El manejo gubernamental del paro de transportistas causó la muerte de cinco personas. Entre ellas un adolescente de apenas 13 años, Bruss. Su papá recrea los últimos momentos con vida del menor y pide que el caso se investigue.

Claudia Risco

Piensa que en cualquier momento va a entrar por la puerta de su casa. José Pomazunco Quincho no se acostumbra a la muerte de su hijo, un adolescente de 13 años, a quien de cariño le decían «Panzuco». Se llamaba Bruss y quería ser policía, un sueño que se quedo trunco a causa de la represión policial con la que se redujo el paro de transportistas y agricultores en Huancayo, Junín.

«A mi hijo lo han asesinado», asevera José desde su vivienda en el asentamiento humano Horacio Zevallos, en Jauja. El estibador de 45 años relee la necropsia de su hijo y subraya que la causa del deceso fueron hematomas en la cabeza. «Para mí que los policías lo han agredido y para que no declare lo han aventado al río».

La versión de la Policía es que Bruce murió ahogado en el río Yacus, en la provincia de Jauja, el primero de abril. Otros testigos con los que conversó José sostienen que el adolescente desesperado y asustado por el uso abusivo de las bombas lacrimógenas se arrojó al río. El padre reclama una investigación profunda y exhaustiva. «Los policías han agredido, no es justo, era un niño de 13 años que fue a marchar pacíficamente, mi hijo no se dedicaba a cosas malas», implora.

Bruce y su hermanita de cinco años.
La necropsia indica golpe en la cabeza y en el pulmón

Esta no era la primera movilización a la que asistía el menor. Un día antes, el 31 de marzo, también había participado del paro. Al regresar a casa le dijo a su papá: «Siéntete alegre, yo he ido a la marcha, he dado mi voz de protesta. Ojalá se haga justicia con nosotros».

Bruss tomó conciencia de las injusticias desde muy niño. A los 4 años acompañaba a su papá en su trabajo de estibador, un oficio que consiste en movilizar paquetes de un lado a otro. Ellos usaban un triciclo con el que transportaban sacos de papa. Pero, es a los 10 años que el menor empieza a trabajar por su cuenta porque conocía los esfuerzos que hacía su papá, un hombre con discapacidad visual, para llevar alimentos a su hogar.

Bruce en una actuación del colegio.

«Empieza a trabajar primeramente jalando cajones de fruta, de papaya, de plátano, de ahí se involucra con la papa, empieza a cargar sacos de 50 kilos. Mi hijo se decide a entregar los saquitos de papa, llevar a las personas a sus puestos, nosotros ganábamos por llevar la carguita», recuerda José.

Cuando empezó a ganar dinero, Bruss regresaba alegre a casa, pero antes pasaba por el mercado para comprar verduras, papa y fruta. «Para ustedes, papás», decía. En los últimos años, el adolescente también pudo costear su uniforme escolar, útiles y una mochila.

Un hecho que muestra el gran compromiso que sentía Bruss por ayudar a los demás es cuando juntó sus ahorros para comprar una maquina de pintar, con la cual pintó las paredes y mesas de su escuela. Sus maestras, tristes por lo sucedido, estuvieron presentes en el entierro del adolescente.

Bruss, según cuenta su padre, quería ser profesional porque no quería que su papá trabajará más. «Vas a descansar, ya sacrificaste mucho», le decía. La represión policial, sostiene José a Wayka, hizo que el adolescente no pueda cumplir su promesa.

La carretilla que utilizaba Bruce para trabajar.

¿Cómo se puede ayudar a la familia de Bruce?

La familia de Bruce ha sido doblemente golpeada, por la crisis económica y por el fallecimiento del menor. Necesitan apoyo económico para solventar los gastos funerarios. Cualquier ayuda se pude brindar a las siguientes cuentas.

Yape: 918 963 001

Cuenta de ahorros BCP: 38006149935017

Cta Interbancaria BCP: 002 380 10614993501742