La única película peruana en las competencias o secciones del Festival Internacional de Cine de Berlín 2020 ha sido el cortometraje de Francesca Cánepa, El silencio del río. Una presencia positiva pero aún débil, pues visibiliza nuestra cinematografía en un evento donde llegan productores, distribuidores, cineastas, y críticos de todo el mundo, pero se echa de menos un largo o proyectos fuertes en coproducción. Aunque algunos aquí nos recuerden por el año en que La teta asustada de Claudia Llosa se llevó el Oso de Oro, algo que en el actual panorama parece una celebración irrepetible.

Volviendo al corto de Francesca Cánepa, quien estudió cine en Montpellier y Cataluña, en él la cineasta mantiene el estilo en clave de ensoñación, o de atmósferas a lo Terrence Malick, de su anterior corto, Aya (2017), que recibiera un premio en el festival de Guadalajara. Los dos trabajos coinciden en tener a niños varones como protagonistas y a la sierra o la selva como territorios para sublimar o idealizar.

En El silencio del río, la cineasta explora lo onírico desde la mirada de su joven protagonista. Rodado en Iquitos, el cortometraje describe una sensación de duermevela, como de un sueño ligero, a partir de las interrogantes de un púber que vive con su padre en una casa flotante, y que solo sale de noche a trabajar. Su padre duerme todo el día, y Juan ve frustrado su deseo de pasar más horas con él. 

Con tres pases en el marco de la sección Generation Kplus de la Berlinale, el film traza nuevamente un imaginario amazónico centrado en la relación de las comunidades con la naturaleza. Pero más allá de este tópico recurrente y perpetuo de cómo representar lo selvático, lo más llamativo de El silencio del río es el giro que logra (y que no diré para que no se quejen del spoiler), pero que se vuelve un elemento muy creativo que rompe la convención inicial de la vida en el Amazonas. Este giro no solo fortalece la elección de un niño y su padre, en cuanto a desarrollar algunas interpretaciones de las relaciones entre hombres, sino en que propone revisitar la figura clásica de la sirena, de los tritones o los bufeos, pero desde un ángulo que hasta permite hablar de masculinidades y diversidades. 

Más presencia peruana

También fue Perú fue parte del concurso Talents Foodprints, iniciativa del Berlinale Talents, donde The seeds project (Proyecto Semillas), fue uno de los ganadores. El jurado estuvo conformado por el cineasta alemán Wim Wenders, la distribuidora Dominga Ortúzar y Jeanette Liendo, de Mastercard. Este proyecto consiste en llevar el documental Sembradoras de vida, dirigida por los hermanos Álvaro y Diego Sarmiento, a diferentes colegios (principalmente en zonas rurales) de los Andes peruanos.

Y por otro lado, en esta edición, tres creativos formaron parte del Talents Campus de la Berlinale, que consiste en una serie de talleres formativos en las diversas especialidades de la industria.  Participaron el editor de cine y diseñador acústico Alex Cruz, quien ha trabajado en Sembradoras de Vida, Río Verde. El tiempo de los Yakurunas y El Sueño de Sonia. También estuvo la directora de arte Nataly Vergara Adrianzén, creadora del corto Atrapado y de The Game del director Rogger Vergara Adrianzén.; y el cineasta puneño Alberto Flores Vilca, director y guionista del documental Mamapara