Redacción Wayka

Grupos de Brasil, autodenominados ‘provida’, atacaron el hospital donde una niña de 10 años iba a realizarse un aborto para interrumpir el embarazo que llevaba producto de la violación de su tío. La menor había sido víctima de constante abuso sexual desde que tenía seis años.

A empujones, decenas de integrantes de estos grupos intentaron ingresar a la fuerza al centro de salud donde se llevaría a cabo el procedimiento. Además, se enfrentaron a los policías que resguardaban la entrada y tildaron de asesinos a los médicos encargados de realizar la interrupción del embarazo y difundieron los datos personales de la niña, exponiéndola al acoso. 

Sin embargo, no exhibieron nada sobre el agresor. Para estos grupos ultraderechistas era prioritario impedir el aborto. Incluso la ministra de Derechos Humanos y pastora evangélica, Damares Alves, lamentó la decisión judicial que autorizó el procedimiento.

Priscila Akemi Beltrante, representante deL Comité de América Latina y el Caribe para la Defensa de los Derechos de las Mujeres – CLADEM Brasil, contó a Wayka que estos grupos «revelaron criminalmente la identidad de la niña. Actuaron contrario al interés de proteger su privacidad y condición médica».

El Tribunal de Justicia del estado de Espíritu Santo autorizó el aborto para la menor que tenía 22 semanas de gestación. Según las declaraciones del juez Antonio Moreira Fernandez, la niña pidió llorando y abrazada a su oso de peluche que no deseaba continuar con el embarazo.

El magistrado consideró que “la decisión de la niña es soberana” y autorizó la interrupción del embarazo. En Brasil, el aborto es legal desde 1940 en casos de violación, cuando el feto presenta anencefalia o si la vida de la gestante está riesgo, como en el caso de la niña. 

“El embarazo a esta edad es un riesgo para su salud y su vida, constituyendo también tortura al exigirle a una niña que se someta a evaluaciones técnicas que retrasan el aborto y crea obstáculos que aumentan los riesgos, físicos y/o emocionales”, precisó la representante de Cladem Brasil.

Inicialmente, la menor había llegado al hospital Sao Mateus con fuertes dolores en el vientre. El análisis médico confirmó el embarazo, pero el personal de salud del establecimiento se negó a realizar el aborto. 

Tras la decisión judicial, la menor tuvo que ser trasladada al hospital de Recife en el estado de Pernambuco. Durante el traslado, la niña fue ocultada en un baúl. Este centro de salud queda a 1800 kilómetros de Sao Mateus, pero eso no impidió que los grupos antiaborto llegaran al hospital para intentar impedir el procedimiento.

Un grupo de mujeres tuvo que formar un cordón humano alrededor del hospital para proteger a la niña y evitar que los grupos antiderechos ingresen al establecimiento. Los grupos antiaborto comenzaron a rezar afuera del hospital. Al final, el procedimiento médico pudo ser realizado.

Al igual que en Perú, la violencia sexual hacia las niñas en el país caribeño, es otra pandemia que afecta a miles de ellas. Cada hora, cuatro niñas menores de 13 años son víctimas de violación. 

Según los registros del Sistema de Información Hospitalaria del Ministerio de Salud de Brasi, al día se registran seis abortos de niñas de 10 a 14 años víctimas de violación. En promedio, Brasil registra 26 mil partos anuales de niñas entre 10 y 14 años. Todas ellas, vulneradas también por sociedades que se oponen a comprender que son niñas, no madres.