Una vez más y en tiempos en que ciertos grupos políticos se enfrentan a los actos simbólicos de justicia y dignidad, se denuncia un nuevo acto vandálico al memoria El ojo que llora, ubicado en la avenida Salaverry, distrito de Jesús María.
En este lugar de homenaje a la memoria de las víctimas del período de conflicto armando interno (1980-2000), cada piedra simboliza a un fallecido y las dolorosas masacres que vivieron comunidades y familias enteras durante los enfrentamientos entre los grupos subversivos y de agentes del Estado.
«En una muestra de falta de respeto a su recuerdo y sacrificio, y al dolor de sus seres queridos, se han sacado de su lugar todas las piedras que representan casos colectivos, masacres y atentados. Esa acción agrede a los familiares de Tarata, Barrios Altos y de La Cantuta (Lima), de Cayara, de Morccolla, Lucanamarca, Putis (Ayacucho). Hiere la memoria de los miles de víctimas asesinadas y desaparecidas allí representadas», aseguran desde un pronunciamiento del grupo encargado del cuidado y protección de El ojo que llora.
La acción vandálica contra el memorial, -aseguran- «con evidente propósito político», ha incluido también la destrucción de la Saywa levantada en memoria del caso de los 9 desaparecidos de El Santa, y de pequeñas piedras con nombres de víctimas individuales, que han sido retiradas de manera violenta.
Durante varios años los nueve campesinos secuestrados del distrito del Santa permanecieron en calidad de desaparecidos. Recién después de once años se pudo establecer, por declaraciones de testigos acogidos al beneficio de la colaboración eficaz, que la misma madrugada del 2 de mayo de 1992 las víctimas fueron ejecutadas y enterradas en un lugar cercano por el Grupo Colina, liderado por Santiago Martín Rivas. Grupo paramilitar creado en el gobierno de Alberto Fujimori.
«Caminos de la Memoria», organización de voluntarios(as) que gestiona el memorial, hace un llamado a las autoridades para brindar adecuada protección a memoriales cuyo propósito es promover mayor conciencia sobre la necesidad de promover una cultura basada en el respeto de la dignidad de todas las personas, y que rechaza la violencia en cualquiera de sus manifestaciones.
No es la primera vez que este monumento sufre ataques. En los últimos años ha sufrido por lo menos 8 actos de vandalismo. En 2007, una manifestaci´ón fujimorista ingreso al memorial y causó daños en las piedras simbólicas.