El único obstetra a cargo del puesto de salud que atiende a gestantes y en temas de planificación familiar, ahora batalla con los casos de COVID-19 en un centro poblado de la región Loreto. Desde el inicio del estado de emergencia solo se han enviado 13 pruebas rápidas y no hay medicinas.

Por Zintia Fernández

-¿Cómo estoy? Decepcionado. Desde que empezó la emergencia ninguna autoridad ha pisado este pueblo, no ha llegado ningún apoyo ni del mismo Yavarí [distrito de la provincia Ramón Castilla en Loreto]. No hay presencia del Estado. No hay una comisaría, no hay un municipio, no hay Fuerzas Armadas.

Relata al teléfono Omar Montes Upiachihua, el único obstetra que atiende en Bellavista Callarú, una comunidad indígena tikuna ubicada en la frontera con Colombia y Brasil. Hasta él llegan decenas de casos de mujeres gestantes que buscan atención, pero con la pandemia su labor lo obliga a resguardar también la vida de otros pacientes.

El centro poblado de Bellavista Callaru alberga alrededor de 4 mil habitantes, pero no son la única población que se beneficia del pequeño puesto de salud. Las comunidades Tikunas de Nuevo Jerusalén, Yahuma zona I, Yahuma zona II y Buen Jardín de Erené con aproximadamente mil  400 habitantes también asisten allí. Llegar a Bellavista toma desde Iquitos unos cinco días en lancha, 96 horas por el río Amazonas hasta otro centro poblado llamado Santa Rosa, la triple frontera, y por último otras ocho horas de navegación por una quebrada.

El puesto de salud de Bellavista de Callarú no cuenta con insumos ni implementos para atender a afectados por COVID 19. Foto: Omar Montes.
El puesto de salud en Bellavista Callaru permanece con atención limitada. Foto: Omar Montes

Antes de la cuarentena, Omar Montes trabajaba en una propuesta para crear una sala intercultural de parto, que pudiera unir las tradiciones Tikuna con el cuidado médico. “Tuve que luchar mucho para que las madres lleguen a la posta porque dan a luz en sus casas y de rodillas. Se apoyan en una soga u otro material para sujetarse. Algunas veces he tenido que ir a sus viviendas, pero ¿qué pasa si ocurre una complicación y no tengo todo lo que está en mi sala?”, explica el obstetra con un tono de preocupación.

El lugar donde trabaja Montes tiene un espacio de 4 por 3 metros y está equipado con una camilla de parto y una cama ginecológica. Con el fin de socorrer a más mujeres embarazadas, logró reunir 16 promotoras aliadas, quienes transmiten las indicaciones de salud en lenguaje Tikuna. Incluso, instruyó al apu de Bellavista para que replique las recomendaciones de prevención contra el COVID-19 a través del perifoneo.

Recuerda que la primera vez que llegó a Bellavista, le sorprendió la cantidad de mujeres y varones desde los 15 a 35 años con sífilis y otras infecciones de transmisión sexual. Tras conocer esa realidad, decidió convocar a 300 mujeres para capacitarlas como planificadoras y sean aliadas en el trabajo de educación y promoción en planificación familiar tanto para Bellavista como de las otras comunidades. A ellas les explica sobre los métodos anticonceptivos y facilita su acceso, ya que es costoso para la economía del lugar. “Una ampolla puede costar 30 reales (18 soles) pero en la posta es gratuita”, afirma. También nos comenta que desde enero hasta la fecha ha podido atender por lo menos nueve partos.

Foto personal de Omar Montes en el puesto de salud de Bellavista Collaru

Por la cercanía con Brasil y Colombia, el intercambio de compra y venta en Bellavista se realiza a través del real, moneda brasileña. Es decir, para comprar medicamentos, comida y usar servicios como el transporte se paga todo en moneda extranjera. Por ejemplo, un colectivo conocido como peque – peque cobra 20 reales por persona (12.23 soles). “Si queremos cambiar a la moneda peruana tenemos que ir hasta Santa Rosa [un centro poblado vecino], pero está lejos. En la posta vendemos un blíster de pastillas [10 unidades] a un real, en cambio en las tiendas cada una la venden a un real.

Bellavista parece estar en el limbo. Un centro poblado territorialmente peruano, pero que en los hechos solo pertenece a quienes sobreviven en el lugar. La pandemia por el COVID-19 ha puesto al descubierto lo que por años sucede en los centros poblados fronterizos del Perú. Solo que esta vez la situación ha empeorado.

Olvidados a su suerte

Mientras se escribía esta historia, el viernes 22 de mayo, llegaron 11 pruebas rápidas más a Bellavista. Desde el inicio del estado de emergencia, a penas 2 pruebas rápidas habían sido enviadas al centro poblado. A fines de abril acontecía la primera muerte de un ciudadano tikuna por COVID- 19, luego vendría otro, y otro más hasta sumar siete en una semana. Todos perecieron sin asistencia médica.

-Los enviamos a sus  casas  y murieron solos. Suena duro decirlo así, pero no voy a mentir. No tenemos medicamentos, camas, oxígeno. ¿Con qué íbamos a cuidarlos?

Montes estima que hay 60 sospechosos de coronavirus más, desde el 10 de abril, fecha que se dio el primer reporte. A partir de ese momento, adaptaron la posta de salud para atender los casos, pero no es suficiente porque está considerada como categoría I – 1. De acuerdo a la Resolución Ministerial N° 546-2011-MINSA, por el nivel de complejidad, solo cuenta con personal técnico para “realizar actividades de promoción y prevención”. Es así que junto a Montes, trabaja un laboratorista y un enfermero. “Hasta noviembre del año  pasado contábamos con un enfermera, pero solo duró tres días porque no se adaptó. Su plaza está libre hasta que concluya el año. Se ha dejado de realizar muchas atenciones que tenía a su cargo como vacunas, por ejemplo”, agrega.

Con estas desventajas, la administración en IPRESS [Instituciones Prestadoras de Servicios de Salud] Santa Rosa, de donde depende Bellavista, decidió limitar la atención para urgencias y derivar las referencias de los pacientes a otro establecimiento con mayor categoría como el de Caballococha. Una ciudad de la provincia de Ramón Castilla a la que se llega con una embarcación rápida. Lo que no previeron en ese lugar, es que médicos y enfermeras también terminarían por contagiarse. Es así que el viernes, la Dirección Regional de Salud (Diresa) de Loreto, retiró a un médico intensivista, una enfermera, una laboratorista y una paciente en un avión de la Fuerza Aérea para llevarlos a Iquitos y puedan recibir tratamiento.

Omar Montes, el único obstetra en Bellavista, batalla por salvar la vida de sus hermanos tikunas antes que la suya. Tiene sospecha de COVID-19, y aunque hace unos días llegaron más pruebas, decidió que estas se usaran para los pacientes del pueblo y de tres comunidades indígenas Erené, Nuevo Paraiso y buen jardín. Todos dieron positivo.

Toma de prueba rápida en la comunidad de Bellavista. Foto: Omar Montes

“Con ello se confirma que las comunidades están afectadas y varios a quienes no se han hecho la prueba rápida tienen los síntomas. Están enfermos en sus casas. Solo les he dicho se queden aislados y tomen hierbas. No tengo ningún medicamento. Que usen mascarilla cuando vayan a cobrar el bono”, comenta Montes. Los beneficiarios de los bonos entregados por el Gobierno tienen que trasladarse a Santa Rosa o Caballochoca, dos ciudades que están lejos de Bellavista. Montes señala que solo le quedan los medicamentos que usa en su especialidad, pero no para el tratamiento de COVID-19. “No tengo cloriquina, azitromicina, diclofenaco  y yo estoy solo aquí”. Se tiene previsto que los medicamentos lleguen el miércoles 27, pese a que esperaban su envío para el día sábado.

Al cierre de esta nota, en una última comunicación con Montes, nos anuncia que desde el fin de semana tiene malestares, siente fatiga, dolor de espalda y también de cuello. Y solo ha tomado remedios caseros porque no hay nada más. Quizá la toma de pruebas del viernes pasado sea el último servicio que realice en Bellavista. Sus padres le han pedido que regrese a Nauta, la ciudad donde nació y vive su familia. Un distrito y capital de la provincia de Loreto. Nos menciona que -de agravarse sus síntomas- pedirá su traslado, luego de un silencio dice… «pero estamos para servir a la comunidad para eso nos formamos”.