Paltapampa es un pueblo cajamarquino ubicado en el distrito de Chontalí. Ahí las mujeres y niñas se refugian en sus casas no solo para protegerse del COVID-19, sino por miedo a ser agredidas por José Zoriano que tiene ocho antecedentes de violación sexual y a quien los jueces de Jaén han puesto en libertad.
Graciela Tiburcio Loayza
La última víctima. En el cuarto de “Kelly”, una adolescente cajamarquina de 13 años, hay un cuadro del Sagrado Corazón de Jesús colgado en la pared de adobe. Frente a la mirada del personaje bíblico está ella; atada de ambos brazos al techo, con el cuerpo semidesnudo y agonizante. Ese cuadro es testigo silencioso del momento en que su padre la amordazó con una cinta de embalaje para golpearla e intentar violarla.
Cuando la policía llegó a la casa encontró a la niña atada a manera de una crucificción y tomó una fotografía. La madre de “Kelly” ahora carga con esa fotografía, sin poder borrar ese recuerdo que también lleva en la memoria de su celular.
A José Felizardo Zoriano Arias no le importó desacatar el día 32 de aislamiento social obligatorio por COVID-19 para irrumpir en la casa de la madre de sus dos hijas en el pueblo de Paltapampa, distrito de Chontalí en Jaén de la región de Cajamarca. Había esperado al amanecer para ir tras “Kelly”, la mayor de las hijas.
Ese 16 de abril a las 6 de la mañana, la madre hacía las compras del desayuno, no se imaginaba que en ese mismo momento, su hija de seis años huía de casa buscando ayuda para su hermana. Sus gritos fueron la señal de alerta que permitió a sus tíos darse cuenta de que algo sucedía y capturar al padre cuando intentaba esconderse en una chacra de los alrededores.
Tras ser arrestado, fue recluido en el penal San Rafael de Jaén para cumplir nueve meses de prisión preventiva. Sin embargo, los jueces superiores Leonardo Cipriano Purihuamán, Emiliano Sánchez Bances y Harold Ortiz Carrasco de la Sala Mixta y de Apelaciones de Jaén declararon infundada esta medida. A pesar de que el examen médico confirmó que la niña tenía lesiones en la entrepierna y un shock traumático.
En el documento de la Corte Superior de Justicia de Lambayeque, los jueces sostienen que la prisión preventiva contra Felizardo es una “medida idónea y adecuada”, pero luego se contradicen y menciona que “tutelar los derechos de la menor, resulta innecesaria, por el solo hecho de existencia de fuga”.
Para los jueces no habría peligro de fuga. Basta con una orden de comparecencia restringida y que José Felizardo Soriano vaya al juzgado a “dar cuenta de sus actividades” al terminar el estado de emergencia. Una incongruencia de nuestro sistema de justicia en los casos de violencia contra la mujer.
Zoriano solo estuvo poco más de veinte días en detenido. Desde la quincena de mayo está nuevamente libre por las calles de Paltapampa. Sus hijas ya no quieren salir de casa, viven aterradas con la idea de encontrarse frente a su agresor. Su padre vive solo a cuadra y media de su casa.
«¡Quién va a devolverle la tranquilidad a mi hija! ¡Quién protege a las niñas del pueblo! Ese hombre camina por las calles tranquilo, mientras nosotras no salimos por miedo», reclama la madre de «Kelly».
Más de una década de impunidad
El regreso de José Felizardo a Paltapampa ha despertado el temor del pueblo y ha revivido los intentos de violación que datan desde hace diez años. Las rondas campesinas se han organizado para recabar todos sus antecedentes y las mujeres que fueron agredidas años atrás por él ya no están dispuestas a callar más.
Wayka conversó con sus anteriores víctimas. Estas son sus historias.
“ANA” y “CECILIA”
Todo el pueblo de Paltapampa conoce el historial de agresiones que recae sobre José Felizardo Zoriano. El mismo presidente de la Federación de Rondas Campesinas de Cajamarca, Arcenio Becerra, confirmó a Wayka que este “mal ciudadano” ha intentado abusar sexualmente de varias mujeres y niñas que viven en el pueblo.
La denuncia más antigua registrada por las rondas y a la que pudimos acceder es del 29 de abril de 2007. Ese año, de madrugada, José Felizardo se metió en la casa de «Ana» para violarla. Ingresó por la ventana del cuarto donde la madre de los tres niños dormía. El ruido la despertó y le dio la oportunidad de defenderse. El sujeto no tuvo más opción que huir. Al año siguiente, José Felizardo repetiría su plan, pero esta vez, para violar a “Cecilia”, la esposa de su primo.
La mañana del 1 de junio de 2008, el hombre se metió desnudo a la casa de «Cecilia», la abofeteó y golpeó varias veces hasta someterla, para finalmente escapar del lugar. La ronda campesina lo capturó y lo amarró a un poste durante varias horas en la plaza del pueblo para que todos sepan que eran un agresor.
A «Cecilia» se le quiebra la voz mientras hablamos por teléfono. No era la primera vez que había intentado violarla, en otras dos ocasiones la siguió de noche por las calles. En uno de los intentos de violación, «Cecilia» estaba con su hija de 13 años a quien Zoriano también quiso atacar.
«Vivimos con miedo. No tenemos tranquilidad ni en nuestras casas. Ese hombre es un peligro para nosotras y para nuestras hijas. Dígame, señorita, ¿cómo es que las autoridades dejan libre a un hombre que ha hecho tanto daño?», se pregunta “Cecilia”.
LAS NIÑAS
En el 2017, la historia se repitió. Transcurría el mes de enero cuando Zoriano ingresó a la casa de «María» para intentar abusar de su hija de 12 años. Los forcejeos y gritos de la niña alertaron a la comunidad, los ronderos capturaron al sujeto y lo pasearon por las calles con un letrero de «violador» colgando en el pecho.
«Luego de lo que le hizo a mi hijita tuve que mudarme a Chiclayo. No podíamos quedarnos en Paltapampa con él caminando en las calles. No puedo creer que después de abusar de su hija siga libre», cuenta.
En octubre de 2018, José Felizardo intentó violar a dos niñas de 5 y 7 años. El papá de las niñas, “Hugo”, primo del denunciado, encontró a sus hijas desnudas y llorando de miedo. Lograron atrapar a Zoriano, quien confesó su crimen, pero el resto de la familia impidió que se formalice la denuncia.
“Luego de que agrediera a mis hijas, ellas se escondían en algún pasaje cuando se lo cruzaban por la calle, incluso llegaban tarde al colegio porque tenían miedo de salir. Todos sabemos que ese hombre es un peligro para nuestra comunidad”, increpa “Hugo” con voz agitada por la cólera e impotencia al saber que su primo está libre.
“Yo le pido a las autoridades que vengan a Paltapampa y que vean por ellos mismos el miedo que tiene la gente. Que vengan y que comprueben”, nos comparte el padre de las niñas con la esperanza de que su reclamo por justicia llegue a las autoridades.
Paltapampa es un pueblo donde el sistema de justicia parece haber estado siempre ausente y de espaldas hacia la violencia de género. Mientras José Felizardo Soriano siga en libertad, las niñas y mujeres de este lugar no pueden transitar con tranquilidad. Son ellas quienes han quedado presas de miedo en sus casas, sin que la justicia las proteja.
ACTUALIZACIÓN
(2/06/2020)
Luego de publicar el reportaje, la ministra de la mujer Gloria Montenegro, ha exigido prisión preventiva para José Felizardo Zoriano Arias, acusado ocho veces de violación.
Desde #Aurora se solicitó a la Fiscalía superior de apelaciones de Jaen, evaluar la presentación del recurso de casación contra la resolución que revocó la prisión preventiva del agresor. Pedimos la nulidad. @MimpPeru https://t.co/qmfGUxDMsE
— Gloria Montenegro (@GloriaMonteneg) June 2, 2020