Por Graciela Tiburcio Loayza

El Perú perdió más de $365 millones de recaudación fiscal por no haber prevenido los 224 mil 956 casos de embarazo adolescente que se registraron en los últimos cinco años. Es decir, $73 millones anuales, según una investigación realizada por el Fondo de Población de las Naciones Unidas (UNFPA) y Plan Internacional.

El informe llamado ‘Consecuencias socioeconómicas del embarazo adolescente’ evidencia cómo las adolescentes de 15 a 19 años que han tenido hijos ven recortadas sus oportunidades de desarrollo educativo-profesional y cómo esto termina afectando no solo a su entorno cercano, sino también a la economía del país.

“La maternidad temprana le cuesta medio millón de dólares mensuales al país. Para 2022, ese costo podrá superar el millón de dólares cada mes. El embarazo de niñas y adolescentes no es un asunto cuyas consecuencias únicamente afectan a las niñas y a sus familias, es un asunto que nos afecta y atañe a todos», resalta Hugo González, representante de UNFPA.

Esta cifra representa al 0.2% del PBI y es un dinero que podría ser usado para programas de prevención del embarazo adolescente, fortalecimiento de capacidades, atención integral en salud, acciones para garantizar la violencia sexual y brindar educación pública de calidad.

Sin oportunidades

Cada hora, ocho adolescentes tienen un parto. Hasta abril de 2021, ya son 11 mil 819 adolescentes que han tenido hijos según el Sistema de Registro del Certificado de Nacido Vivo del Ministerio de Salud. El 13% de ellas, probablemente no concluyan los estudios básicos y solo el 18% podrá acceder a educación superior.

Al contar con menos preparación académica no pueden optar por mejores puestos laborales. Por ello, el 81.9% de mujeres que tuvieron hijos en la adolescencia trabajan en el sector informal y perciben 24% menos de ingresos en comparación a las mujeres que tuvieron hijos siendo adultas.

Esto se traduce en 1 159 millones de soles que más de 122 mil madres adolescentes dejan de percibir cada año, pues las mujeres que han afrontado la maternidad en la adolescencia son una fuerza de trabajo que el país pierde al no garantizarles oportunidades de desarrollo para mejorar su calidad de vida y la de sus familias.

«Esta situación (de precariedad y falta de acceso a oportunidades) influirá también en su hija o hijo, puesto que nacerá en una situación de desventaja. Pero, además, también afectará a su familia y a su comunidad”, comenta Arcadia Maguiña, coordinadora técnico nacional de salud de Plan Internacional Perú.

En los últimos 30 años, la tasa de embarazo adolescente ha permanecido invariable, marcando lo que parece ser el destino de las adolescentes en situación vulnerable, pues 1 de 4 adolescentes del quintil más bajo de ingresos queda embarazada, de acuerdo al informe de UNFPA y Plan Internacional.

Solución posible 

Sin embargo, esta situación que afecta los derechos de miles de adolescentes puede revertirse. El representante de UNFPA señala que se debe articular con todos los actores del país: El Estado, las familias, escuelas e incluso los medios de comunicación generando conciencia sobre la problemática del embarazo adolescente y sus soluciones. 

«La respuesta debe ser integral e involucra a varios sectores, como un sistema de salud que brinde información a adolescentes para postergar el inicio de relaciones sexuales o brindar anticonceptivos si han iniciado vida sexual. Así como la prevención de la violencia sexual y justicia oportuna para esos casos», recomienda González.

Además, UNFPA y Plan Internacional enfatizan que el Estado debe garantizar una política de apoyo a las tareas de cuidado a las adolescentes madres y dar opciones educativas para evitar su deserción escolar y fomentar las oportunidades de capacitación técnica u ocupacional para que las adolescentes embarazadas o con hijos tengan un trabajo digno.

Mientras que en las escuelas se puede capacitar a docentes, padres y madres de familia sobre educación sexual integral «para deconstruir masculinidades violentas y empoderar a adolescentes para tomar decisiones informadas sobre su autonomía corporal», resalta González.

“Debemos comprometernos en su desarrollo de competencias, empoderar a todas las niñas y adolescentes a nivel nacional. Prevenir un posible segundo embarazo y garantizar la reinserción escolar de niñas y adolescentes por situación de embarazo o maternidad”, agrega Maguiña. 

El éxito de la educación sexual ha sido comprobado en colegios que la implementaron en todo su currículo escolar y lograron reducir a cero los embarazos adolescentes registrados anualmente. Sus historias fueron recogidas por Wayka, se trata de: El Nazareno (San Juan de Miraflores), Benito Juárez (San Juan de Lurigancho) y Faustino Sánchez Carrión (Ayacucho).

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