Podríamos mencionar decenas de motivos por los cuales se hace indispensable promover la práctica y difusión del cine y audiovisual en el país.

Por un lado, por el nivel de interés que despierta en el espectador como documento de una realidad específica, como registro organizado y consciente con un finalidad clara, ya sea política, social o cultural. Y por otro, porque deja evidencia de diversos hechos o personajes de la historia o actualidad desde una subjetividad determinada, que interpreta y analiza, que arroja una visión que ayuda al diálogo, a la interpelación, a la puesta en marcha de un debate público.

También los documentales configuran una memoria visual en tiempos de olvido.

En un país donde no se cuenta con espacios físicos para la preservación fílmica como una cinemateca, es necesario poner en valor la existencia de estas obras que son testimonios vivos o reflejos sociales en completa efervescencia. Ya el pase de La Revolución y la Tierra de Gonzalo Benavente en un canal público o Hugo Blanco, Río Profundo de Malena Martínez en el Facebook de Wayka ha demostrado que la ciudadanía está abierta a conocer más de su cine, de su historia, de su actualidad, puesto que permiten ampliar perspectivas ante los discursos mediáticos dominantes.

Si bien ha habido escasos y contados hitos en la historia del documental peruano en relación al espectador, en la medida que los documentalistas tienen mucho menos visibilidad y reconocimiento que los cineastas de ficción, y en la medida en que las películas circulan menos en espacios de exhibición, ya sea comercial o cultural, es necesario reconocer su potencial, más aún en contextos como este, en que algunos políticos peruanos invocan a construir una historia a su medida, y queriendo borrar hechos históricos en una aspiración negacionista.

Pareciera que hay una intención de reeditar la historia, de falsearla a su conveniencia, eliminando de sus discursos hechos injustos y de corrupción.

¿Cómo olvidar el impacto de los vladivideos? Quizás el Perú sea uno de los pocos países en el mundo que cuenta con un banco de videos elaborados por la misma corrupción, desde los cuales se revelan sistemas de jerarquías, colusiones, imposiciones, chantajes y vendettas, avalados por un gobierno dictatorial. En este sentido, el registro documental y las películas luchan contra el olvido, construyen memorias y las mantienen vivas, desde el intercambio.

A continuación, selecciono cinco trabajos documentales a tono con la urgencia del contexto político en que vivimos, algunos de perfil periodístico, pero casi todos comprometidos con mostrar el lado más oscuro de un periodo de la historia de nuestro país que no debemos olvidar. Estas películas y videos nos permiten expandir lo que conocemos, e identificar aquello que sigue persistiendo, como la impunidad y la corrupción institucional, y preguntarnos el por qué.

-Keiko no va – Dignidad en la plaza (2016). Se trata de un video elaborado por el colectivo feminista Chola Contravisual, producto de una de las marchas en contra del fujimorismo previo a las elecciones presidenciales de 2016. Se realizó el 5 de abril de ese año, convocando a más de 60 mil personas. El video expone el clima de la multitud, sobre todo de mujeres activistas y de víctimas de la violencia a través de las esterilizaciones forzadas o de la violación de sus derechos humanos.

-La cicatriz de Paulina (2012). Este documental peruano suizo de Manuel Legarda, reúne una serie de testimonios sobre la política de esterilización forzada aplicada por el gobierno de Fujimori entre 1996 y 2000. Relatos de mujeres, sobre todo de Anta en Cusco, van mostrando las consecuencias devastadoras de esta medida criminal. Recordemos que aún se demanda abrir el juicio contra el ex presidente Fujimori, ya preso por una condena, por las miles de esterilizaciones forzadas a mujeres campesinas, empobrecidas y quechuas que se realizaron bajo su gobierno.

-El viento de todas partes (2004). En este documental, Nora de Izcue entrevista a una serie de especialistas y activistas sobre los actos de resistencia que comenzaron a surgir entre la ciudadanía en contra de la dictadura de Alberto Fujimori, como preámbulo a la marcha de los Cuatro Suyos. El film condensa diversos hechos emblemáticos de la caída de Fujimori, como la anulación de la reelección inmediata de la Constitución, la comprobación de la existencia de escuadrones de la muerte, el gobierno tácito de Vladimiro Montesinos, y de la composición social que permitió un gobierno de transición y la elección de Alejandro Toledo.

-Poderoso Caballero (2002). Este mediometraje de Sonia Goldemberg satiriza a partir de los mecanismos de grabación de los vladivideos. A través de ocho partes, va desmontando la práctica de la grabación como método de chantaje y evidencia de corrupción, en su teatralidad, extrayendo el cálculo y la premeditación como modo de control sobre los visitantes a la famosa salita del SIN (Servicio de Inteligencia Nacional).

Melissa (2018). En este video, Jauría colectivx reitera la injusticia contra la periodista del seminario Cambio, Melissa Alfaro, de 23 años, quien fue asesinada tras abrir un sobre bomba el 10 de octubre de 1991, debido a un plan de amedrentamiento. Su caso, como el de las esterilizaciones forzadas, aún sigue sin resolución ni responsables. Los presuntos culpables de su muerte: el expresidente Alberto Fujimori, Vladimiro Montesinos y varios militares del Grupo Colina, acusados por el presunto delito de homicidio calificado.