Norte, la cuarta película del cineasta Fabrizio Aguilar, se estrenó de un modo usual para la rutina del cine peruano de corte más indie en cartelera comercial: poca difusión, poca asistencia en salas, escaso rebote en medios, con discreta presencia en redes sociales, y sin afiches en los multicines. Pero su estreno también estuvo marcado por un hecho que podría ser un antecedente para la discusión: no contó con el nexo de alguna distribuidora local o transnacional, siendo el mismo cineasta quien directamente organizó este proceso de exhibición.

Por un lado, que la productora o el mismo cineasta decidan esta opción, puede tener sus pro y contras. Si pensamos en el maltrato que recibió Prueba de Fondo, el documental sobre Inés Melchor, al tener solo un par de salas en Lima y una en Huancayo, habiendo contratado a Tondero distribución con fondos públicos, podría decirse que la intención se fue al agua y la plata a un arca que al parecer no hizo mucho para visibilizar el film. O podría pasar lo que hace la empresa peruana V&R Films, que viene aplicando estrategias más segmentadas para distribuir los films desde el paraguas del cine independiente (local y mundial). Pero pareciera que no optar por una distribuidora responde, en el caso de Norte, a una desconfianza de este sistema vigente, que no tiene regulación, o se debe simplemente a tener una relación directa con las mismas exhibidoras.

La película se estrenó en catorce salas de Lima, Chiclayo, Arequipa y Piura, pertenecientes a multicines ubicados en malls de clases medias o zonas más residenciales (Alcázar, Caminos del Inca, Basadre, por ejemplo), repitiendo el criterio estándar que se utiliza como férrea capa que divide a los espectadores limeños: aquellos de la Lima más popular que ve más cine de género y aquellos de la Lima más «educada», que ve películas subtituladas, más arties, indies y festivaleras. Es decir, la opción de que Norte sea distribuida sin distribuidor responde más bien a un tema de ganancia directa, quizás, porque el sistema que vienen aplicando las exhibidoras en una suerte de «apartheid» estético de qué deben ver los peruanos, sigue intacto. Pero el punto en contra es que la difusión del film se ha visto afectada. Muy poca gente sabe que está en salas.

Por otro lado, este problema de exhibición del cine peruano también está pasando por un anunciado proceso de canibalización, de dos o tres films que se estrenan un mismo jueves. Por ejemplo, Yuraq, distribuida por Tondero, se estrena junto a La pasión de Javier, distribuida por V&R Films, este 26 de setiembre. Mientras que el 10 de octubre tres películas tendrán que lidiar para captar la atención de la platea: La revolución y la tierra, distribuida por New Century Films, Pixeles de familia, a cargo de Bf Distribution, y Vivir ilesos, distribuida por V&R Films. La misma suerte correrán La bronca (por Tondero) y Mapacho (por V&R Films). ¿Qué sucede aquí? Algunos films han recibido fondos públicos que les permite contratar a las distribuidoras (un negocio que no tiene pierde), y otras emplean tácticas de alquiler de salas, pero el objetivo no parece cumplirse, ya que cada vez el cine peruano menos comercial no encuentra condiciones para un estreno que les haga justicia. Y mucho menos el nuevo proyecto de ley de cine garantiza estas condiciones, ya que los roles o responsabilidades para la distribución y exhibición apenas se mencionan.

Norte, si bien es un trabajo que marca un punto de quiebre dentro de la irregular carrera de Aguilar, con una fotografía lograda sobre todo en los sentimentales opening y final (travellings de melancolía apática), y pese a algunas imprecisiones argumentales, diálogos innecesarios, énfasis para el hachazo y a atmósferas familiares que nunca encuentran un perfecto clímax tensional; mereció un mejor paso por esta cartelera.