Gobierno de Fujimori intercedió a favor de los negocios de Rafael López Aliaga
Candidato de Renovación Popular afirma que es un “perseguido” del fujimorismo y que la deuda coactiva de 28.4 millones con la Sunat se gestó durante el régimen fujimorista, pero el testimonio del exembajador Eduardo Ponce-Vivanco, y de su socio, James Blair Sherwood, sugieren que más bien hizo fortuna durante el mandato de Alberto Fujimori.
Por Álvaro Meneses
En el verano de 1999, un alto funcionario del gobierno de Alberto Fujimori hizo una llamada telefónica que cambió el rumbo de los negocios de Rafael López Aliaga, el ahora candidato presidencial por Renovación Popular. Fue el entonces embajador de Perú en Reino Unido, Eduardo Ponce-Vivanco, quien contactó a Nadia Stancioff, vicepresidenta de Relaciones Públicas de la empresa inglesa Orient-Express Hotels (ahora Belmond Hotles), que luego se asoció con Peruval Corp., y le permitió a López Aliaga forjar su imperio ferroviario y hotelero en el Cusco.
La cima de esta historia la relató el mismo Eduardo Ponce-Vivanco la primera semana de marzo en una conferencia de prensa donde fue presentado como el posible ministro de Relaciones Exteriores de López Aliaga. “La época en la que como embajador en Londres le abrí las mejores puertas para que su empresa se asociara con la famosísima Orient-Express (…), y lo ha puesto a la altura de las grandes ligas”, declaró Ponce-Vivanco, quien en 1994 fue viceministro de Política Internacional y secretario general de Relaciones Exteriores de Fujimori, y embajador en Reino Unido, entre 1995 a 1999.

Sin embargo, la historia completa, que sugiere una coordinación directa entre Alberto Fujimori, Rafael López Aliaga y su exsocio Lorenzo de Sousa en la consolidación de sus negocios con la inversión inglesa, es la punta de un iceberg hasta hoy desconocido. La historia ha quedado registrada en el libro “Orient-Express, a Personal Journey”, las memorias del empresario estadounidense James Blair Sherwood (1933-2020), fundador y expresidente de Orient-Express (ahora Belmond Hotels).
EL NEXO PONCE-VIVANCO
Hasta inicios de 1999, el empresario James B. Sherwood no tenía entre sus planes construir un hotel cinco estrellas en Perú, un país que apenas le sonaba peligroso por el largo azote de la agrupación terrorista Sendero Luminoso, y del que tenía la impresión que la mayoría de sus turistas eran “intrépidos mochileros o arqueólogos, ninguno de los cuales era exactamente nuestro mercado”.
Tras la llamada de Eduardo Ponce-Vivanco, Sherwood aceptó reunirse con el embajador peruano. En dicho encuentro, según cuenta el empresario inglés en su libro, Ponce-Vivanco le narró “la historia reciente, elogiando a su presidente, quien dijo que había salvado al Perú del colapso financiero” y que “se alentaba la inversión extranjera y el Gobierno había identificado al turismo como una industria que quería desarrollar”.

Esta última parte le interesó a Sherwood, entonces dueño de Orient-Express (ahora Belmond Hotels), y el embajador peruano le prometió presentarle opciones de inversión. “Unos meses después me llamó para sugerirme que contactara a dos caballeros peruanos”, escribió el empresario estadounidense: Rafael López Aliaga y su exsocio Lorenzo de Sousa, los dueños de Peruval Corp.
Para conocer a sus futuros socios, Sherwood voló a la ciudad de Lima y luego al Cusco. Fue hospedado en el hotel Monasterio y visitó el Valle Sagrado de los Incas y la ciudadela de Machu Picchu. Quedó impresionado y cada vez tenía menos dudas en expandir sus negocios hasta Perú.
LA VISITA A PALACIO
Luego de conocer de primera mano el mercado hotelero en el que invertiría millones de soles, el dueño de Orient-Express volvió a Lima al encuentro de Rafael López Aliaga y Lorenzo Sousa, quienes le habían agendado una reunión con Alberto Fujimori en Palacio de Gobierno.
El mismo Sherwood lo recordó así en su libro: “Me llevaron al imponente palacio presidencial (…) (Alberto Fujimori) fue muy cortés y nos dio un recorrido por las históricas habitaciones del palacio, donde vivía en una casa en la parte trasera con su hija Keiko, quien actuó como su primera dama (…) Y al final del recorrido nos acompañó hasta nuestro coche, nos dimos la mano y nos cerró la puerta”.

Sin embargo, mientras recorrían Palacio de Gobierno, Fujimori le contó a Sherwood que ya había puesto en marcha el proceso de privatización de los activos estatales, y le animó a invertir en los ferrocarriles del Perú “cuando llegara el momento”.
La llamada del entonces embajador Eduardo Ponce-Vivanco, la exclusiva estancia en Machu Picchu, la reunión privada con Alberto Fujimori y la posibilidad de una millonaria oportunidad en el mercado ferroviario, hizo que el dueño de Orient-Express se decidiera en marzo de 1999 a entrar en el mercado hotelero peruano: compró el 50% de dos hoteles de Peruval Corp por US$ 10 millones, dio un préstamo de US$ 5 millones para mejorar las instalaciones, y adquirió en sociedad el Hotel Palacio Nazarenas, un predio de 3.5 hectáreas cerca al río Urubamba.
La vinculación económica de Orient- Express (ahora Belmond Ltd) con las empresas de Rafael López Aliaga se han mantenido hasta la actualidad.
MERCADO FERROVIARIO SERVIDO
Ese mismo año, según cuenta James Sherwood en su libro, sus socios peruanos López Aliaga y Sousa le informaron de “la inminente privatización” de los ferrocarriles en el país, tal como Alberto Fujimori le dijo en su encuentro en Palacio de Gobierno: “Cuando llegara el momento”.

Es entonces cuando Sherwood asociado con Rafael López Aliaga decidió postular a la licitación de la infraestructura ferroviaria de Machu Picchu, en donde tenían que proponer un porcentaje de los ingresos que el operador pagaría al Estado. Inicialmente ofertaron un 30%, pero López Aliaga y de Sousa le sugirieron subir la oferta hasta el 33,375%. “Y como eran las personas en el terreno, acepté de inmediato”, apuntó el empresario.
Lo que a continuación manifiesta James Sherwood, pese a que podría encajar en la figura de competencia desleal, fue determinante para que el régimen de Fujimori les entregue las concesiones del sistema ferroviario del Cusco:
“Resultó que solo había dos postores, y cuando se abrieron las ofertas se reveló que la otra parte había ofrecido el 33,33%. Nuestra oferta ganó el día por el estrecho margen de un tercio por ciento. Posteriormente, se especuló considerablemente que nuestros socios peruanos se habían enterado de alguna manera de antemano de lo que ofrecía la otra parte, pero si lo hicieron, nunca nos lo dijeron”.

Lo que sucedió después ya es conocido por la historia: por intermedio del Ministerio de Transportes y Comunicaciones, el régimen de Alberto Fujimori entregó en concesión el sistema ferroviario del Cusco a Ferrocarril Transandino S.A (Fetransa), empresa que de inmediato se asoció con PeruRail, de López Aliaga y de Sousa. Y para mantener su monopolio ferroviario libre de cualquier empresa competidora, el candidato de Renovación Popular emprendió una serie de argucias legales y políticas que Wayka documentó en una investigación anterior.
Este medio digital envió a Rafael López Aliaga una lista de preguntas a través de su jefe de prensa de Renovación Popular, pero el candidato presidencial prefirió mantener su política de no responder preguntas de la prensa.