En el Perú, las brechas de acceso a la salud y la falta de un enfoque intercultural en este sector continúan perpetuando la pandemia del VIH en la región amazónica. 

A poco de conmemorarse el Día Mundial de la Lucha contra el Sida, recordamos la diferencia de esta enfermedad con el VIH, la importancia de una detección y atención temprana, así como las comunidades más afectadas en el Perú. 

¿VIH y sida son lo mismo? 

Pese a que muchas personas usan como sinónimos los términos VIH y sida, estos tienen un significado distinto. El virus de inmunodeficiencia humana (VIH), considerado una epidemia mundial, infecta las células del sistema inmunitario, lo que ocasiona que las personas con este virus sean más propensas a contraer otras enfermedades, ya que su sistema inmune se encuentra debilitado. 

Por su parte, el sida (síndrome de inmunodeficiencia adquirida) se refiere a la etapa más avanzada del VIH. Una persona puede tener el virus VIH y nunca llegar a desarrollar sida si realiza sus controles periódicos. 

Datos de la ONU revelan que alrededor de 29 millones de personas en el mundo viven con el VIH, pero solo un porcentaje llega a desarrollar sida. Así, exhortan a las autoridades a realizar campañas de detección, seguimiento y tratamiento oportuno del VIH. 

VIH en el Perú 

En el Perú, se han reportado más de 75 mil casos de VIH en la última década, según el Ministerio de Salud. De esta cifra, solo el 17% llega a la fase más crítica, que es el sida.  

Amazonas, Ucayali y Loreto son las regiones más afectadas, con el doble e incluso el triple de tasa de casos que Lima. En general, la región amazónica se sitúa como la más vulnerable debido al histórico olvido estatal, la carencia de un sistemas de salud adecuado y la gran discriminación que sufre la población indígena en la búsqueda de una atención intercultural.

En junio de este 2024, la presidenta del Consejo de Mujeres Awajún, Rosemary Pioc, denunció que en Condorcanqui, provincia de Amazonas, se habían registrado más de 500 casos de violaciones a escolares y contagios de VIH por parte de docentes; casos que el Gobierno no había tomado en cuenta pese a las múltiples alertas. 

“Hay cerca de 60 niñas menores de edad que están gestando y que además tienen diagnosticado VIH. Esto, independientemente de las denuncias contra maestros”, sostuvo en su momento Leyda Rimarachín, vicegobernadora de Amazonas. 

A raíz de este caso que conmocionó a todo el Perú por haberse ignorado desde el 2010, recién en octubre de este año el Minsa presentó un modelo de atención integral e intercultural para el VIH en la población indígena awajún, específicamente para la zona de Condorcanqui. Sin embargo, este plan no ha sido aprobado y todavía debe pasar por otros procesos para ser implementado. 

Mientras las acciones del Estado quedan en papel, en la realidad, las comunidades indígenas con VIH se enfrentan a un sistema que los sigue vulnerando. 

“De momento, los indígenas reciben el diagnóstico del VIH del personal sanitario estatal, pero no sabemos hasta qué punto entienden y son entendidos”, señala Fernando Chujutalli, indígena de la región amazónica San Martín y coordinador regional de la Coalición de Poblaciones Indígenas de América Latina y el Caribe en la Respuesta al VIH. 

Por su parte, Lourdes Huanca Atencio, presidenta de la Federación Nacional de Mujeres Campesinas, Artesanas, Indígenas, Nativas y Asalariadas de Perú (FENMUCARINAP), resalta que aunque miembros de las comunidades indígenas de Condorcanqui han recibido información sobre salud sexual y reproductiva, esto no es suficiente, ya que cuando acuden a recibir atención, son maltratadas por el mismo personal médico.  

“FENMUCARINAP quiere que los médicos y enfermeras que tratan el VIH tengan sensibilidad humana y comprendan la brutal discriminación que sufrimos los pueblos indígenas originarios en nuestra tierra”, recalca. 

A las desigualdades en el acceso a la salud, pues ciudadanos deben caminar largos tramos e incluso transportarse por horas para encontrar una posta médica, se suma la falta de información adecuada en términos sencillos y lenguas originarias sobre el VIH; además de un enfoque intercultural que considere la cosmovisión de la población indígena. 

En tan solo una década, en Condorcanqui se registraron 222 fallecimientos por complicaciones derivadas del sida, según información de la Red de Salud de la localidad. La comunidad awajún fue la más afectada, sobre todo menores de edad. 

Por ello, además de una atención oportuna del VIH, para evitar que desencadene en sida, exigen el abastecimiento de medicamentos antirretrovirales utilizados para el tratamiento, difíciles de encontrar aun en la capital. 

«Cuando a las niñas se les niega la educación; cuando existe impunidad para la violencia de género; cuando las personas pueden ser detenidas por lo que son o por lo que aman; cuando una visita a los servicios de salud es peligrosa para las personas debido a la comunidad de la que son, el resultado es que las personas se ven bloqueadas para poder acceder a los servicios del VIH que son esenciales para salvar sus vidas y para poner fin a la pandemia del sida. Para proteger la salud de todos, tenemos que proteger los derechos de todas y todos», apunta la lideresa aymara Lourdes Huanca Atencio.