Escribe Carlos A. Bedoya

Hay que ser bien torpe para acicatear la huelga de maestros dos días antes de que una docena de cancilleres venga a Lima para condenar a Venezuela precisamente por cosas como reprimir la protesta social. Es como denunciar caos ajeno, en pleno caos propio; porque esta mini cumbre de la derecha latinoamericana, pensada también para cubrir por un rato las espaldas de PPK, se está haciendo en un ambiente crispado por la crisis magisterial.

Justo cuando el gobierno hacía lo posible para que se levante o debilite la huelga con garrote y zanahoria (descuentos a huelguistas pero cediendo a los 2 mil soles de piso en diciembre), sale el ministro del Interior, Carlos Basombrío, a decir que 5 mil maestros en huelga son miembros de Movadef, o sea en su visión, terroristas; amenazando además con medidas de criminalización. El resultado: la huelga se expandió más.

A simple vista, las declaraciones de Basombrío parecieran una simple idiotez de la que se puede reír hasta la Dircote. Lo peligroso es que se trate en realidad, de una campaña del gobierno a fin de tratar la protesta social en general (no solo la antiminera) como terrorismo de aquí en adelante. Los maestros serían el ensayo fácil por la presencia notoria de la ultra, para luego descalificar a médicos, enfermeras y quienes vengan.

Sin ser ingenuos sobre los intereses de la ultrada, no es verdad que Puka Llacta y Sendero manejen la huelga de los maestros. Tienen la iniciativa y apoyan la protesta en un contexto en el que la consigna “Patria Roja fuera del Sutep” ha hecho carne en muchas bases debido a la burocratización del sindicato. Sin embargo, ni Sendero, ni Puka ofrecen nada alternativo a Patria. No es que quieran democratizar al Sutep para que el secretario general no siga siendo elegido desde el buró político de un partido. Quieren hacer lo mismo, reemplazando a Patria en el manejo de los enormes recursos del gremio. Por eso muchos maestros van a deslindar con ellos, además porque a nadie le gusta que lo tilden de terrorista.

Lo malo es que Patria Roja ha hecho el acompañamiento a la errónea respuesta del gobierno. En lugar de disputar su espacio sindical, se han pasado al lado del ejecutivo para casi pedir represión contra los otros dirigentes de la huelga, sin pensar en la masa de profesores. ¿En qué va a acabar todo esto? Lo más probable es que haya otro sindicato nacional de profesores.

Pero el pleito no es solo de cúpulas. De fondo están los maestros ninguneados por la política educativa nacional, la del profesor barato, la que no se interesa por el salario docente, sino solo por la evaluación. Esa política antimagisterio que inició Chang Escobedo con Alan García, profundizó Jaime Saavedra con Humala, y que finalmente le está explotando en la cara a Martens y a PPK. Y allí nada tienen que ver los extremistas.

*Foto de portada de Andina. |Columna publicada en la edición impresa de Diario Uno el 8 de agosto del 2017