Descubrí que ir en bicicleta unas
cuántas horas al día —o incluso solamente de
casa al trabajo y viceversa— me ayuda a mantener la cordura.

David Byrne, Diarios de bicicleta

Por Jair Sarmiento

La primera vez que Cecilia Melgar Bravo montó una bicicleta tenía cinco años.

Su primer recorrido lo hizo frente a su casa, en el parque Colombia, ubicado en el distrito de Pueblo Libre. Su padre, Óscar Melgar, —un cusqueño de 70 años que empezó a usar la bicicleta para ir al colegio cuando se mudó a Ayacucho—, fue quien le enseñó a manejar a ella y a toda la familia. Su madre de 67 años, Doris Bravo, —quien sabía manejar, pero no tuvo la posibilidad económica de tener una bicicleta en su niñez—, siempre la alentó a seguir pedaleando.

Cecilia fue creciendo y su interés en el ciclismo también. Sabía todas las reglas de tránsito, gestos y trucos del ciclismo urbano. Y se prevenía mucho para evitar los accidentes. Usaba casco, tenía las luces traseras y delanteras, usaba prendas reflectantes e iba siempre por el lado derecho de la pista. Sin embargo, ser un ciclista aplicado no te libra de sufrir un siniestro vial.

Un ciclista acumula metros recorridos como accidentes o siniestros que llegan o no a la muerte. Las lesiones graves y leves en esta actividad son más frecuentes que en el fútbol. Los atropellos y el impacto contra las puertas de los vehículos son la mayor causa de accidentes y siniestros de ciclistas que van por las vías urbanas y carreteras.

Según el registro a octubre del 2023 del colectivo Red por la Convivencia Vial, solo en la capital hay 10 ciclistas fallecidos por un siniestro y a nivel nacional son 40 ciclistas.

Si hablamos de fallecimientos de personas que laboran en su bicicleta haciendo delivery o reparto, no existe una cifra ni estudio en el país, pero es una realidad que repartidores ciclistas de aplicativos denuncian hasta la actualidad ya que como apunta el Observatorio de Plataformas Perú, no existe cobertura del seguro de accidentes para este grupo que usa este vehículo, por lo tanto, están desprotegidos en casos de accidente.

Uno de los casos más conocidos es el de Julián Alejandro Rijos Velásquez (38), de nacionalidad venezolana, que trabajaba haciendo delivery en bicicleta. Cuando se dirigía a entregar un pedido, fue embestido por un auto que se dio a la fuga en el cruce de las avenidas Tomás Marsano y Manuel Villarán, en el distrito de Miraflores.

La mayoría de estas pérdidas de ciclistas urbanos, deportistas o trabajadores se dieron en carreteras y avenidas. La Panamericana Sur y Norte, junto a las avenidas Túpac Amaru y Universitaria, son las vías con más incidentes fatales. 

Cecilia tuvo muchos accidentes que le provocaron miedos intermitentes, pero hubo uno que la alejó de la bici por un buen tiempo. 

En el 2017 manejaba por la avenida Bolívar, donde no existe una ciclovía, y un conductor abrió la puerta del piloto. Cecilia salió disparada hacia el pavimento. 

Silvia, su hermana mayor, había llegado de viaje y corrió a la clínica. “Felizmente no se hizo nada grave, le dije que debía dejar de manejar bicicleta porque es muy peligroso en Perú, pero ella me dijo que no lo dejaría, que para ella era muy importante”, recuerda Silvia.

Cecilia quería seguir pedaleando, pero sintió un miedo desconocido, guardó la bicicleta, pero también entendió que si quería iniciar un cambio radical no podía dejarse intimidar.

El miedo es algo con lo que Cecilia se acostumbró a vivir. Todos aquellos que usan la bicicleta en la capital del Perú viven así, despidiéndose de amigos o seres queridos pensando en que hay una posibilidad de que no vuelvan a casa.

Cecilia lo tenía claro. Por eso decidió incentivar el uso de la bicicleta en la urbe de Lima. En 2019, organizó el Foro Mundial por la Bicicleta, donde conoció a muchos líderes del ciclismo. También fue miembro de “Mesa Bici”, un espacio de articulación para promover una política en favor de la bicicleta y la movilidad sostenible creado por el colectivo ciudadano “Lima Cómo Vamos”.

Cecilia solía hacer rutas largas dentro de la ciudad. No soportaba andar a cuatro ruedas. “Yo te pago el taxi”, le decía su hermana en reiteradas ocasiones para convencerla, pero aun así Cecilia insistía con la bicicleta.

La joven activista vivía a dos ruedas cuando salía de casa. Aquel vehículo era como una parte más de su cuerpo. Caminar o quedarse en casa era triste para Cecilia, pero si manejaba y podía estar en contacto con el viento, el sol, la lluvia y la ciudad, era una dicha. 

Su bicicleta Zega era felicidad y libertad, y es cierto, según las revistas de medicina, se libera dopamina, serotonina y endorfina. La usaba para ir a la universidad, para ir a trabajar, para las salidas con amigos, para visitar a la familia.

“La bicicleta es una de las pocas cosas de la infancia que todavía se utiliza de la misma manera en la edad adulta, por lo que es un poderoso generador de memoria y emoción”, dice Karly Coleman, ciclista investigadora sobre la gestión de la infraestructura para bicicletas en las ciudades y estudiante de doctorado de la Universidad de Alberta de Canadá. Cecilia tenía ese vínculo con aquel vehículo de más de 200 años de creación. 

Cecilia incluso usó la bicicleta para conocer a Jeffrey, su pareja. Su primera cita fue en bicicleta por la Costa Verde. Tomaron un café. Pedaleando llegaron al año y medio de relación. Él, un biólogo que viajaba a la selva para estudiar los metales pesados en animales, y ella una gestora y lideresa ambiental que puso los primeros ladrillos para una futura revolución velocipédica en una ciudad como Lima.

Jeffrey conoció a Cecilia limpiando playas en el 2018, el año en que el fin de los plásticos se estableció como un lema en todo el mundo. Era activista por el medio ambiente. Desde muy chiquita le decía a su familia que no desperdicien el agua y que apaguen las luces cuando no sean necesarias. Así fue creciendo y se convirtió en coordinadora de la Red Universitaria Ambiental de la Pontificia Universidad Católica del Perú (PUCP). 

“Una persona empática e inteligente, ese liderazgo, esa vocación por servir al país. Era lo que a esta sociedad le falta”, dice Jeffrey sobre Cecilia. Cuando la describe, pareciera que la estuviera mirando aún a los ojos. 

Jeffrey le demostraba su cariño regalando óleos a Cecilia. Un cuadro especial para ambos fue la de una golondrina azul y blanca que pintó Jeffrey luego de ver esta ave en un viaje por la región de Madre de Dios. “Esa golondrina era la representación de su vitalidad, alegría, empatía y amor”, cuenta. “Yo cada vez que me despierto y tengo tiempo, veo tu pintura y le doy un besito a tu golondrina aliblanca uwu”, le decía Cecilia a Jeffrey.

A Cecilia Melgar Bravo, joven ciclista de 26 años, le fascinaba Vincent Van Gogh, y a pesar de que solo fuera por el arte, el ciclismo también estaba ahí, intrínseco. No hay registro histórico o biográfico sobre si Vincent Van Gogh manejaba bicicleta, pero el ilustrador iraní Alireza Karimi Moghaddam lo dibujó en una viñeta montando a dos ruedas entre una pradera de girasoles. El pintor sin la oreja izquierda nació en Holanda, un país en donde las empresas les pagan por cada kilómetro a sus trabajadores que pedalean hasta la oficina. En Brabante, lugar donde nació el artista de las 900 pinturas, hay una ciclovía que homenajea una de sus conocidas obras: La noche estrellada. Según sus conocidos, a Cecilia le hubiese gustado vivir en la espesura de esas acuarelas postimpresionistas. 

Para un William Kamkwamba de 14 años, una bicicleta significó un molino de viento que salvó a su pueblo africano Malawi de una sequía y una hambruna terrible. A Haifaa al-Mansour, una bicicleta verde le permitió contar la resistencia de las mujeres saudíes frente a las prohibiciones de un estado ultraconservador como Arabia Saudita. Albert Einstein reconoció que algunas de sus ideas más trascendentales las concibió sobre su bicicleta. Ernest Hemingway decía que una bicicleta permitía conocer los contornos de un país. En la cinta italiana “Ladri di biciclette» un obrero ve su vida destruida luego de que un ladrón le robara su principal herramienta de trabajo: una bicicleta. 

Cecilia consideraba que una bicicleta era el pilar de una rebelión en una ciudad con un déficit de ciclovías dominada por autos con conductores formales e informales que pisan el acelerador, cual personaje de Mad Max, liberando veneno a base de petróleo que ha colocado a la capital del Perú como una de las ciudades con peor calidad del aire. Todo esto ocurre, sobre todo en festividades o partidos de fútbol, ante los ojos y narices de alcaldes, funcionarios y entidades de transporte.

Según la Gerencia de Movilidad Urbana de la Municipalidad Metropolitana de Lima (GMU-MML), existen 332 kilómetros de ciclovías (carril de bicicletas). Sin embargo, hay ciudades en el continente que duplican o superan esta cifra como Bogotá (608 km) o Sao Paulo (700 km). Si hablamos de Europa, Holanda cuenta con más de 30.000 km. Mientras tanto, la actual gestión edil solo proyecta aumentar 163 kilómetros más de ciclovías hacia el 2025.

La comuna limeña entregó esta información a diversos colectivos de ciclistas que conocieron la labor de Cecilia, entre ellos, Vamos EnBici, una plataforma que busca promover la movilidad sostenible. Sin embargo, esta data no tiene el respaldo de ciclistas ya que señalan que este número no toma en cuenta si hay ciclovías desaparecidas o retiradas por las municipalidades, por lo que las cifras podrían ser mucho menores.

Fuente: Red por la Convivencia Vial

Lucas de la Cruz, miembro de Vamos EnBici y ciclista que hace poco tuvo un accidente con un auto, señala que no hay una interconexión de ciclovías, tampoco cruces seguros, y menos se respeta la preferencia de paso. “Las propias autoridades ni respetan sus propias guías de infraestructura cicloviaria”, comenta.

Alejandro Granados, activista de la movilidad que registra ciclovías en varios distritos de Lima en su canal de Youtube, coincide con Lucas, y menciona que el estado de estas rutas son distintas en todos los distritos, una peor que otra.

Alejandro, a quien han atropellado en nueve ocasiones, ha recorrido varias ciclovías. En plena ruta ha encontrado basura, desmonte de obras, baches, motos y autos estacionados. Algunas tienen bolardos, otros solo ojos de gato, otras solo tienen pintadas unas líneas, otros solo un sardinel, y se supone que eso dividirá y protegerá el camino de un ciclista. Los letreros de señalización son robados. Las ciclovías recreativas como la que construyó el exalcalde Luis Castañeda Lossio en la Costa Verde son priorizadas en lugar de ciclovías que conecten lugares lejanos que faciliten el traslado al trabajo, al hogar o a la escuela. Hay distritos en donde no existen ciclovías como Comas o Carabayllo. 

@AleM2287
@AleM2287
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Cuando los colectivos de ciclistas han preguntado el porqué, las autoridades ediles responden que no se hacen por falta de población ciclista, pero durante la pandemia hubo más gente que salió en bicicleta ya que no habían muchos autos y por ende muchos menos accidentes. Según una encuesta de Lima Cómo Vamos, el uso de la bicicleta en aquel periodo viral se incrementó casi el doble.

Por estas razones, la comunidad ciclista se unió para crear su propio mapa de ciclovías partiendo de uno ya existente que había hecho la municipalidad, el cual fueron corrigiendo y actualizando en menos de un año. Aunque la situación sigue siendo difícil ya que Lima está enferma por otro virus: los autos. 

Entre el 2000 y 2019, el parque automotor nacional pasó de tener poco más de un millón a aproximadamente tres millones de vehículos. Dos tercios de esta cantidad se concentra en la capital, siendo en su mayoría vehículos livianos (coches y camionetas), según la Asociación Automotriz del Perú (AAP). El año pasado, las camionetas, autos y furgonetas se han convertido en las más buscadas por los usuarios peruanos, según un estudio de la consultora Attach.

En casi todo este año, la venta de autos se mantuvo por encima de las cifras del año pasado. Las marcas preferidas son Toyota, Hyundai y Kia. En esta época navideña, los comerciantes señalan que las réplicas de autos para niños son los más demandados. Otros de los juguetes más solicitados es alguna pista o carrito de colección de la marca Hot Wheels. Los niños de los 60 tienen a Meteoro Racer, los niños de los 80 a el Auto Fantástico y los niños de los 2000 tienen a el Rayo McQueen. Desde pequeños somos inducidos para estar frente a un timón. Los ‘carritos chocones’ parecen prepararnos para una retorcida realidad.

Según la asociación Luz Ámbar, hay un promedio de 95.000 siniestros viales que dejan como consecuencia alrededor de 55.000 lesionados y más de 3.500 muertes al año. El 60% de estas cifras son el resultado de la imprudencia de los conductores que manejan en estado de ebriedad y a gran velocidad. Solo en el primer semestre de este año han habido más de 22.000 autos y camionetas implicados en accidentes.

Según dicha organización, diversos estudios en accidentología vial han descubierto desde hace mucho tiempo que “los accidentes no son en absoluto acontecimientos fortuitos, inevitables, impredecibles y dependientes de la suerte, sino por el contrario en su gran mayoría de los casos siguen parámetros característicos de distribución; es decir el accidente de tránsito es siempre consecuencia de algún fallo evitable y hasta cierto punto predecible del sistema (hombre, vía y vehículo)”.

Los ciclistas consideran que manejar un auto te deshumaniza en cierta medida porque no se tiene contacto con el exterior, y por el contrario, uno se aísla, se vuelve un huraño del tránsito y piensa que es el único que existe sobre una pista. La velocidad también es un problema social que se presenta e ignora en los pies de un conductor.

Hay un documental sueco llamado Bikes vs Cars dirigido por el cineasta Fredrik Gertten, en donde se aborda la guerra que tiene la industria automotriz contra las ciudades, el transporte público, sus habitantes de a pie y los ciclistas. Las compañías de automóviles son conocidas en el mundo por hacer lobby e ir en contra de las leyes sobre salud y el clima. 

En el Perú, aún no hay un lobby de tal magnitud ya que ni en el Legislativo ni en el Ejecutivo existe una preocupación por el cambio climático y sus consecuencias. Solo se han presentado proyectos de ley sobre el uso de la bicicleta, sin embargo, según los ciclistas, esto es letra muerta ya que no ayuda en nada.

Cecilia manejaba su bicicleta en medio de esa realidad. El martes 21 de marzo de 2023, Cecilia salió de su casa en Pueblo Libre con dirección a su trabajo, le envió un mensaje de buenos días a Jeffrey, su pareja. En su bandeja también estaba la conversación con su hermana, Silvia. Días atrás le había dicho que quería viajar a Suecia para hacer una maestría relacionada al medio ambiente. Agarró su bicicleta, le envió una foto de ella a Jeffrey y se despidió.

A las 8:40 a. m. en la cuadra 11 de la avenida 6 de Agosto en el distrito de Jesús María, —una vía de dos carriles en donde autos adelantan a otros autos o ciclistas, donde pasan camiones grandes, y en donde los peatones tienen que cruzar corriendo debido a la alta velocidad a la que van los vehículos— Marco Perdomo Pérez conducía un camión volquete blanco de placa YIL-922 con el que recogería un desmonte. 

En ese momento, Cecilia, de 26 años, iba por delante del camión junto a otra ciclista en el carril derecho de dicha avenida. Según las normas de tránsito, un conductor de un vehículo solo puede adelantar a un ciclista por el carril izquierdo, pero Perdomo Pérez ignoró eso y adelantó a las ciclistas. En ese amague, el lado derecho delantero del camión impactó y arrolló a Cecilia y su bicicleta. Según testigos oculares, Cecilia se paró, alzó su bicicleta a modo de reclamo y se desvaneció a unas 10 cuadras del parque en donde aprendió a pedalear.

Grabación de los minutos previos al siniestro de tránsito de Cecilia.
Grabación de los minutos previos al siniestro de tránsito de Cecilia.

Doris estaba trabajando en el hospital, cuando recibió una llamada de una vecina. Jeffrey estaba revisando un documento científico que había enviado a un laboratorio, cuando recibió una llamada. Silvia estaba arreglando algunas cosas en su departamento y escuchando música, cuando recibió un mensaje de su madre.

El caso de Cecilia se ha formalizado recientemente, por lo que la Fiscalía tiene 120 días para investigar y tomar una decisión.

Jener Cáriga, abogado de la familia de la joven ciclista fallecida, señala que a pesar de que en un principio se hayan visto perjudicados por una tardía prueba de luminol —ya que el camión fue devuelto a su dueño y la policía realizó esta diligencia después de 2 meses, por lo que el vehículo estaba totalmente limpio—, están llevando a cabo una reconstrucción en 3D del siniestro a través de un perito que ellos mismos han conseguido puesto que en un inicio la Fiscalía les señaló que no había presupuesto para conseguir un perito de esa especialidad. Los videos de las cámaras de la Municipalidad de Jesús María y las de los vecinos también están siendo analizados por el Ministerio Público. Las investigaciones culminarán el 27 de marzo del 2024.

Mientras tanto, el chofer está libre. La Fiscalía ha solicitado comparecencia simple, pero para ello debe haber una audiencia que hasta el momento no se ha dado. “El conductor ha violado tres reglas de tránsito (art. 83, art. 90 y art. 160). Se le tendría que procesar por lo que señala el tercer párrafo del artículo 111 del Código Penal, el cual señala homicidio culposo”, indica el abogado. 

Vigila por Cecilia. Una ‘Ghost Bike’ o bicicleta blanca representa una cicatriz dentro de la ciudad. Significa el luto por el fallecimiento de un o una ciclista, pero a la vez denuncia y exige una ciudad más segura. Foto: Cicloaxión

Jeffrey sabía muy poco sobre manejar bicicleta, pero con Cecilia se trazó la meta de ser tan bueno como ella. “La bicicleta me cambió la vida, tanto para bien como para mal, perdí a alguien, pero me ayudó afianzar mis objetivos”, relata. 

Luego de la pérdida, se apoyó en la comunidad budista. “Ahí se habla mucho de la permanencia y aceptar lo que sucede tal como es, y ser consciente de la impermanencia de las cosas”, explica. Aún tiene un temor por ir en bicicleta, pero está volviendo a sumar kilómetros como antes. La Red de Convivencia Vial nació a partir de la muerte de Cecilia. “Me dije: ¿Qué haría Ceci si yo hubiese fallecido? Pues alcé la voz, alzamos la voz, se creó la red”, comenta.

Silvia vive en una isla de Suecia, uno de los países más amigables con el ciclismo, y dice que tanto ella como su hijo tienen paseos en bicicleta. La realidad de este país europeo contrasta con la de Lima, y lejos del caos todo es más cómodo, pero como hermana quiere seguir con el sueño de Cecilia.

En estos momentos, Silvia está terminando una carta para enviárselo a la activista ambiental, Greta Thunberg, y que como lideresa pueda pronunciarse sobre el caso de Cecilia para que se haga más visible y la justicia sea pronta.

Doris y Óscar dicen que por cada día malo tratan de hacer algo bueno. Hacer eso les recuerda a Cecilia. “Hemos perdido a un ser maravilloso que solo quería el bienestar de los demás”, mencionan. Ahora tienen un nuevo hijo llamado Mowgli, el labrador negro que Cecilia adoptó durante la última pandemia y que la acompañaba en sus viajes de bicicleta por la playa. Según sus padres, el can aún la extraña. Una vez lo encontraron sollozando frente a una fotografía de su hija. Cuando está junto a ellos, evitan mencionar el nombre de Cecilia porque la busca por toda la casa y no la encuentra. En la actualidad los tres se hacen compañía.

Las últimas palabras que le dijeron a Cecilia antes de sufrir el siniestro fueron: Ten un buen viaje. Quizá Cecilia lo logró, quizá ahora ya no pedalea en ciudad peligro, si no en una pradera de girasoles.