Redacción Wayka

Un informe de sesenta páginas elaborado por el Centro Nacional de Salud Ocupacional y Protección del Medio Ambiente (CENSOPAS) del Ministerio de Salud corroboró lo que las comunidades indígenas de Loreto, afectadas por los derrames de petróleo, sospechaban por experiencia propia: sus chacras, ríos, peces y otros alimentos están contaminados con metales pesados.

Luego de casi dos años de retraso, el Ministerio de Salud entregó los resultados del Estudio Epidemiológico y Toxicológico que se realizó en las comunidades afectadas de las cuencas de los ríos Pastaza, Corrientes Tigre y Marañón de la región Loreto.

De las 39 comunidades más cercanas a las zonas, donde ocurrieron los derrames de petróleo, se tomaron muestras de sangre y orina a 392 familias. Los resultados, aunque no sorprenden, agravan la preocupación de los afectados.

Wayka tuvo acceso al documento, y señala que en las comunidades ubicadas en la cuenca del río Corrientes, por ejemplo, CENSOPAS detectó mayores niveles de plomo en la sangre de los afectados; mientras que se detectó altos grados de arsénico en las comunidades que habitan la cuenca del río Pastaza.  

Parte del Estudio Epidemiológico y Toxicológico de las comunidades de las Cuatro Cuencas afectadas por metales pesados.

En general, el metal con mayor presencia en niños menores de 12 años es el plomo.

Entre otras cifras alarmantes, CENSOPAS encontró que el 12.5% de las personas mayores de 12 años, y el 5.6% de menores de 12 años, han estado en contacto con crudo de petróleo durante los últimos seis meses. Además, el 25% de la población examinada confirmó haber participado en la recuperación de petróleo derramado sobre sus bosques y ríos sin las medidas de seguridad respectivas.

Por si fuera poco, de las 392 familias, el 69% sigue viviendo cerca de una zona afectada por los derrames de petróleo.

“Si bien estos valores reflejan probabilidad de exposición a los metales pesados en sus diversas fuentes, es necesario considerar que la presencia de los mismos pueden generar algún síntoma de efecto, necesarios de evaluar, que permitan un diagnóstico sindrómico de exposición y daño”, sostiene el informe elaborado por los investigadores del CENSOPAS, John Astete Cornejo y Pilar Lizárraga Vara.