sexual y se suicidaron. Una crónica de Luis Paucar, ganadora del premio Periodismo Sin Violencia, nos describía una cruda realidad por la que pasan miles de niños en un lugar que debía protegerlos, como la escuela. Esta cifras, nos abren paso a narrar la dureza e indiferencia por la que pasan los miembros de la comunidad LGTBI en el país.
Entre el 2008 y el 2016, según el informe de la Red TLGB y Promsex se han registrado casi 100 asesinatos de gays, trans, lesbianas y bisexuales. Solo en 2016 se han registrado ocho crímenes de odio, además de 43 agresiones y 23 actos discriminatorios, según el Informe Anual sobre Derechos Humanos de personas trans, lesbianas, gays y bisexuales en Perú.
En instancias internacionales, las cifras de la Corte Interamericana de Derechos Humanos (CIDH) del 2015 sobre violencia contra personas LGTBI es muy cruda, pues en solo 15 meses se recibieron más de 700 denuncias por asesinatos y actos graves de violencia ejercida por actores estatales y no estatales. Aquí se incluye el caso de Luis Alberto Rojas, un joven gay trujillano –ahora mujer trans– que fue brutalmente violado por seis policías en un distrito de La Libertad.
Las agresiones a la población LGTBI no solo ocurren por orientación sexual, sino también por raza, sexo, género o edad. No es igual ser LGTBI y afrodescendiente, pobre o indígena, que ser LGTBI blanco o de clase alta.
Hoy ocurrirá algo particular, diversos activistas están realizando una acción pacífica de visibilidad, una acción simbólica en rechazo del conservadurismo que encarna la mayoría fujimorista en el Congreso y que con aliados en otras fuerzas políticas, son los responsables de la derogatoria del DL1323 que protegía, por primera vez en la historia de nuestro país, a la población LGTBI de los crímenes de odio y discriminación por su orientación sexual e identidad de género. Sin embargo, en todo esto, hay una pequeña luz. Hoy el INEI presentó la primera encuesta nacional y virtual para la comunidad LGTBI. Hoy, en este pequeño acto se reconoció a una comunidad que pide visibilización y protección a gritos, porque son sus derechos y como tales respetarse y no mendigarse.
Un pequeño, muy pequeño, pero gran paso para la igualdad.