A 67 días de iniciada la emergencia sanitaria, la comunidad Shipibo-Konibo de Cantagallo resiste la pandemia en las mismas condiciones que tiene hace 20 años: sin agua, sin desagüe, sin luz. Con 467 habitantes contagiados de COVID-19, el Estado cercó la comunidad. Nadie puede entrar, nadie puede salir.
Lucero Ascarza
«Estamos aislados. Nos sentimos encarcelados, sin tener servicios básicos y como si estuviéramos abandonados«, dijo Gabriel Indalicio, dirigente de Cantagallo en una conferencia de prensa.
Un día después que 73% de las pruebas masivas de COVID-19 dieran positivo en Cantagallo, un cerco pasó a impedir el ingreso o salida de cualquier persona a esta comunidad asentada a orillas del Río Rímac, a 20 minutos del Palacio de Gobierno. Algo que llevó a medios internacionales a referirse a Cantagallo como «un ‘gueto’ indígena en pleno corazón de Lima».
Juan Agustín, comunicador shipibo-konibo, señala a Wayka que la decisión de poner el cerco no fue coordinada con dirigentes de Cantagallo. «Radicalmente, sin consultarnos, cerraron todos los accesos. Eso para nosotros fue contraproducente. No nos dieron tiempo para ir a comprar nuestras verduras, nuestras medicinas o ir a cobrar al banco nuestro bono», asegura.
Actualmente, hay alrededor de 200 soldados y 50 policías resguardando la valla que mantiene a Cantagallo en el encierro, informa el artista shipibo-konibo David Ramírez. Así, desde el 13 de mayo, sus preocupaciones se hicieron más grandes.
Vladimir Ticuna, dirigente en la comunidad, afirma que la falta de servicios como agua, desagüe y electrificación en los hogares ya los ponía en una posición vulnerable para enfrentar la pandemia.
Como se recuerda, hace más de tres años un incendio en Cantagallo les arrebató su hogar. Aún esperan que el Gobierno cumpla el compromiso de un conjunto habitacional donde puedan vivir en condiciones dignas. Más ahora, que al hacinamiento y la falta de servicios básicos se suma la impotencia de depender de otros para sostenerse y proteger su salud.
Falta de medicamentos
El día que fueron encerrados, Vladimir Inuma indica que el Ministerio de Cultura acudió a repartir víveres a la población y que Diresa de Lima Norte entregó medicamentos para tratar los casos más graves.
De acuerdo a Juan Agustín, entre los que dieron positivo a la COVID-19 hay personas en situación de riesgo: 40 diabéticos y 100 adultos mayores. Para garantizar la atención médica, el Ministerio de Salud instaló una carpa dentro de Cantagallo, donde según reportan sus habitantes, permanece un doctor y una enfermera.
«El problema es que ellos te recetan, pero no hay medicinas», lamenta Agustín. Él mismo experimentó síntomas de COVID-19 y como muchos de los ciudadanos shipibo-konibo en esa situación, acudió a medicinas naturales. Así, quienes no pueden acceder a la Azitromicina, la Prednisona o el Paracetamol recurren a hierbas, ajo machacado y limón.
David Ramírez, quien también está recuperándose del mal con esos remedios, comenta que entre las personas más graves están artistas shipibo-konibo como Pedro Ramírez y Olinda Silvano, quien sufre además de diabetes. Silvano fue una de las artistas que el año pasado representó al Perú en el prestigioso evento ArcoMadrid. Su arte la ha llevado a viajar por diversas partes del mundo y es una de las artistas emblema de Ruraq Maki, feria organizada por el Ministerio de Cultura.
Donaciones para sobrevivir
Un grupo de jóvenes shipibo-konibo acude casa por casa entregando víveres a las familias de Cantagallo. Se trata del colectivo de artistas Barin Bababo, quienes se han organizado frente a la pandemia para proteger a los miembros más vulnerables de la comunidad. Entre ellos está David Ramírez, quien realiza esta labor diaria en coordinación con el Ministerio de Cultura.

Paul Chata, director de la Dirección General de Derechos de los Pueblos Indígenas del Ministerio de Cultura, informó a Wayka que su equipo canaliza las donaciones recibidas de organizaciones civiles u otras entidades. «Se ha puesto un equipo permanente aquí en Cantagallo (…) Estamos en plena distribución junto a líderes y jóvenes artistas que nos ayudan casa por casa, para que no haya aglomeración», explica.
Según relata Chata, no quieren que se repita lo ocurrido cuando se hizo el tamizaje de COVID-19. Ese día, se entregaron víveres a las personas que habían dado positivo, como parte del plan Te cuido Perú. «Ahí hubo una pequeña descoordinación que creó una cola, cuando lo que se busca es que haya distanciamiento social», declaró.
De acuerdo a la información que los dirigentes de Cantagallo brindaron a esta dirección del Ministerio de Cultura, actualmente se entregan canastas a un promedio de 300 familias.
Sin embargo, Paul Chata precisa que por indicación de médicos del Ministerio de Salud y la Diresa, no pueden hacer lo mismo con las medicinas. «No es recomendable darles directamente, porque podría haber una sobremedicación», comenta. Así, las medicinas pasan por la carpa instalada en Cantagallo, donde el personal de salud se encarga de distribuir. Pero como señalan miembros de la comunidad, no resulta suficiente.
Amazonía en crisis
La situación que enfrenta la comunidad shipibo-konibo de Cantagallo en Lima tiene un eco en otras regiones del país, donde los pueblos indígenas han sido golpeados por la pandemia. Por ese motivo, esta semana dirigentes de Cantagallo anunciaron que han presentado una demanda de amparo contra los ministerios de Salud, Cultura y Economía.
Pues, si bien agradecen las donaciones y el apoyo -aunque tardío- de las instituciones públicas, saben que el problema es más grande y que no solo los afecta a ellos. «Hace falta un plan nacional y regional», indica Inuma a Wayka. En la demanda presentada ante la Corte de Justicia de Lima exigen que se ejecuten lineamientos para proteger la salud indígena.
La comunidad de Cantagallo ya carga con el peso de tres muertos por COVID-19, y en regiones amazónicas como Loreto, Amazonas y Ucayali los descesos se cuentan por cientos. Si hablamos del cerco que los excluye en Lima, vale la pena preguntar: ¿es necesario separarlos del acceso a los servicios y derechos de una ciudad que también habitan?