Hace seis meses, el Sindicato Nacional de Trabajadores de Hipermercados Tottus inició su proceso de negociación colectiva con la corporación de supermercados chilena Tottus. En los siete años de existencia del sindicato las relaciones laborales se habían desarrollado en un clima basado en un trato respetuoso, con las habituales diferencias que generalmente eran resueltas mediante diálogos concretos. El crecimiento económico de la empresa permitía esta particular situación. El sindicato reúne a más de 500 trabajadores y trabajadoras con un promedio de edad por debajo de los 38 años. La mayoría son padres o madres de familia, y los ingresos en promedio son alrededor de 1200 soles.
Por las características del servicio que desarrolla Tottus, la cadena no interrumpe su funcionamiento a lo largo del 2020. Las tiendas siguen operando, adaptándose al horario de la cuarentena y al COVID-19.
La situación era compleja y difícil, pues los trabajadores y trabajadoras debían salir de sus domicilios, trasladarse en transporte público a las tiendas y atender al público de manera presencial. Todo lo cual significaba exponerse cada día al contagio así como a sus familias. Por eso, apenas empieza la cuarentena el tema de los protocolos de seguridad inició intensas discusiones entre el sindicato y la empresa. Las medidas legales dictadas por el gobierno, más que una protección, funcionaron como una amenaza para los trabajadores, pues el fantasma de la “suspensión perfecta de labores” aparecía en cada momento. Sin embargo, la empresa siguió funcionando y solamente un sector pasó a tener licencia con goce de haber por razones de salud.
En este contexto se inicia el proceso de negociación colectiva. El sindicato presenta un pliego de reclamos para luego establecer reuniones mediante videoconferencia. Para los jóvenes sindicalistas era complejo desenvolverse en un nuevo escenario social y laboral. La empresa desde un inicio parecía incómoda por el proceso de negociación y trató de argumentar que las cifras eran poco menos que negativas. En las pujas distributivas, hay muchas maneras de negociar las diferentes expectativas de ambas partes. La empresa eligió el camino de guardar silencio esperando probablemente que el sindicato se agote.
Afortunadamente, el sindicato dispone de un equipo de dirigentes jóvenes, preocupados por escuchar a sus afiliados y aprender a sustentar sus demandas. El sindicato rápidamente entendió que esta negociación se iba a desarrollar en otro escenario y por lo tanto requería una nueva estrategia.
Dilatar los procesos de negociación es generalmente la estrategia utilizada por las empresas para que los trabajadores luego de meses de reuniones se cansen y acepten la primera propuesta que lance la empresa. Para evitar caer en dicho escenario, el sindicato procedió a acelerar todo lo que pudo y cerrar etapas como el trato directo, para, de esta manera, pedir la intervención del Ministerio de Trabajo bajo la figura de la conciliación.
Era la primera vez en la historia del sindicato que esto ocurría y la empresa lo tomó a mal. Por diferentes medios y voceros, trataron infructuosamente de regresar al trato directo, pero la voluntad firme de los trabajadores y trabajadoras era clara. Ellos entendieron que los tiempos de sonrisas y abrazos habían terminado.
Los trabajadores de Tottus entendieron que precisamente, por las difíciles condiciones que atravesamos como país, era necesario compartir no solamente los riesgos y las preocupaciones, sino también las ganancias. Pero la motivación principal era que la empresa reconozca el compromiso demostrado en una situación peligrosa. Y efectivamente lo era y lo sigue siendo: en el 2020, siete trabajadores de Tottus han fallecido producto de la COVID-19.
Ante la cerrada posición de la empresa, los trabajadores decidieron realizar plantones en todas las tiendas, lo cual dio inicio a una jornada de lucha nacional. Con mucha organización, se articularon en Piura, Chiclayo, Trujillo, Chimbote, Lima, Ica, Chincha, Cajamarca, Huancayo y otras ciudades. Los plantones fueron un éxito, pues congregaron no solo a los afiliados, sino a sus familias y algunos clientes que apoyaron las demandas laborales.
Asimismo, se desarrollaron diferentes campañas bajo el hashtag de #PagaTottus en las redes sociales. De esta manera, diversas denuncias e informes eran transmitidos no solo a sus afiliados, sino también a la opinión pública. La respuesta de los clientes y la opinión pública fue positiva. En las tiendas, muchas personas expresaron su solidaridad con los trabajadores y sus demandas, asimismo en las redes sociales dejaron constancia de lo mismo.
Luego, en una asamblea sindical a mediados de diciembre, de los 500 afiliados, 496 votaron a favor de iniciar una huelga indefinida. La situación era crítica y todo parecía indicar que se produciría una larga huelga en la empresa. De esta manera, la empresa enfrentaba una posición firme en la mesa de negociaciones que contaba con el respaldo claro de los afiliados y una imagen corporativa que se iba desdibujando en las redes sociales.
Así, luego de seis meses, la empresa entendió que la convicción de los trabajadores no se había debilitado y finalmente abandonó su política de no ofrecer nada. Al final, las pujas distributivas son disputas de perseverancia, y el sindicato demostró estar a la altura de las circunstancias.
Para la inmensa mayoría de afiliados era la primera vez que tuvieron que salir a las calles, hacer plantones, y enterarse de cómo se organiza una huelga, pero todo lo necesario lo aprendieron rápido y de manera responsable. Aquí también podemos ver un cambio importante en el sentido común de los trabajadores. Para decirlo en breve: el miedo se acabó.
Al final, se ha firmado un convenio por dos años con un incremento de 4.5% al sueldo básico el primer año y 4.5% el segundo año. La inflación del periodo anterior estuvo alrededor de 2%, por lo que, con este acuerdo, los trabajadores y trabajadoras de Tottus recuperan y mejoran sus ingresos. Asimismo, han logrado mejoras en los aportes por tiempo de servicios, quinquenios y en caso de fallecimiento. Se trata de un buen acuerdo que restablece las relaciones laborales a un escenario de respeto mutuo.
El sindicato ha salido fortalecido de este proceso. El liderazgo desarrollado por el secretario general Melchor Burga y su equipo de dirigentes ha crecido en experiencia y conocimientos. Son parte de una nueva generación de sindicalistas -hombres y mujeres jóvenes- que articulan un discurso democrático, ciudadano y claro en la defensa de sus derechos, no tan ideologizado, pero no por eso menos consecuente y eficaz.
En las próximas semanas el sindicato iniciará una campaña de afiliación y seguramente verá crecer sus filas. Esperemos que el ejemplo de los trabajadores y trabajadoras de Tottus se extienda por otras empresas.