Hace algunas semanas se estrenó en la cartelera peruana, en más de cincuenta salas, la película de animación Spider-man: un nuevo universo (2018) totalmente doblada, con la excepción de encontrarla con subtítulos en las típicas dos o tres salas en distritos residenciales. Es lo lógico si se trata de una animación, género del cine donde las voces originales siempre han sido las grandes subestimadas y las principales víctimas de los doblajes, y se considera que estos no afectan el resultado final, ya que no se trata de actores ni actrices en acción sino solo de seres de ficción. Sin embargo, el estreno doblado de Spider-man: un nuevo universo nos da un claro ejemplo de que el doblaje es cortar las películas, eliminarles una parte; un modo de mutilarlas.

Spider-man: un nuevo universo tiene como protagonista a Miles Morales, un estudiantes afro y latino que vive en Nueva York y que descubre un multiverso donde conviven diversos tipos de hombres y mujeres araña. Sin embargo, la calidad del film, no solo reside en proponer una lograda historia de superhéroes plena de humor y coherente con el universo de esta saga de comics y películas (tanto que sobrepasa expectativas), sino que ofrece un protagonista con matices, encarnado en voz por el rapero y actor Shameik Moore. En el doblaje se pierden todos los recursos expresivos que Shameik  y los directores (Bob Persichetti, Peter Ramsey y Rodney Rothman) proponen para el protagonista. Toda la jerga, los modismos y las conversaciones en spanglish no existen en el doblaje, haciendo que el personaje original pierda mucho de la riqueza cultural y social con la que fue concebido y puesto en escena. Y ese es un punto importante del film (un hombre araña distinto, de barrio, con calle) que se pierde absolutamente a la mala en el doblaje. Por ello, la importancia de valorar el trabajo de las voces originales en los films de animación. No es casual que Tom Hanks le dé vida a Woody de Toy Story o que Eddie Murphy haga del burro en Shrek. Y ojo que muchas veces el doblaje no solo mutila el sentido original de las voces (que actúan, obviamente) sino que se pierden en algunos casos sonidos de ambiente, efectos, ruidos, y demás procesos de edición sonoros. El sonido es una pieza fundamental de las películas.

Si bien hay un sentido común que justifica el doblaje en los films de animación porque usualmente están destinados a un público infantil, no se puede negar que este modo de ver los films afecta el visionado, y la intención inicial en el diseño de los personajes. Lo que debería pasar en estos casos en el Perú, es no dejar solo para los cines de distritos de clase media la posibilidad de ver el film subtitulado. Por ejemplo, Spider-man: un nuevo universo se mantiene aún en más de veinte salas en cartelera y solo se le puede ver subtitulada en dos o tres cines cuyo precio de entrada oscila entre 25 y 30 soles. Es decir, el doblaje no solo se convierte en una decisión que se impone desde afuera a los espectadores, sino que se vuelve resultado de un clasismo: para los distritos de clase media, la película subtitulada, y para los distritos más populosos (y de provincia) y con entradas más baratas, el film doblado.

Y aquí una pregunta esencial: ¿se deben ver las películas dobladas? No se deberían ver por las razones expuestas, sin embargo, ante esta situación cada vez más impositiva de las distribuidoras y exhibidoras que traen así las películas (incluso sin opción de verlas subtituladas como pasó con la canadiense Los Hambrientos el año pasado), es un pedido democratizar el acceso de los films con subtítulos, más copias en más salas y con precios más bajos, porque si no se estaría condenando al gran público a ver películas cortadas sin ningún tipo de sanción.