En 2011, el documentalista Rafael Polar estrenó por vía cultural Lima Bruja: Retratos de la música criolla, que se adentraba en varios “callejones de un solo caño” y en centro culturales como espacios medulares de un género musical muy asociado a una identidad capitalina entre la añoranza y la desaparición. Polar registra a 19 intérpretes, compositores y músicos, hombres y mujeres, como representantes no solo del vals peruano, la polka o el festejo, sino como almas enérgicas que lideran jaranas de alegría y nostalgia.

Miss Amazonas, el nuevo documental de Polar, también es una película sobre el ímpetu de las personas, de cómo viven su apasionamiento por determinadas actividades o por lograr algunos propósitos. Aquí, el cineasta limeño viaja a Iquitos para grabar los previos de un concurso de belleza para mujeres transgénero, donde el canon de este tipo de eventos se mantiene: pasarelas, desfiles en trajes glamorosos, caminatas refinadas en tacones y poses de modelos.

El cineasta inicia el film con un montaje descriptivo sobre el Iquitos actual, con sus barrios fluviales, sus calles llenas de selva por doquier, y la imagen clásica de las mototaxis, pero sin buscar su exotización. Propone una mirada que ubique al espectador en esta ciudad de provincia, donde cada año se realiza el llamado festival de belleza trans y gay más antiguo de toda América Latina. Luego de esta introducción de corte costumbrista, Polar nos lleva al interior de la discoteca donde se realizan las sesiones entre precandidatas al Miss Amazonas. En este primer contacto, conocemos a los chicos y chicas que seguiremos a lo largo del film, y que el cineasta elige para realizar algunas entrevistas y seguimientos en actividades cotidianas, despegándolos del contexto mismo de festival, para mostrarnos su diversidad también desde sus trabajos y profesiones.

Existe un imaginario sobre las mujeres trans que el film de alguna manera busca preservar en esa contundencia para exaltar la femineidad como un estándar (inevitable si se trata de un concurso de belleza, donde todas tienen que lucir femeninas y cumplir determinada etiqueta social), pero también produce la lectura de las trans y gays de Iquitos como un grupo de resistencia, en aprendizajes, donde es difícil romper con los estereotipos que la misma sociedad le impone (trabajando solo de cosmetólogas o vendedoras). La escena en que el cineasta propone a las candidatas a responder algunas preguntas sobre el significado de algunas jergas de la comunidad da cuenta de otro sentido común de que la comunidad transgénero, pese a la adversidad, mantiene la alegría a flor de piel.

Más allá del concurso en sí, al cineasta le interesa que conozcamos a estas candidatas tras bambalinas, en ensayos y en sus casas o lugares de trabajo. Así vemos a personajes como Saor Sax; un artista visual, andrógino y con un discurso claro y decidido, y también a otras participantes que hablan de la exclusión al estudiar derecho o trabajar en un centro de estética. Estos como reflejos de una posición social que se les suele asignar a los miembros de la comunidad LGTBI sin oportunidades en otros oficios o profesiones.

El film, que tuvo su estreno en el Outfest Perú, busca transformar el típico evento de belleza (de jerarquías y ritos predeterminados con jurados incluidos) como un espacio para la visibilidad LGTBI; sin embargo, aquello que termina siendo bandera de reivindicaciones o ejemplos de lucha está fuera del concurso mismo en sus carnavales, yunzas y demás celebraciones en comunidad.

Christina Vela, Fiorella del Águila, Camila Torres, Saor Sax, Dayanara Mori o Krlos Vela se convierten en la voz de muchos personajes fuera de campo, más aún si las colocamos dentro del gran espectro audiovisual y cine peruano. Y quizás se deba agradecer de alguna manera que sea un film de reivindicaciones, lejos del activismo o del panlfeto, y donde la violencia o la discriminación permanecen casi fuera de la cámara y en muchos casos, fuera de las entrevistas. Además, la mejor parte de este documental, quizá está en su final, donde se afirma que el valor de los hechos está en su desarrollo, en los procesos para lograr diversas metas, evitando que sepamos cuál de todas estas mujeres trans es la verdadera Miss Amazonas. Es allí que el concurso recién queda relegado, y la figura de estas mujeres cobra una enorme dimensión.