No obstante de haber identificado al individuo que la atacó en pleno Tren Eléctrico, y de haber entregado las evidencias que acreditan los hechos, las autoridades no son diligentes y maltratan a la víctima. Giannina descubriría que eso sucede con todas las víctimas como ella.
Suiry Sobrino / Diana García
Fotos de Juan Zapata
Paul Herrera Manrique, esa es la verdadera identidad del sujeto que atacó a Giannina. Al investigarlo por su cuenta, ella descubrió que contaba con un antecedente, una denuncia por tocamientos indebidos, en junio de 2014. Así que Giannina buscó contactar a la víctima. Y lo logró.
La víctima le dijo que luego de formular la acusación recién la citaron en abril de 2017. Es decir, ¡casi tres años después! Era un indicativo de que lograr que Paul Herrera recibe su castigo, sería muy complicado. Pero Giannina no se desanimó.
Algo descubrió cuando la víctima le detalló características del acosador. Al registrarse el incidente de 2014, Paul Herrera tenía características físicas muy diferentes en comparación con la actualidad, lo que quería decir que mutaba de apariencia para no ser identificado.
Otro aspecto relevante que le comunicó la víctima a Giannina es que desde que acusó a Paul Herrera, recibió mensajes amenazantes en sus cuentas personales de las redes sociales para que retirara la denuncia contra el sujeto. Tuvo que cambiar de identificación para que cesaran los amedrentamientos. Algo parecido le sucedería.
Giannina pronto comprendería que lo que le había pasado a la víctima que encontró, se repetiría en su caso: las autoridades no actuarían diligentemente, la maltratarían y la aburrirían para que desistiera de la denuncia. Por eso Paul Herrera, al no haber sido castigo según las leyes, volvió a atacar. Giannina narró lo sucedido:
Hasta el día de hoy mi falda no ha pasado por médico legista. Ese día yo entregué mi falda y mis panties como prueba, pero hasta el día de hoy no se ha hecho nada. La única prueba de médico legista que se ha realizado es la que pasó el bóxer de esa persona. Yo siempre repito en todos lados que a mí no me consta que este sujeto haya dejado su ropa interior. Yo pedí muchas veces que se la pidan pero los policías me respondían que no podían, que era imposible. Entonces no me explico cómo en mi primera audiencia me informan que sí le habían hecho una pericia al bóxer y que esta no había arrojado nada. Yo no vi que él entregara esa prueba ese día, no sé en qué momento lo hicieron, y no entiendo por qué si nunca hicieron lo mismo con mi falda. Esa era la única forma de comprobar la culpabilidad del sujeto y simplemente lo obviaron.
En el ranking sudamericano, según el Observatorio de Seguridad Ciudadana de la OEA, Perú es el segundo país con más delitos por violación sexual. Solo en el primer trimestre de este año se registraron 1778 denuncias, de las cuales el 91.6% la víctima fue una mujer o niña.
Desde la infancia, es la mujer quien se encuentra en una situación más vulnerable frente a la violencia sexual, no solo a la penetración forzada sino a múltiples vejaciones cotidianas, frecuentes, normalizadas y a vista de todos. El caso de Giannina es un ejemplo.
Las estadísticas recogidas por el Instituto de Opinión Pública de la Pontificia Universidad Católica del Perú, indican que, así como Giannina, 9 de cada 10 mujeres han sufrido alguna modalidad de acoso sexual callejero en Lima. Sin embargo, de los testimonios que se comparten a diario, increíblemente el acoso sexual callejero todavía es tratado como el tipo de violencia más inofensivo dentro de la escala de violencia de género.
Desde actos de acoso verbal mal llamados “piropos”, hasta contacto físico de todo tipo e incluso genital, las mujeres sufren a diario un tipo de inseguridad ciudadana más notorio que los hombres.
Como puede apreciarse en el caso de Giannina, el uso del espacio público es distinto para hombres y para mujeres, por lo que una primera idea básica al respecto es que el Estado no puede intentar combatir la inseguridad ciudadana de forma efectiva sin adoptar un enfoque de género. Así lo comprobó en carne propia Giannina:
Algunos policías no estuvieron de acuerdo con el cambio de comisaría porque además, este sujeto ya había firmado un parte policial en donde aceptaba los hechos. Sin embargo en la comisaría de Chacarilla ya no quiso hacerlo y eso retrasó el proceso. Yo estuve desde las 8:00 de la mañana hasta las 6:00 de la tarde en eso. No había ni desayunado ni almorzado. Solo alcancé a comer un pan. En Chacarilla, nadie sabía nada, nadie me atendía. Tuve que empezar la denuncia desde cero. Tuve que volver a dar mi declaración, tuve que volver a presentar mis documentos. Y mientras yo hacía todo eso, mi agresor se encontraba solo a dos metros de mí. Para mí fue muy chocante. Ni siquiera sé cómo describirlo. Imagínate tener que compartir el ambiente con la misma persona que solo hace unas horas te ha agredido de esa manera.
Lo que enseña el testimonio de Giannina es que las autoridades no sólo no están preparadas para cumplir con la ley contra el acoso callejero sino que poco les importa adiestrarse para hacer cumplir rigurosamente las normas. Paul Herrera volverá a atacar.