Probablemente sea la pregunta más recurrente que asalta a cualquier persona que quiera incursionar en política. Y la respuesta pareciera ser que sí, lo que habría desanimado hasta ahora aún al más entusiasta. No hace falta revisar mucho en nuestra memoria para recordar hace un par de meses a un candidato Acuña aún protagonista de la primera vuelta diciéndole a un reportero que lo seguía en una de sus tantas caravanas “espontáneas” en zonas populares: “haremos una campaña austera… unos doce o trece milloncitos nomás”.

Con datos oficiales de la ONPE, hemos elaborado este cuadro que resume el “retorno” de la inversión electoral, es decir cuánta plata llegó a invertir cada uno de los cinco candidatos para lograr la votación alcanzada. Los resultados son, no solo sorprendentes por las notorias diferencias, sino esperanzadores: NO ES NECESARIO GASTARSE UNA MILLONADA para lograr, sino ganar, por lo menos ser protagonista de una campaña electoral.

Esto lo demostró contundentemente la candidata del Frente Amplio, Verónika Mendoza, que con poco más de 90 mil soles consiguió más de 12,57% de los votos hábiles a nivel nacional, es decir una “inversión” de S/.7,292 por cada punto porcentual obtenido. Quien le sigue, de lejos, fue Alfredo Barnechea, cuyo partido, Acción Popular consiguió 4,67% de los votos hábiles tras invertir en una campaña denominada “sin millones y sin ladrones” poco más de 575 mil soles, es decir, unos S/.123,237 por cada punto porcentual conseguido, casi 17 veces menos efectivo que Mendoza. El tercero en “retorno electoral” fue Kuczynski, quien invirtió más de 2,7 millones de soles para conseguir los 14,1% de votos hábiles, es decir S/.194,000 por punto porcentual de los votos, más de 26 veces lo gastado por el FA. Keiko Fujimori fue la que más “invirtió” (gracias a los cócteles, rifas y donaciones desde empresas off-shores): 7.7 millones de soles para 26,72% de votos, es decir, S/.290,697 por cada punto porcentual conseguido, casi 40 veces menos eficaz que la candidata de izquierda. Finalmente, cerrando con otra millonaria campaña -cuyos repetitivos spots en la radio escuchábamos mañana, tarde y noche- Alan García y el Apra gastaron más de 5,5 millones de soles para conseguir tan solo 3,91% de votos, es decir, S/.1,416,947 por cada punto conseguido, un grosero despilfarro -¡casi 200 veces menos eficaz que el FA!-, aunque siempre quedará la duda… ¿habrían pasado la valla sin esos millones además de la ayudadita que les dio el JNE un día antes bajándosela al 5%?

Vistos estos resultados la más importante conclusión tiene que ver con la verificación de que se puede lograr en el Perú excelentes resultados en una elección de nivel nacional con una campaña austera. ¿Cómo se explica este éxito? Por lo observado, este éxito se habría apoyado fundamentalmente en fuertes convicciones colectivas conseguidas “plaza por plaza”, gracias a un discurso que logró calar en cientos de miles de votantes principalmente del sur del país, además del posicionamiento mediático de la candidata al ser «atacada» por los grandes medios televisivos sobre propuestas favorables a las mayorías. El caso de Barnechea fue parecido al principio con un efectivo posicionamiento en redes sociales con un mínimo costo, hasta que luego fue demolido mediáticamente gracias a los ya clásicos chicharrones ¿Y el desastre aprista?, quizá no sea más que la consecuencia de esa forma tradicional de hacer política, en la que el caudillismo avasalla a la genuina mística que se construye con propuestas que recojan las verdaderas demandas de la gente.

Estos resultados nos brindan la esperanza que el nuevo congreso tendrá integrantes que intentarán poner en agenda el necesario debate de una reforma electoral-política profunda, que ponga sobre el tapete estos millonarios entuertos que son los financiamientos privados de campañas políticas, donde como sabemos «llueve» desde todo lado, pero sobre todo, desde sospechosos cócteles millonarios, rifas con premios sin cobrar, personas fallecidas o pobres que aparecen en padrones donando miles de soles, grandes empresas constructoras que financian candidatos para luego cobrarles en licitaciones otorgadas a dedo, dinero criminal del narcotráfico, de la minería ilegal, del contrabando.

Nuestra corrupción sistémica, como se puede inferir, tiene raíces chuecas profundas, y provienen principalmente del ámbito privado y su financiamiento.

Por ello creemos que una buena reforma política-electoral debe sino anular, por lo menos restringir significativamente el financiamiento político a uno principalmente público y el privado que hubiese debe ser sumamente fiscalizado para evitar dinero sucio y que termina siendo en el fondo, un instrumento antidemocrático. Así lo entendió -por ejemplo- la mayoría de países europeos donde el mayor porcentaje de financiamiento proviene de fondos públicos y no solo en épocas de campaña sino para su funcionamiento cotidiano. Una buena base de datos para 180 países respecto al financiamiento público de los partidos y a las prohibiciones y límites a financiamiento privado la trabajó la ONG canadiense IDEA.

Estaremos muy atentos a los debates que se nos vienen –esperemos- a partir de este próximo agosto, tenemos expectativas sobre todo en la bancada del Frente Amplio así como en las de Acción Popular y Peruanos por el Kambio que se pronunciaron al respecto en sus planes de gobierno (ver nuestro análisis de programas de gobierno sobe financiamiento de campañas en: https://wayka.pe/?p=137).

PitazoElectoralReducido