El martes 13 de junio, los trabajadores motorizados del aplicativo de delivery Rappi llegaron a un local para realizar la mesa de diálogo tras las constantes movilizaciones de los repartidores que exigieron sus derechos laborales y no más maltratos de la empresa colombiana. Sin embargo, otra fue la historia. “Nos sentimos timados, nos tomaron el pelo”, señalaron.
Por Jair Sarmiento
“Un bigote (logo de Rappi) tomándole el pelo a los repartidores”. Con esa frase, los repartidores de delivery manifestaron su malestar y enojo al ver que Rappi, la empresa tecnológica de delivery para la que trabajan, los engañó —así lo señalan— al citarlos a una supuesta ‘mesa de diálogo’ en donde abordarían sus demandas y exigencias sobre sus todavía ausentes derechos laborales.
“Un grupo de repartidores de Rappi estuvimos presentes en una «reunión» donde se recogerían las principales problemáticas de la aplicación, algo que evidentemente, no sucedió”, comentó uno de los motorizados.
Los repartidores de delivery señalan que días antes de esta “mesa de diálogo”, la aplicación les envió un mensaje que decía: “Inscríbete y sé parte de nuestro foro de comunicación, podrás ganar un accesorio por participar”.
Los motorizados del aplicativo que llegó a Perú en el 2018 comentan que a ellos no les interesaba algún premio o bono, sino ser escuchados y que se solucionen sus problemas.
Aquel día, martes 13 de junio, los repartidores se apersonaron en la dirección que les envió la empresa. Ellos calificaron al local como “Casa Rappi” en Surco. En aquel lugar había una persona de la app que tomó la palabra.
Según relatan los trabajadores de Rappi, al inicio, esta persona empezó a proyectar algunas imágenes institucionales en donde explicaba el funcionamiento de la app “Soy Rappi”. Los repartidores se miraron sorprendidos y confundidos.
“No era lo que esperábamos, nos levantamos y empezamos a protestar por esta tomadura de pelo. O sea, dejamos de producir, de trabajar, para escuchar tertulias de siempre. Nos sentimos timados”, narró otro repartidor.
Los motorizados exigieron explicaciones, pero según cuentan, el personal de Rappi solo se retiró y se encerró en sus oficinas. “Hacen oídos sordos, lo mismo de siempre”, señalaron y agregaron que luego del rechazo de los motorizados, Rappi cerró esa oficina hasta nuevo aviso.
“La app debe entender que trabajan con humanos y no con robots que solo reciben órdenes. Ellos expresan emociones, sentimientos y tienen derecho a participar en foros de diálogo sinceros”, comentó uno de los motorizados.
Es necesario precisar que esta mesa de diálogo fue informal ya que no hubo participación del Estado. Los repartidores tuvieron que reunirse a solas con la propia empresa sin ninguna autoridad para moderar.
Los repartidores esperan que estas mesas se puedan formalizar para ser atendidos realmente.
Hay que agregar que recientemente se aprobó un dictamen en la Comisión de Trabajo del Congreso que recoge los derechos laborales para este sector que se mantiene desprotegido ya que no posee ningún beneficio por su empleo.