En 1996, durante la dictadura de Fujimori, se vendió el 60% de la refinería La Pampilla a Repsol, multinacional española que hoy debe responder por el derrame de 6 000 litros de petróleo en 17 playas de la costa limeña.

Redacción Wayka

El pasado sábado 15 de enero, un derrame de 6 000 litros de petróleo en la refinería La Pampillla, ubicada en Ventanilla, contaminó más de un millón de metros cuadrados de mar peruano, lo que afectó el ecosistema de al menos 17 playas de la costa limeña.

La refinería La Pampilla es administrada por la multinacional española Repsol desde 1996, cuando el dictador Alberto Fujimori se la vendió a cambio de 180,5 millones de dólares. Hoy, esta empresa es investigada por el derrame de petróleo que también afectó a miles de pescadores y comerciantes de Ventanilla y Ancón.

Fujimori adjudicó el 60% de la refinería La Pampilla a Repsol luego de que esta empresa ofreció un monto superior al precio base que equivalió a 108 millones de dólares.

Vínculos con el fujimorismo

Años después de que Alberto Fujimori favoreciera a la investigada Repsol, su hija Keiko Fujimori también fue vinculada con la multinacional.

Jorge Barata, exdirectivo de Odebrecht y principal colaborador eficaz que reveló el pago de coimas a aspirantes a la presidencia y presidentes peruanos, contó ante el fiscal del Equipo Especial Lava Jato José Domingo Pérez que Repsol aceptó regalar dos millones de dólares no declarados a Keiko Fujimori para su campaña de 2011. El objetivo era evitar que Ollanta Humala asuma la presidencia.

Representantes de Repsol estuvieron presentes en la reunión donde se hizo este acuerdo, en la sede de la Confederación Nacional de Instituciones Empresariales Privadas (Confiep).

“La introducción, tengo la impresión, fue del propio presidente de la Confiep de esa época, que era el señor Ricardo Briceño. (…) Se dijo que la campaña de Keiko estaba sin recursos, que Humala estaba creciendo bastante, y que se necesitaba ayudar a Keiko para no tener un gobierno desastroso, que sea de izquierda, y que no era el deseo de los empresarios”, confesó Barata.