Resistiendo el vapuleo de las exhibidoras, Deliciosa fruta seca de Ana Caridad Sánchez sigue una semana más en cartelera y solo en una sala. A diferencia de Prueba de fondo, que fue arrinconada en un Cineplanet de San Miguel, o Los Helechos que quedó en un par de salas de Chorrillos y Miraflores en horarios imposibles, ambas estrenadas recientemente, el film de Ana Caridad Sánchez pasa a una tercera semana en una sala que denominaremos “privilegiada”: San Isidro, 27 soles la entrada, dos horarios, y enfocada en atraer a un público del sector AB y A. Al menos, las exhibidoras dejan en claro una vez más que conocen el gusto del limeño por el cine peruano asociado a factores étnicos y de clase social. Maratonista andina para salas de Lima Norte o San Miguel y marinera trujillana y los zapateos de Mauricio Fernandini para San Isidro.

Pero más allá de los impulsos o posibles prejuicios que rigen las oportunidades de exhibición para el cine peruano, el Estado viene cumpliendo un rol para que estas películas puedan llegar a más personas, aunque la táctica eche agua por todos lados. Por ejemplo, Deliciosa fruta seca es la primera película peruana que ha recibido un estímulo directo, de más de 120 mil soles para su exhibición en salas comerciales (o alternativas según el plan que aprobó el Ministerio de Cultura); es decir no ha necesitado pasar por un concurso ni por el ojo revisor de algún jurado, sino más bien ha bastado, como requisito, haber recibido ya un fondo del Mincul en las etapas previas de preproducción o posproducción. En 2016, esta ópera prima de Sánchez recibió el premio de posproducción de la Dirección del Audiovisual, la Fonografía y los Nuevos Medios (DAFO), lo que ha permitido tras dos años desde que se estrenó en el Festival de Lima, que llegue a salas de Trujillo, Arequipa y Lima. Es decir, como pasó con Los Helechos, que recibió más de 200 mil soles del tesoro público para su distribución, Deliciosa fruta seca a pesar de los recursos brindados para llegar al público, se encuentra con estas trabas estructurales para la exhibición en multicines, punto que el nuevo proyecto de ley de cine y audiovisual peruano apenas menciona.

Deliciosa fruta seca cuenta la historia de una mujer de más de sesenta años (Claudia Dammert) que decide retomar su vida a punta de marinera tras la muerte de su esposo en un hostal en condiciones que no se aclaran. El film tiene un acabado televisivo, de puesta en escena plana, con muy poca profundidad en el desarrollo de los personajes, con problemas en locaciones (Lima pasando por Trujillo en algunas escenas) y en el uso del “doblaje”, para mostrar un retrato femenino con bastantes vacíos, pero que pone en el tapete un tipo de representación sublimada de la llamada “tercera edad” en el cine peruano. Más que empoderamiento de un personaje femenino (Dammert se libera solo porque su esposo ha desaparecido del mapa), Deliciosa fruta seca permite establecer correspondencias o distancias con otros personajes del cine peruano donde la vejez, o su tránsito, luce como un estadio de abandono (Wiñaypacha o Caídos del Cielo), como recuperación del tiempo perdido (Viejos amigos) o como fase física hacia la muerte (Connatural de Javier Bellido). Es como si los adultos mayores estuvieran atrapados en tópicos usuales de representación, y Deliciosa fruta seca, si bien es uno de los pocos retratos sobre la liberación de una mujer en pleno “otoño” de su vida dentro del cine peruano, plantea esta búsqueda del tiempo perdido desde una mirada de manual de autoayuda, donde estar bien como sea se traduce en aprender marinera, lograr una empatía con el profesor de baile, y preparar unos postres que llenen los bolsillos y las horas.