Inés Agresott: Las extranjeras también somos víctimas de violencia
Por Alvaro Meneses
Es la cara más visible y la voz más confrontacional del colectivo Madres Migrantes Maltratadas, una agrupación de mujeres extranjeras madres de niños peruanos y víctimas de violencia familiar. Hasta hace unos años, dirigía el Festival Internacional de Cortometrajes (FENACO) con sede en Cusco, pero una negligencia migratoria y una coincidencia que terminó por rodearla de mujeres de diferentes países en situación de vulnerabilidad, le motivó a formar el grupo. «No me salgo hasta que todas tengan sus documentos en regla y se encuentren a salvo», se prometió la colombiana Inés Agresott desde un inicio.
Desesperada e impotente, Inés cuenta que ya tocó todas las puertas: la de la Superintendencia Nacional de Migraciones, Ministerio de la Mujer, Defensoria del Pueblo, congresistas, organizaciones sin fines de lucro y medios de comunicación. Ahora, a raíz de las políticas migratorias que viene improvisando el Ejecutivo únicamente para los venezolanos, la vocera de la agrupación anticipa mi primera pregunta. «Hay una diferenciación entre venezolanos y nosotras. ¡Es una burla!», zanja Inés.
¿A qué diferenciación se refiere?
Para que todos los padres y madres de niños peruanos puedan acceder al PTP (Permiso Temporal de Permanencia) requieren el certificado de INTERPOL que demuestre que no tienen antecedentes policiales, y para hacer el cambio de residencia un año después se exige nuevamente gestionarlo en INTERPOL; pero ese requisito es solo para nosotros, los padres y madres de niños peruanos, mientras que a los ciudadanos venezolanos solo basta una declaración personal, no tienen que reiterar el trámite ¿Por qué esa diferencia con las demás nacionalidades? Y el problema ahora es que INTERPOL está atendiendo solo a venezolanos. Y con gran orgullo se excusan: es que estamos ayudando a los pobres compañeros que vienen de circunstancias terribles. Pero una mujer sola, irregular, que sufre violencia familiar, que es víctima, que huye de su agresor, ¿no les parece una circunstancia terrible en tu propio país?
Una mujer, como la que describe, indocumentada y que además es víctima de violencia familiar, ¿a qué se expone cuando acude a Migraciones? ¿Cuál es el patrón?
No hay que ser mezquinos. Migraciones ha creado la Oficina de Poblaciones Vulnerables. Nos han ayudado, pero hay un problema de comunicación interna porque nadie en la institución tiene idea de los casos que esa oficina atiende. Y algo que me parece terrible es que esa oficina no aparece en el Reglamento de Organizaciones y Funciones. Es como si no existiera. Nosotras le pedimos a las autoridades de Migraciones que se sitúen en el país que viven, donde la violencia no solo ocurre para las peruanas, nosotras también somos víctimas de violencia. ¿Qué ocurre con una mujer que está sola con su hijo peruano y un marido que la persigue para golpearla? Huyes. Deben crear leyes migratorias considerando las circunstancias en las que se está viviendo.
Incluso en este lado positivo de Migraciones, que las atiende a través de la Oficina de Poblaciones Vulnerables, hay algo que se cuestiona. El hecho de que las atienden solo si vienen a nombre del colectivo de Madres Migrantes Maltratadas.
El hecho es que recibes un poco más de apoyo y atención porque tenemos fama de ser escandalosas, conflictivas, laberintosas. No es lo mismo que una mujer llegue sola a Migraciones a que esté acompañada de nosotras.
Y las mujeres que llegan solas a Migraciones y no consiguen respuestas ni soluciones, ¿a qué se exponen?
A quedar irregulares. A no poder trabajar formalmente. A aceptar cualquier tipo de empleo. Generalmente se quedan en el país porque tienen hijos. No pueden sacar a sus hijos del país a menos que tengan la firma del padre, del agresor. Y si se escapan del país con sus hijos las denuncian por sustracción internacional.
Pero hay un recurso legal que protege a las mujeres víctimas de violencia que escapan del país con sus hijos.
Exacto. Si una mujer denuncia en la comisaría o tiene procesos judiciales por violencia familiar y luego se fuga del país con su hijo, se le absuelve del delito de sustracción internacional porque se presume de que el niño y ella están en circunstancias de vulnerabilidad en el país y sin protección. Eso no se nos dice. Y lo que tienen que hacer es denunciar, aunque crean que no funcione, sí sirve, por si decides huir del país con tu hijo, para demostrar que has agotado las vías legales para defenderte en un país reconocido mundialmente como violento con sus mujeres.

Esto último que dices parece un mensaje directo para las mujeres que temen en denunciar y hacer público sus casos.
En el grupo (Madres MigrantesMaltratadas), las pocas caras visibles son las que han tenido la fortaleza de decir: basta, no permito que vuelvas a violarme, a maltratarme, no permito que vuelvas a abusar más de mí. Detrás de ellas, hay una cantidad increíble de mujeres que nos cuentan sus historias, que nos muestran sus fotos con la cara reventada, la cabeza partida, y que luego se echan para atrás porque perdonan a sus agresores o prefieren no hacerlo público. Nosotras ayudamos con el proceso de documentación migratoria, pero el empoderamiento ya es un tema personal.
Antes de empezar la entrevista, comentaste sobre una deuda inexplicable que acabas de enterarte que tienes pendiente.
Estaba en la Defensoría del Pueblo y me muestran que aparezco en el sistema con una deuda de la tasa anual de extranjería de años anteriores. Voy a Migraciones y me dicen que es un error del sistema y que lo ignore. No ignoro nada, ¡me preocupa!
¿Cree que sea un precedente para una posible represalia en el futuro?
Sí. Creo que es una represalia por la lucha que llevamos por las mujeres migrantes en el país. Nosotras estamos luchando hace años para que nos den residencia y nacionalidad por violencia familiar y por sus hijos peruanos. Los funcionarios de la Defensoría del Pueblo y las congresistas aliadas nos han dicho que es casi imposible, que lo que han hecho ya es mucho. Y el gobierno de la noche a la mañana crea una residencia especial a ciudadanos venezolanos para que tengan estabilidad en el país. Dime por qué no somos iguales.
¿Y qué respuestas han tenido desde las organizaciones que velan por los derechos humanos?
Hemos ido a todas las organizaciones que te puedas imaginar. Amnistía Internacional, por ejemplo, nos dijeron que no veían estos casos.
¿Cree que existe un silencio cómplice de los venezolanos?
Noto con mucha pena poca solidaridad de ellos hacia nosotras. Hace unos días discutí con una venezolana porque decía que los casos que denunciamos son falsos. ¿Cómo puede hablar así si no lo ha vivido? Está opinando desde su privilegio. Yo, como colombiana he visto campañas xenófobas desde el gobierno donde nos estigmatizaban de sicarios y prostitutas. El exministro del Interior, Carlos Basombrío se jactaba de expulsar colombianos, violando derechos internacionales. Eso evidencia más aún de que el tema con los venezolanos es político.
¿También sospecha que se trate de un trasfondo político?
Lo que te comento evidencia más aún que el tema con los venezolanos es político. Y no solo eso. Con la posible llegada de Nicolás Maduro al país, desde el Gobierno y el Congreso se promueven marchas contra él, pero en las marchas de los mismos peruanos, como la de los profesores, se les reprime. Esos son los estándares que hacen cuestionarte por qué nos tratan diferente.