La crisis de los embarazos adolescentes no puede seguir esperando debido a la desidia del Estado respecto a las campañas de educación sexual y los métodos anticonceptivos.

Hace tiempo que el Perú viene perdiendo la batalla contra los embarazos adolescentes. El Estado parece haberse doblegado frente a agrupaciones ultraconservadoras enquistadas en otros tiempos que reciben financiamiento internacional y se rehúsan a que las mujeres sean dueñas de su cuerpo y de su sexualidad.

Durante toda mi vida sexual siempre tuve la oportunidad de decidir. Siempre que tuve dudas fui corriendo a la farmacia a comprar el Anticonceptivo Oral de Emergencia (AOE) y en varias ocasiones pedí a mis parejas que usen condón. 

Pero mi caso es el de una mujer que tuvo la suerte de tener acceso a información y recursos. Yo era de las que sin tener que dar explicaciones a nadie, podía ir a la farmacia y solicitar que me vendan la píldora del día siguiente. Nunca nadie me miró mal por eso. Simplemente las farmacéuticas hacían su trabajo y me expendían la pastilla.

No es el caso de miles de mujeres pobres que dependen de los servicios públicos de salud. La presión de los grupos conservadores permitió que el sistema peruano imponga una discriminación injusta sobre las más vulnerables. Eso y la falta de una educación sexual integral en las escuelas y otras instituciones ha generado una persistente tasa de embarazos adolescentes en el país.

Las cifras dan cuenta de la magnitud del problema. Desde el 2009 el porcentaje de embarazos de las chicas entre 15 y 19 años en Perú se mantiene en 13%, según INEI. Más aún, cada día cuatro niñas menores de 15 años quedan embarazadas (el 99% son pobres) y la cifra sube a 10 nuevos embarazos por día a partir de los 15 años de edad.

¿Cómo se explica este problema? Según un estudio de UNFPA, Perú tiene uno de los niveles más bajos de América Latina en el uso de métodos modernos de planificación familiar. Recordemos que en el 2009 se prohibió la distribución gratuita de las píldoras anticonceptivas de emergencia en los centros de salud públicos, pero no se tocó su acceso en las farmacias y centros de salud privados. Eso a pesar de que la Organización Mundial de la Salud (OMS) señaló reiteradas veces que este método no se considera abortivo.

Solo después de que varias organizaciones que luchan por los derechos de la mujer demandaron al Estado peruano ante la CIDH, en el 2016 el Poder Judicial dictaminó un plazo de 30 días para que el Ministerio de Salud distribuya sin costo alguno la píldora del día siguiente. Pero, al parecer, los problemas de abastecimiento y la calidad de la atención en los centros de salud públicos estarían impidiendo que la píldora sea totalmente accesible. Aunque también sería bueno preguntarnos cuántos jóvenes saben utilizar adecuadamente los métodos anticonceptivos, porque al parecer hay mucha desinformación al respecto.

El embarazo a tan temprana edad limita oportunidades. Según Promsex, el 88% de madres adolescentes en Perú no asiste a la escuela y somos el país sudamericano con mayor deserción escolar debido a los embarazos adolescentes. Como se ve, las posibilidades de las jóvenes peruanas de seguir estudiando luego de tener un hijo son mínimas.   

Pese a que esta problemática nos sigue reventando en la cara, en el país se ha instaurado la política del silencio. Ni en los colegios, ni en las universidades, ni en los hospitales el personal se esfuerza por educar a los jóvenes o guiarlos. Y es lamentable que se asignen más recursos públicos a la Iglesia que a la prevención del embarazo adolescente. En el 2017 el gobierno otorgó 5 millones de soles como ‘Subvenciones para la Iglesia Católica’, un monto mayor a los 4 millones de soles que se asignó para la ‘Prevención del embarazo adolescente’, según un informe de DEMUS. ¡Y así somos un Estado laico! 

Es hora de exigir al Gobierno que ponga mano firme y fije una política multisectorial de educación sexual. Que no tenga miedo de ofrecer gratuitamente condones y la píldora del día siguiente y de educar a la población sobre cómo usar correctamente los métodos anticonceptivos modernos. No sigamos perdiendo la batalla contra movimientos retrógrados. Esperemos que al presidente y las autoridades competentes no les siga aterrando hablar abiertamente de “planificación familiar” con tal de no perder algunos puntos en las encuestas.